Socialismo
Te explicamos qué es el socialismo, su historia y características. El socialismo utópico, el científico y diferencias con el capitalismo.
¿Qué es el socialismo?
El socialismo es una corriente filosófica de pensamiento económico, social y político, así como un conjunto diverso de teorías políticas, movimientos y sistemas socioeconómicos que en dicho pensamiento se han inspirado.
Todas ella tienen en común la defensa de la propiedad pública, colectiva o cooperativa de los medios de producción de la sociedad, en lugar de su propiedad en manos privadas. Además, propone la planificación y organización de la vida social y económica desde las fuerzas que componen al Estado.
Es decir, se trata de un conjunto de modelos filosóficos, políticos, sociales y económicos cuyo objetivo es construir una alternativa al capitalismo y a la acumulación de capitales y de propiedad privada que lo caracteriza. Esto con el deseo de construir una sociedad sin clases, percibida como una sociedad más justa y con una distribución más justa de las riquezas.
No hay, sin embargo, una forma única de socialismo. Ni siquiera hay un consenso respecto de qué es exactamente o cómo se debería implementar en lo político, social o económico.
Así, existen formas más radicales (que suelen llamarse comunistas) que proponen la abolición de la propiedad privada, y otras en cambio que proponen la convivencia con la economía de mercado, aunque bajo formas de control y espíritu social. Lo mismo ocurre en lo político con el respeto a la democracia y a la diversidad de los partidos: hay quienes proponen la dictadura del proletariado, y otros que defienden la socialdemocracia.
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Características del socialismo
Si bien los rasgos del socialismo pueden variar enormemente de acuerdo a su puesta en práctica, generalmente se consideran como sus características las siguientes:
- Debilitamiento de la propiedad privada en favor de modelos sociales o comunitarios de propiedad, especialmente en lo referido a los medios de producción (fábricas, por ejemplo).
- Modelo económico que apunta a la producción, más que en la generación y acumulación de capitales y está dirigido por el Estado.
- Aplicación de diversos métodos de redistribución de la riqueza, como impuestos a los que más tienen y planes de ayuda para quienes menos tienen, para tratar de uniformar económica y socialmente a la sociedad.
- Empoderamiento del Estado que, dependiendo del caso, puede o no ir en detrimento de la democracia y de los partidos políticos.
- Fuerte intervención del Estado en los asuntos económicos y sociales.
- En las variantes más utópicas, plantea la sociedad sin clases sociales: ni pobres ni ricos, sino una gran masa trabajadora autogestionada.
Historia del socialismo
El socialismo nació como movimiento en el seno de la sociedad industrial, aunque su filosofía posee antecedentes muy anteriores. Se pueden rastrear ideas socialistas o comunistas en textos tan antiguos como los escritos sobre la República de Platón (c. 427-347 a. C.), en las prácticas comunitarias de los primeros cristianos, o en la forma de organización socioeconómica del Imperio Incaico (1438-1533).
El uso del término “socialista” con el sentido contemporáneo data de alrededor de 1830. Se usó para describir al ala más radical de los diversos movimientos y filosofías políticas nacidos durante los estallidos revolucionarios del siglo XVIII, que asociaban al capitalismo naciente los malestares sociales de la época, en especial los seguidores de Robert Owen y Henri de Saint-Simon.
Algunos más pragmáticos y otros más idealistas, estos movimientos compartían visiones mayormente agrarias del socialismo, y fueron bautizados con ese nombre por Pierre Leroux en su artículo Del individualismo y el socialismo en Revue encyclopédique de 1833.
Con la Ilustración, que abogaba por el uso de la razón humana en la comprensión y el mejoramiento de la sociedad, nació el primer socialismo moderno, industrial, que hoy en día conocemos como socialismo clásico. Sus dos cunas fueron Francia e Inglaterra. Aunque carecieron de un cuerpo de ideas en conjunto, contaron con importantes pensadores y militantes que allanaron el camino para la llegada en el siglo XIX del marxismo.
El socialismo marxista revolucionó para siempre el modo de comprender la sociedad y la historia. A su vez, le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional, “científico” en palabras del revolucionario alemán Federico Engels (1820-1895). Desde entonces, el socialismo o comunismo cobró vigencia dentro de numerosos partidos y organizaciones obreras de Europa.
Alcanzó su apogeo político a inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa de 1917 que, bajo la conducción de Vladimir Ilych Lenin (1870-1924), puso fin para siempre a la monarquía zarista. Así se fundó el primer país socialista (marxista-leninista) de la historia, la Rusia soviética, que después se convirtió en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).
