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Fascismo

Te explicamos qué es el fascismo, su origen, ideología, su relación con el nazismo y otras características. Además, el fascismo en la actualidad.

¿Qué es el fascismo?

El fascismo fue un movimiento de masas y una ideología política que dominaron distintas partes de la Europa de la primera mitad del siglo XX, especialmente en el contexto previo a la Segunda Guerra Mundial. Además, tuvo ecos y repercusiones posteriores en otras geografías del planeta.

El fascismo promovió un Estado autoritario y totalitario, antidemocrático y militarista, fuertemente anclado en las nociones de patria y de raza, lo cual se tradujo en la opresión y persecución de las minorías. Los regímenes de Benito Mussolini (1883-1945) y Adolfo Hitler (1889-1945), en Italia y Alemania respectivamente, son los ejemplos más comunes y típicos de Estado fascista.

La naturaleza exacta y la definición precisa del fascismo son a menudo objeto de debate en las ciencias políticas. Esto se debe en parte a la ausencia de una tradición política fascista (dado que nació en el siglo XX), y también a que los diferentes regímenes fascistas que ha habido han sido muy poco ortodoxos en sus métodos y manifestaciones, unidos únicamente por un carácter violento y extremista.

La variedad de estos regímenes hace a menudo difícil ubicar un rasgo mínimo común del fascismo, lo cual permite que se le confunda con la dictadura militar, por ejemplo, o que haya quienes afirman que perteneció a una u otra orientación socio-económica.

Tradicionalmente, sin embargo, se ha considerado al fascismo como una manifestación de extrema derecha, antiliberal, que moviliza a la sociedad entera en contra de un enemigo externo real o imaginario, estableciendo una suerte de “ciudadanía militar”. Sin embargo, el método y el discurso específicos en que ello es llevado a cabo pueden variar enormemente.

Ver además: Totalitarismo

Características del fascismo

El fascismo suele reunir las siguientes características:

  • Es un movimiento ideológico o político nacionalista y militarista, de espíritu radical, violento y confrontativo, que exalta las nociones de patria y/o de raza, en detrimento de las minorías, los extranjeros y todo aquel considerado diferente.
  • Casi siempre apela a nociones de pureza, de combate y victoria, proclamándose además como heredero de un pasado glorioso a recuperar.
  • Fomenta la organización de fuerzas armadas irregulares o paralelas, con las que perseguir a sus adversarios y someter a la sociedad a un estado de amedrentamiento.
  • Propone un modelo de Estado de partido único, totalitario y autoritario, construido en torno a la supuesta infalibilidad de un líder carismático, al cual se le rinde culto a la personalidad.
  • En lo ideológico, suele proponerse como una “tercera vía” entre derecha e izquierda, lo cual generalmente significa aplicar de manera arbitraria prácticas asociadas a una u otra tendencia.

Origen del fascismo

Los orígenes del fascismo se remontan a la Italia de finales del siglo XIX, en la que existían diversos movimientos nacionalistas y revolucionarios de ideología diversa, llamados fascio (término traducible por haz, en el sentido del “haz de lictores”, símbolo de autoridad republicana en la Antigua Roma, instrumento denominado fasces en latín).

Benito Mussolini dirigía el Fascio de Milán. Bajo el mando de este líder carismático, todos estos movimientos se unieron en uno solo de alcance nacional en 1915. En 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial, se refundaron como Fasci italiani di combattimento (“Fascios italianos de combate”).

Este grupo llevó a cabo una lucha violenta y callejera en contra de huelguistas, izquierdistas y otros grupos políticos y sociales considerados por ellos como enemigos de la patria. Uno de sus impulsos fue el temor a que se desatara en las naciones de Europa una revolución proletaria como la acontecida en 1918 en la Rusia zarista, y que generó la Rusia comunista.

A medida que el movimiento de Mussolini ganaba más importancia política, se organizó para la toma del poder bajo el nombre de Partito Nazionale Fascista (“Partido Nacional Fascista”). Sus militantes conformaron una fuerza paramilitar llamada Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional, también conocidos como canicie nere (“camisas negras”), dedicados a acciones de asalto, asesinato e intimidación de sus oponentes políticos.

Tanto fue su poder, que en 1922 Mussolini obligó al propio Rey de Italia, Víctor Manuel III, a entregarle el poder de facto, luego de su famosa marcha sobre Roma. La era del fascismo en Italia había comenzado. Durante este surgimiento, diversas organizaciones semejantes imitaron la estética y la organización fascista en casi todos los países europeos y en varias naciones americanas.

Así surgieron:

  • Los camisas pardas (Sturmabteilung o SA) de Adolfo Hitler en Alemania, organizándose en torno a su propio líder carismático y a un fuerte sentimiento racista y antisemita.
  • Los camisas azules (conocidos como la Falange Española) de José Antonio Primo de Rivera en España, militantes de la causa ultracatólica y anticomunista.

