Lengua y literatura

Poemas del dadaísmo de grandes autores (cortos)


El dadaísmo fue un movimiento artístico que pretendía demoler las bases de las ideas sobre el arte que existían al comienzo del siglo XX. Nació en la ciudad de Zurich, Suiza, en 1916. Algunos de sus representantes son Tristan Tzara, Wieland Herzfelde o Hugo Ball.

En ese momento se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y la ciudad recibía a muchísimos exiliados que huían del conflicto en sus países natales. En esa ciudad confluyó gran parte de la intelectualidad europea de la época que permitió que el movimiento ganara talentosos adeptos rápidamente.

El dadaísmo era una respuesta a la sociedad burguesa, a la brutalidad de la guerra y, sobre todo, al arte que esto generaba. Se propuso entonces la destrucción de todos los códigos y sistemas artísticos del momento.

Lista de poemas del dadaísmo y sus autores

-Tristan Tzara 

Para hacer un poema dadaísta

Coja un periódico.

Coja unas tijeras.

Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.

Recorte el artículo.

Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.

Agítela suavemente.

Ahora saque cada recorte uno tras otro.

Copie concienzudamente

en el orden en que hayan salido de la bolsa.

El poema se parecerá a usted.

Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.

Cuando los perros atraviesan el aire en un diamante como las ideas y el apéndice de la meninge señala la hora de despertar programa

premios son ayer conviniendo en seguida cuadros

apreciar el sueño época de los ojos

pomposamente que recitar el evangelio género se oscurece

grupo el apoteosis imaginar dice él fatalidad poder de los colores

talló perchas alelado la realidad un encanto ¡espectador todos al esfuerzo de la ya no es 10 a 12

durante divagación caracoleos desciende presión

volver de locos uno tras otro sillas sobre un monstruosa aplastando el escenario

celebrar pero sus 160 adeptos en paso en los puestos en mi nacrado

fastuoso de tierra plátanos sostuvo esclarecerse

júbilo demandar reunidos casi

de ha la uno tanto que le invocaba de las visiones

de los canta ésta ríe

sale situación desaparece describe aquella 25 danza salve

disimuló todo de no es fue

magnífica la ascensión tiene la banda mejor luz cuya suntuosidad escena me music-hall

reaparece siguiendo instante se agitar vivir

negocios que no prestaba 1 manera palabras vienen esa gente

Anochece

Vuelven los pescaderos con las estrellas del agua,

reparten comida a los pobres,

ensartan rosarios para los ciegos,

los emperadores salen de los parques

a esta hora que se asemeja

a la vejez de los grabados

y los criados bañan a los perros de caza,

la luz se pone los guantes

ábrete pues, ventana,

y sal, noche, del cuarto como el hueso del melocotón.

Dios peina la lana de los enamorados sumisos,

pinta los pájaros con tinta,

cambia la guardia en la luna.

-Vamos a cazar escarabajos

para guardarlos en una caja.

-Vamos al río para hacer vasos de barro.

-Vamos a la fuente para besarte.

-Vamos al parque comunal

hasta que cante el gallo

para escandalizar a la ciudad,

o al establo para acostarnos

para que te pinche la hierba seca

y oír el rumiar de las vacas

que después añorarán a los terneros.

Vamos, vamos, vamos.

– Wieland Herzfelde

Canto funebrulicular 

Wantía quantía wantía

Ahí está sentada mi tía

Desde que Ephraim se tragó la hucha

Deambula – ayayay –

Por ahí y no paga impuestos.

¡Wirt bañado en sudor masajea su culo

Con aplicación!

Safte vita rati rota sqa momofantieja,

¿Qué lloras tú, tía vieja?

¡Oelisante ha muerto! ¡Oelisante ha muerto!

¡Cielosantodiosmíocrucifixiónsacramentoschockmiseriaextrema!

Me debía todavía quince con cincuenta centavos.

– Hugo Ball 

El sol

Entre mis párpados avanza un carrito de niño.

Entre mis párpados va un hombre con un caniche.

Un grupo de árboles se torna un fajo de serpientes y silba por el cielo.

Una piedra sostiene una charla. Árboles en fuego verde. Islas flotantes.

Temblor y tintineo de conchas y cabeza de pescado como en el fondo del mar.

Mis piernas se extienden hasta el horizonte. Cruje una carroza

Muy a lo lejos. Mis botas sobresalen por encima el horizonte como torres

De una ciudad que se hunde. Soy el gigante Goliat. Queso de cabra digiero.