Los acontecimientos de Rusia avivaron los sentimientos reaccionarios europeos. Así, fueron utilizados para justificar ideológicamente el nacimiento del fascismo, un movimiento político dictatorial y fundamentalmente anticomunista, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
Al término de la guerra a mediados del siglo XX el mundo asumió formalmente la división en dos bloques, a lo largo de lo que se llamó la Guerra Fría: el bloque capitalista liderado por Estados Unidos e Inglaterra, y el bloque comunista o socialista liderado por la URSS y China, que tras la Revolución Comunista China (1949) había instaurado su propia visión del socialismo, el maoísmo.
Eventos semejantes ocurrieron en otras naciones del mundo, como Vietnam (la Revolución de Agosto de 1945), Corea (tras la Guerra de Corea de 1950-1953), Cuba (la Revolución cubana de 1959), Camboya (tras la Guerra Civil Camboyana de 1967-1975), entre otros.
Nacidos en la violencia, muchos de estos regímenes dictatoriales estuvieron involucrados en guerras, o cometieron genocidios y atrocidades en nombre del “hombre nuevo” o de la sociedad utópica futura.
Sin embargo, hacia el término del siglo XX, y sobre todo tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, la mayoría de los países socialistas se habían sumergido en la crisis y se habían visto obligados a reinventarse y asumir más o menos formalmente una economía de mercado. La última década del siglo XX anunció la muerte del socialismo y el supuesto “Fin de la historia”, en palabras del pensador japonés Francis Fukuyama.
Aun así, un nuevo experimento político tomó el título de “Socialismo del siglo XXI”, un término del economista alemán Heinz Dietrich Steffan. Comenzó a ganar renombre mundial gracias a su evocación en el V Foro Social Mundial por parte del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez Frías (1954-2013), en el marco de su autodenominada Revolución Bolivariana.
Socialismo utópico
El socialismo utópico es el nombre empleado para referirse a los movimientos socialistas y revolucionarios que se opusieron al capitalismo temprano, a lo largo de los siglos XVIII y XIX, y que son previos a la aparición del marxismo. Se trató de vertientes muy distintas entre sí, surgidas a raíz de los ciclos revolucionarios cercanos al 1800.
Algunos de los más importantes socialistas de esta tendencia aparecieron tras la Revolución Francesa de 1789. Diversos militantes radicales, como el periodista francés François-Noël Babeuf (1760-1797), denunciaron que la Revolución había fracasado en el cumplimiento de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad.
En consecuencia, esto militantes abogaron por la disolución de la propiedad privada, así como el equitativo reparto y disfrute de las tierras. Estas ideas condujeron a Babeuf a la ejecución, acusado de conspirar contra el gobierno, lo cual hizo de él un mártir para la causa socialista durante el siglo XIX.
Otro nombre importante fue el de Claude-Henri de Saint-Simon (1760-1825), fundador del socialismo cristiano. Este movimiento no abogó por la eliminación de la propiedad privada, sino que propuso la planificación centralizada de la producción.
Así, el socialismo cristiano buscaba anticiparse las necesidades sociales y económicas de la población gracias a los saberes conjuntos de científicos, industriales e ingenieros, pero también de la clase trabajadora, quien sería la responsable de conducir la producción económica para el bienestar de la sociedad entera.
Existía un vínculo entre el socialismo pre-marxista y la filosofía de la Ilustración, que abogaba por un mundo racionalmente construido.
Por ejemplo, Robert Owen (1771-1858) era un industrial galés cuyos ingenios textiles, altamente rentables, operaban bajo estándares humanitarios inusuales para la época (no trabajaba nadie por debajo de los 10 años, por ejemplo). Para Owen, la naturaleza humana no nacía, sino que se hacía, y por lo tanto el egoísmo era consecuencia de las condiciones de vida, y totalmente reversible.
Así, Owen compró tierras en el estado de Indiana, Estados Unidos, donde en 1825 intentó establecer una comunidad ideal: cooperativa, social y autosustentable, conocida como New Harmony (“Nueva Harmonía” en inglés). El proyecto por desgracia fracasó tras unos pocos años, llevándose consigo la mayor parte de la fortuna de Owen.
