Capitalismo y socialismo
Te explicamos qué es capitalismo y socialismo, los sistemas económicos más importantes, y cuáles son sus diferencias.
Capitalismo y socialismo
Existen muchas formas de explicar las diferencias entre capitalismo y socialismo, dos sistemas económicos y filosóficos opuestos. Empecemos por definirlos a ambos.
CAPITALISMO: El capitalismo es un sistema que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y la acumulación del capital como una vía hacia la riqueza de las naciones. En este sistema, la oferta y la demanda, elementos que componen la lógica del mercado, son quienes regulan la distribución del capital y, por lo tanto, la asignación de los recursos.
Surgió como consecuencia del ascenso de la burguesía como la clase dominante en la Edad Moderna y sobre todo luego de la Revolución Industrial, que permitió el surgimiento de la sociedad industrial de consumo.
SOCIALISMO: Por su parte, el socialismo es una doctrina política y económica que promueve la propiedad social y comunitaria de los medios de producción, así como su administración por la clase obrera, el proletariado, con el fin de construir una sociedad desprovista de clases sociales, en la que impere la igualdad en la repartición de recursos y oportunidades.
El socialismo también proviene de las Revoluciones Burguesas y del Liberalismo nacido de la Ilustración Francesa, pero no sería hasta el siglo XX, con los aportes de Karl Marx y Federico Engels, que el socialismo abrazaría una lógica “científica”, es decir, un modelo y un procedimiento, y dejaría así de ser simplemente un modo de criticar al sistema imperante.
Al socialismo también se le conoce como comunismo, si bien ambos términos no son exactamente lo mismo.
Ver además: Lucha de clases
¿En qué se diferencian?
La gran distinción entre estos dos sistemas apunta, antes que nada, al modelo de funcionamiento económico y al rol del Estado en el mismo. Mientras que los capitalistas defienden la libertad económica plena, dejando que sea el mercado quien determine las necesidades de producción y consumo, y por lo tanto hacia dónde fluyen las riquezas, los socialistas prefieren una economía intervenida y controlada por el Estado, que actuaría como entidad guardiana para evitar la desigualdad social.
A este rol proteccionista del Estado los capitalistas lo ven como una intervención artificial que no permite realmente un balance productivo de las fuerzas productivas y consumidoras, sino que beneficia a algunas artificialmente mediante la imposición de impuestos o restricciones comerciales.
Además, alegan que el Estado no maneja nunca los recursos tan eficientemente como el empresariado y que el reparto de ayudas económicas a los menos favorecidos, de planes sociales y otras formas de inversión social, sólo hacen a los desfavorecidos más dependientes del apoyo del Estado.
Por su parte, los socialistas acusan al mercado de no construir en absoluto sociedades estables, sino de favorecer únicamente a los poderosos, a quienes controlan los medios de producción y a los grandes capitales nacionales e internacionales. La sociedad capitalista es, a su manera de ver, una gran fábrica de pobreza, pues el modelo de vida privilegiado de las clases altas sólo puede sostenerse a partir de la explotación de la mano de obra de las clases bajas.
Uno podría decir que los socialistas abogan por la propiedad comunal y por el principio de la solidaridad por encima de todo, mientras que los capitalistas defienden la libertad y el individualismo a toda cosa, incluso a pesar de las injusticias que pueda conllevar.