Soy un ternerito de mamut. Me olfatean los verdes erizos de pasto.

La hierba tiende sables y puentes y arcoíris verdes sobre mi barriga.

Mis orejas son conchas gigantes rosadas, bien abiertas. Mi cuerpo se hincha

Con los ruidos que quedaron presos adentro.

Escucho los balidos

Del inmenso Pan. Escucho la música bermeja del sol. Él permanece arriba

A la izquierda. Bermellón caen sus rasgones hacia la noche del mundo.

Cuando desciende aplasta la ciudad y las torres de la iglesia

Y todos los jardines colmados de crocus y jacintos, y habrá un sonido semejante

a las tonterías que disparan las trompetas de niños.

Pero hay en el aire un ventarrón de púrpura, yema de amarillo

y verde botella. Bamboleos, que un puño naranja aferra en largos hilos,

y un cantar de cuellos de ave que retozan por las ramas.

Un andamiaje muy tierno de banderas infantiles.

Mañana el sol será cargado en un vehículo de ruedas enormes

Y conducido a la galería de arte Caspari. Un negro cabeza de toro

Con la nuca abultada, nariz chata y paso amplio, llevará cincuenta

Asnos blancos y chispeantes, que tiran del carro en la construcción de las pirámides.

Se agolparán muchos países de colores sanguíneos.

Nanas y nodrizas,

Enfermos en ascensores, una grulla con zancos, dos bailarinas de San Vito.

Un señor con corbata de moño de seda y un guardia de rojos olores.

No puedo sostenerme: estoy lleno de dicha. Los marcos de las ventanas

Revientan. Cuelga una niñera de una ventana hasta el ombligo.

No puedo ayudarme: los domos se revientan con fugas de los órganos. Quiero

crear un nuevo sol. Quiero chocar los dos uno con otro

cual cimbales y alcanzarle la mano a mi dama. Nos esfumaremos

en una litera violeta sobre los techos de nuestra ciudad solamarilla

cual pantallas de papel de seda en la ventisca.

– Emmy Hennings

Después del cabaret

Me voy a casa pronto por la mañana.

El reloj marca las cinco, ya se hace de día,

pero aún está encendida la luz en el hotel.

El cabaret por fin ha cerrado.

En una esquina niños se acurrucan,

ya van al mercado las obreras

a la iglesia se va en silencio y de viejo.

Desde la torre repican las campanas,

y una puta con rizos salvajes

deambula todavía por allí, trasnochada y helada.

Ámame de manera pura por todos mis pecados.

Mira, he estado despierta más de una noche.

Tercer poema en “Die letzte Freude”

Y por las noches en plena oscuridad caen imágenes de las paredes y alguien ríe de forma tan fresca y amplia babosean tras de mi con manos largas. Y una mujer con pelo verde que me mira entristecida y dice que una vez fue madre, lamentablemente yo no puedo concebir. ‹Presiono espinas en mi corazón y mantengo la calma en silencio y lamentar quiero cada punzada porque así lo quiero.›

– Georges Ribemont-Dessaignes

– ¡Oh! – 

Depositó su sombrero en el suelo y lo llenó de tierra

Y sembró allí con el dedo una lágrima.

Un gran geranio surgió, tan grande.

Dentro del follaje maduró un número indefinido de calabazas

Abrió una boca llena de dientes con coronas de oro y dijo:

¡I griega!

Sacudió las ramas del sauce de Babilonia que refrescaba el aire

Y su mujer encinta, a través de la piel de su vientre,

Mostró al niño una luna creciente nacida muerta

Le puso en la cabeza el sombrero importado de Alemania.

La mujer abortó de Mozart,

Mientras pasaba en un coche blindado

Un arpista,

Y en mitad del cielo, palomas,

Tiernas palomas mejicanas, comían cantáridas.