También surgieron otras variantes en Inglaterra, Canadá, Francia, Rumanía, China, Hungría, Brasil, México o Estados Unidos, algunas de las cuales lograron también hacerse con el poder.

El triunfo del fascismo en Italia, del nazismo en Alemania y del franquismo en España (inmerso en la trágica Guerra Civil Española) crearon un eje político radical en la Europa de entreguerras, cuya expansión militar y luego territorial desencadenó la Segunda Guerra Mundial.

Ideología del fascismo

En un sentido estricto, el fascismo no es ni de derechas ni de izquierdas, sino que se ofrece como una tercera vía, igualmente opuesta a la democracia liberal capitalista, como a los movimientos obreristas y comunistas.

Sin embargo, la dificultad para clasificar ideológicamente al fascismo suele radicar en que puso en práctica ideas asociadas con diferentes posiciones del espectro ideológico: la estatización y regulación de la economía por un Estado fuerte e implacable, la exaltación de valores tradicionales y la pureza de la identidad patria, la utilización de mano de obra esclava o semiesclava en beneficio de empresas privadas cooperantes, etc.

Para algunos autores, el fascismo es la fase última del capitalismo más despiadado, capaz de despojar totalmente de derechos a sectores marginales de la población y así explotarlos económicamente hasta la muerte. Otros lo consideran un movimiento de raíces socialistas, propenso a la estatización de la sociedad y cuyo antimarxismo no le impediría asumir ciertas ideas compartidas con el leninismo.

En todo caso, resulta más simple definir ideológicamente al fascismo por aquello a lo que se opone. Los regímenes de este tipo suelen ser antiliberales, antimarxistas, anticomunistas, antidemocráticos, antiintelectuales y anticapitalistas. Ello se complementa con grados variables de racismo, chauvinismo, nacionalismo, agrarismo y de religiosidad.

Fascismo y nazismo

El fascismo italiano y el nazismo alemán fueron movimientos hermanos, surgidos a raíz de la brutal crisis económica de 1929 (la “Gran Depresión”) y la insatisfacción que desencadenó en sus poblaciones, vapuleadas por la reciente Primera Guerra Mundial y agitadas por el liderazgo de sus futuros dictadores, Benito Mussolini y Adolfo Hitler.

En ambos casos lograron el poder político y reorganizaron la sociedad a su antojo, militarizando a la ciudadanía y socavando los derechos de las minorías, especialmente de los judíos. En la retórica fascista, sobre todo la alemana, estas minorías eran tenidas por “razas inferiores” destinadas al exterminio o a la esclavitud, para otorgar a los pueblos más fuertes el suficiente “espacio vital” (Lebensraum, en palabras del propio Hitler) para crecer y florecer.

Estas ideas, especie de distorsión social del darwinismo, los condujeron a conquistar las naciones de la Europa del este y a construir campos de concentración y exterminio. Juntos se enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial contra las potencias aliadas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, como a la recién nacida Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.

Ni el fascismo ni el nazismo sobrevivieron la guerra. El primero cayó bajo la presión de la invasión aliada de Sicilia en 1943, cuando el propio rey italiano ordenó la detención de Mussolini, como una estrategia para firmar un armisticio con las fuerzas aliadas. Esto forzó a la Alemania nazi a invadir Italia en una operación de rescate, creando la República Social Italiana en el norte del país, un estado títere de los nazis.

En 1945, esta república fascista fue invadida por los aliados, y Mussolini intentó escapar junto a su amante Clara Petacci y otros jerarcas de su régimen, a través de la frontera con Suiza. Pero en el camino una patrulla de partisanos comunistas italianos les reconoció y detuvo. Fueron llevados a Milán, donde fueron ejecutados públicamente.

Por su parte, el régimen nazi fracasó en su campaña de anexión de los territorios de la Unión Soviética, y también en su absurdo plan de convocar a las naciones aliadas occidentales bajo su bandera anticomunista.

En abril de 1945 el Ejército Rojo penetró en Berlín, donde Hitler se refugiaba en su bunker cercano a la Cancillería del Reich. Allí el dictador y su amante Eva Braun cometieron suicidio y sus cuerpos fueron incinerados por sus seguidores, horas antes de la derrota y rendición total de Alemania.

Fascismo en la actualidad

A menudo se habla del resurgimiento del fascismo, bajo el nombre de neofascismo o neonazismo. Varios movimientos europeos surgidos en la década de 1980 y 1990 se adhirieron a esta ideología, exhibiendo una estética retro y una tendencia a la violencia callejera, así como al nacionalismo racista. Sin embargo, no tuvieron mayor relevancia en el panorama político de sus países.

A principios del siglo XXI distintos partidos de extrema derecha surgieron en las naciones europeas del centro y este, como Austria, Francia y Hungría. En algunos casos lograron conquistar el poder mediante elecciones.

Sin embargo, ninguno de ellos supuso realmente un revivir de los procedimientos fascistas, sino versiones mucho más moderadas, que sin embargo comparten rasgos del mismo sentimiento ultranacionalista y xenófobo.

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Referencias