Otros nombres importantes dentro del socialismo utópico son los de François-Marie-Charles Fourier (1772-1837), creador de comunidades socialistas llamadas “falansterios”; Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), creador del “mutualismo” o socialismo libertario; y los de Louis Blanc (1811-1882), Étienne Cabet (1788-1856), Jean-Jacques Pillot (1808-1877), Pierre Leroux (1797-1871), entre otros.
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Socialismo científico
El socialismo científico es la corriente teórica del socialismo que desarrollaron Friedrich Engels y Karl Marx, así denominada por sus propios autores. Fue el fundamento de toda la doctrina marxista posterior y así la distinguió de las vertientes previas, que pasaron a denominarse “socialismo utópico”.
El término «socialismo científico» ya había sido usado por Pierre-Joseph Proudhon en su ensayo ¿Qué es la propiedad? de 1840 para bautizar a un modelo de sociedad gobernada por la razón y dirigida por científicos.
La distinción entre el socialismo científico y sus antecesores tiene que ver con la incorporación de la metodología científica ideada por Marx: el Materialismo histórico. Dicho método propone una mirada histórica y empírica de la sociedad humana, a partir de la conformación de los medios de producción y de su control por una clase social determinada.
Así, Marx y Engels combatieron, a través de una mirada científica, tanto a las ideas burguesas tradicionales de la historia como resultado de grandes hombres y grandes ideas, como a las visiones socialistas más abstractas, que giraban en torno a las ideas de justicia, libertad e igualdad.
Más en: Comunismo científico
Socialismo y comunismo
Hoy en día no existe una diferencia clara y universal entre los términos “socialismo” o “socialista” y “comunismo” o “comunista”. Sin embargo, se asocia el término comunismo a las vertientes más radicales o extremistas, mientras que el socialismo se reserva para formas más laxas o más combinadas con la democracia.
Sin embargo, el término “comunismo” es previo al de “socialismo”, y fue de uso corriente por los neobabuvistas (seguidores del legado de François Babeuf). Entre ellos se encuentran franceses como Jean-Jacques Pillot y Étienne Cabet.
Ambos organizaron un enorme banquete con presencia de más de mil comensales casi todos obreros, en las afueras de París el 1 de julio de 1840. Allí se discutió la necesidad de cambios profundos para alcanzar la “igualdad real”, que no pasaba únicamente por lo político.
En esos tiempos, los “comunistas” y “socialistas” se distinguían entre sí, justamente, en su grado de radicalismo y el compromiso que mostraran con las ideas de lucha de clases. Es justamente por eso que Marx y Engels eligen el término “comunismo” y no “socialismo” para desarrollar sus tesis filosóficas y para nombrar la asociación que fundaron en 1847, la liga de los Comunistas.
Sin embargo, tanto Engels como Marx consideraban que socialistas y comunistas tenían un objetivo común: alcanzar la sociedad sin clases sociales. En ese sentido, el socialismo era un primer estadio, más laxo, que le abriría las puertas al comunismo, venciendo al Estado y superando la democracia burguesa.
Socialismo y capitalismo
Desde mediados del siglo XX, el socialismo y el capitalismo se consideran doctrinas enfrentadas en su tesis filosófica central.
- Socialismo. Aboga por la propiedad pública o social, por una economía dirigida desde el Estado y tiende a la concentración del poder en las figuras políticas.
- Capitalismo. Defiende la propiedad privada, tiende hacia el libre mercado y hacia la descentralización del poder político, empoderando la iniciativa privada, como las empresas.
Sin embargo, desde finales del siglo XX no existe realmente una potencia socialista que se oponga al capitalismo y la globalización, sino algunas naciones con modelos más o menos separados del resto del mundo. Entre ellas se encuentra China (cuyo socialismo sui generis contempla, desde finales de la década de 1970, una economía de mercado), Corea del Norte, Cuba o Eritrea.
Más en: Capitalismo y socialismo
Países socialistas
En la actualidad son pocos los países que se proclaman a sí mismos “socialistas”. La lista incluye a los siguientes:
- República Popular China.
- República Popular Democrática de Corea.
- República de Cuba.
- República Democrática Popular Lao.
- República Socialista de Vietnam.
- República Bolivariana de Venezuela.
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Referencias
- “Socialismo” en Wikipedia.
- “Socialismo – Ciencias políticas” (video) en Educatina.
- “Socialismo y comunismo” en Filosofia.org.
- “¿Capitalismo o socialismo?” (video) en CuriosaMente.
- “Socialism” en The Stanford Encyclopedia of Philosophy.
- “Socialism” en The Encyclopaedia Britannica.