Trombón de vara

Tengo en la cabeza un molinillo que gira con el viento

Y me eleva el agua a la boca

Y a los ojos

Para los deseos y los éxtasis

Tengo en las orejas un cucurucho lleno de color a ajenjo

Y en la nariz un loro verde que agita las alas

Y grita a las armas

Cuando caen del cielo semillas de girasol

La ausencia de acero en el corazón

Al fondo de las viejas realidades deshuesadas y corrompidas

Es parcial para las mareas lunáticas

Y en el cine soy capitán y alsaciana

Tengo en el vientre una pequeña máquina agrícola

Que siega y ata hilos eléctricos

Los cocos que arroja el mono melancolía

Caen como salivazos en el agua

Donde florecen en forma de petunias

Tengo en el estómago una ocarina y tengo el hígado virginal

Alimento a mi poeta con los pies de una pianista

Cuyos dientes son pares e impares

Y en las tardes de los tristes domingos

A las tórtolas enamoradas que se ríen como en el infierno

Les arrojo los sueños morganáticos.

– Francis Picabia

Hilandera

Es preciso asir el tiempo por los cabellos

Aparejar las hélices subconscientes

En el espacio del secreto.

Es preciso acariciar lo probable

Y creer en la imposibilidad

De los caminos que se cruzan.

Es preciso aprender a sopesar

Diez gramos de blanco, cinco gramos de negro,

En espera escarlata.

Es preciso saber caer desde abajo

Para favorecer el cenit

De los días privilegiados.

Es necesario amar las cuatro bocas

Que flotan alrededor de la sedosa duda

De los príncipes muertos.

Labios prolongados 

Sobre la boca del hachís

en el cuello de la cama

escotada hasta el ojal cotillón

doble efecto susurrado

yo he visto yo

la sopa de cebolla

rajada como un gong

gran rebaja.

Kurt Schwitters

A Ana Flor 

Oh, tú, amada de mis 27 sentidos, ¡te amo!

Tú, de ti, te a ti, yo a ti, tú a mí – – – ¿nosotros?

Este, a propósito, no es el lugar.

Quién eres, incontable mujerzuela, eres, ¿eres tú?

La gente dice que serías.

Déjalos hablar, no saben cómo se sostiene el campanario.

 

Llevas el sombrero en los pies y andas sobre las manos,

Sobre las manos andas.

 

Hola, Tus vestidos rojos, aserrados en pliegues blancos,

Roja te amo Ana Flor, roja te amo.

Tú, de ti, te a ti, yo a ti, tú a mí – – – ¿nosotros?

Su lugar está, a propósito, en la brasa fría.

Ana Flor, roja Ana Flor, ¿qué dice la gente?

CONCURSO: 

1.)    Ana Flor tiene un pájaro.

2.)    Ana Flor es roja.

3.)    De qué color es el pájaro.

 

Rojo es el color de tu pelo amarillo,

Rojo es el color de tu pájaro verde.

Tú, simple muchacha en ropa de diario,

Tú, querido animal verde, ¡te amo!

Tú, de ti, te a ti, yo a ti, tú a mí – – – ¿nosotros?

Su lugar, a propósito, está – – – en el brasero.

 

Ana Flor, Ana, ¡A – – – N – – –A!

Vierto gota a gota tu nombre.

Tu nombre gotea como sebo blando.

¿Sabes, Ana, sabes ya,

Que también se te puede leer por detrás?

Y tú, tú, la más maravillosa de todas,

Tú eres por detrás como por delante:

A – – – N – – –A

Sebo gotea CARICIAS por mi espalda.

Ana Flor,

Tú, animal que goteas,

¡Yo – – – te – – – amo!

– Man Ray y Christian Morgnstern 

Canción nocturna de los peces

La nieve ha caído

una gran página blanca permanece abierta,

negros árboles desnudos brotan de entre el blanco,

palabras escritas en negro sobre blanco:

un lenguaje muerto.

Hombres y mujeres vestidos caminan sobre

palabras formándose a sí mismas en negro sobre blanco:

un lenguaje vivo.

– Walter Serner

Hay que leer a Shakespeare

Hay que leer a Shakespeare

Era un verdadero idiota

Pero leed a Francis Picabia

Leed a Ribemont-Dessaignes

Leed a Tristan Tzara

Y no leeréis más. 

Decid Sí

Decid “¡Sí!”

Y decid “¡No!”

Y ahora decid “¿Por qué no?”

Gracias

Me siento mejor

– Philippe Soupault

Hacia la noche

Es tarde

en la sombra y en el viento

un grito asciende con la noche

No espero a nadie

a nadie

ni siquiera a un recuerdo

Hace ya tiempo que pasó la hora

pero ese grito que lleva el viento

y empuja hacia adelante

viene de un lugar que está más allá

por encima del sueño

No espero a nadie

pero aquí está la noche

coronada por el fuego

de los ojos de todos los muertos

silenciosos

Y todo lo que debía desaparecer

todo lo perdido

hay que volver a encontrarlo

por encima del sueño

hacia la noche.

Servidumbres

Era de noche ayer

pero los anuncios luminosos cantan

los árboles se estiran

la estatua de cera del peluquero me sonríe

Prohibido escupir

Prohibido fumar

rayos de sol en las manos me has dicho

hay catorce

 

Invento calles desconocidas

nuevos continentes florecen

los periódicos saldrán mañana

Cuidado con la pintura

Iré a pasear desnudo con el bastón en la mano.

– Richard Hüelsenbeck

Planicie 

Vejiga de cerdo timbal cinabrio cru cru cru

Theosophia pneumatica

El gran arte espiritual = poème bruitiste interpretado

por primera vez por Richard Hüelsenbeck DaDa

o o birribán birribán el buey da vueltas sin parar o

trabajos de perforación para piezas de minas de mortero ligeras 7,6 cm.  Chauceur

porcentaje soda calc. 98/100%

perro de muestra damo birridamo holla di funga qualla di mango damai da

dai umbala damo

brrs pffi commencer Abrr Kpppi commence principio principio

se he fe en casa preguntado

trabajo

trabajjo

brä brä brä brä brä brä brä brä  brä

sokobauno sokobauno.

-Andre Breton

Habrá

De dónde proviene ese murmullo de fuente

Aunque la llave no se quedó en la puerta

Cómo hacer para desplazar estas inmensas piedras negras

Ese día temblaré por haber perdido un rastro

En uno de los barrios intrincados del Lyon

Una bocanada de menta sucedió cuando yo iba a cumplir

veinte años

Ante mí el hinótico sendero con una mujer sombríamente

feliz

Por lo demás las costumbres van cambiando mucho

La gran prohibición será levantada

Una libélula la gente correrá a escucharme en 1950

En esta encrucijada

Lo más hermoso que he conocido es el vértigo

Y cada 25 de mayo al atardecer el viejo Delescluze

Con su máscara augusta baja al Chateau-d’Eau

Parece como si alguien estuviese barajando cartas de espejo

en la sombra.

Guerra

Yo miro a la Bestia mientras se lame

Para confundirse mejor con todo lo que le rodea

Sus ojos color de oleaje

De súbito son la charca de donde sale la ropa sucia de los detritus

La charca que detiene siempre al hombre

Con su pequeña plaza de la Opera en el vientre

Pues la fosforescencia es la clave de los ojos de la Bestia

Que se lame

Y su lengua

Asestada no se sabe nunca de antemano hacia dónde

Es una encrucijada de hoguera

Desde debajo de ellas contempla su palacio hecho de lámparas metidas en sacos

Y bajo la bóveda azul de rey contemplo

Arquillos desdorados en perspectiva uno metido en otro

Mientras corre el aliento hecho con la generalización hasta el

Infinito de uno de eso miserables con el torso desnudo

Que se presentan en la plaza pública tragando antorchas

De petróleo entre su agria lluvia de monedas

Las pústulas de la bestia resplandecen con esas hecatombes de

Jóvenes con los cuales se hacía el Número

Los flancos protegidos para las reverberantes escamas que son los ejércitos

Inclinados cada uno de los cuales gira a la perfección sobre su bisagra

Aunque ellos dependen de unos de otros no menos que los gallos

Que se insultan en la aurora de estercolero a estercolero

Se pone de relieve el defecto de la conciencia pero sin embargo

Algunos se obstinan en sostener que va a amanecer

La puerta quiero decir la Bestia se lame bajo el ala

Y convulsionándose de risa se ven a los rateros al fondo de una taberna

El espejismo con el cual se había fabricado la bondad se resuelve

En un yacimiento de mercurio

Podría muy bien lamerse de un solo golpe

He creído que la Bestia se revolvía hacia mí he vuelto a ver la suciedad del relámpago

Qué blanca es en sus membranas en el claro de sus bosques de

Abedules donde se organiza la vigilancia

En los cordajes de su barcos en cuya proa se hunde una mujer

Que el cansancio del amor ha engalanado con su antifaz verde

Falsa alarma la Bestia guarda sus garras en una corona eréctil alrededor de sus senos

Trato de no vacilar demasiado cuando ella menea la col

Que es a la vez carroza biselada y latigazo

Entre el calor sofocante de la cicindela

Desde su litera manchada de sangre negra y de oro la luna afila

Uno de su cuernos en el árbol entusiasta del agravio

Halagada

La Bestia se lame el sexo no he dicho nada.

– Jean Arp

El padre, la madre, el hijo, la hija

El padre se ha colgado

en lugar del péndulo.

La madre es muda.

La hija es muda.

El hijo es mudo.

Los tres siguen

el tic tac del padre.

La madre es de aire.

El padre vuela a través de la madre.

El hijo es uno de los cuervos

de la plaza San Marcos en Venecia.

La hija es una paloma mensajera.

La hija es dulce.

El padre se come a la hija.

La madre corta al padre en dos

se come una mitad

y ofrece la otra al hijo.

El hijo es una coma.

La hija no tiene pies ni cabeza.

La madre es un huevo espoleado.

De la boca del padre

cuelgan colas de palabras.

El hijo es una pala rota.

El padre no tiene más remedio

que trabajar la tierra

con su larga lengua.

La madre sigue el ejemplo de Cristóbal Colón.

Camina sobre las manos desnudas

y atrapa con los pies desnudos

un huevo de aire tras otro.

La hija remienda el desgaste de un eco.

La madre es un cielo gris

por el que vuela bajo muy bajo

un padre de papel secante

cubierto de manchas de tinta.

El hijo es una nube.

Cuando llora, llueve.

La hija es una lágrima imberbe.

Las piedras domésticas

las piedras son entrañas

bravo bravo

las piedras son troncos de aire

las piedras son ramas de agua

sobre la piedra que ocupa el lugar de la boca

brota una espina

bravo

una voz de piedra

está frente a frente

y codo a codo

con una mirada de piedra

las piedras sufren los tormentos de la carne

las piedras son nubes

pues su segunda naturaleza

baila sobre su tercera nariz

bravo bravo

cuando las piedras se rascan

las uñas brotan en las raíces

las piedras tienen orejas

para comer la hora exacta.

-Louis Aragon

Habitaciones

Hay habitaciones hermosas como heridas

Hay habitaciones que os parecerían triviales

Hay habitaciones de súplicas

Habitaciones de luz baja

Habitaciones dispuestas para todo salvo para la dicha

Hay habitaciones que para mí estarán siempre de mi sangre

Salpìcadas

En todas la habitaciones llega un día en que el hombre en ellas se

Desuella vivo

En que cae de rodillas pide piedad

Balbucea y se vuelca como un vaso

Y sufre el espantoso suplicio del tiempo

Derviche lento es el redondo tiempo que sobre sí mismo gira

Que observa con ojo circular

El descuartizamiento de su destino

Y el ruido mínimo de angustia que precede a las

Horas las medias

No sé jamás si lo que va a anunciar es mi muerte

Todas las habitaciones son salas de justicia

Aquí conozco mi medida y el espejo

No me perdona

Todas las habitaciones cuando finalmente me duermo

Han lanzado sobre mí el castigo de los sueños

Pues no sé qué es peor si soñar o vivir.

Cántico a Elisa (Obertura)

Te toco y veo tu cuerpo y tú respiras,

ya no es el tiempo de vivir separados.

Eres tú; vas y vienes y yo sigo tu imperio

para lo mejor y para lo peor.

Y jamás fuiste tan lejana a mi gusto.

Juntos encontramos en el país de las maravillas

el serio placer color de absoluto.

Pero cuando vuelvo a vosotros al despertarme

si suspiro a tu oído

como palabras de adiós tú no las oyes.

Ella duerme. Profundamente la escucho callar.

Ésta es ella presente en mis brazos, y, sin embargo,

más ausente de estar en ellos y más solitaria

de estar cerca de su misterio,

como un jugador que lee en los dados

el punto que le hace perder.

El día que parecerá arrancarla a la ausencia

me la descubre más conmovedora y más bella que él.

De la sombra guarda ella el perfume y la esencia.

Es como un sueño de los sentidos.

El día que la devuelve es todavía una noche.

Zarzales cotidianos en que nos desgarramos.

La vida habrá pasado como un viento enfadoso.

Jamás saciado de esos ojos que me dan hambre.

Mi cielo, mi desesperación de mujer,

trece años habré espiado tu silencio cantando.

Como las madréporas inscriben el mar,

embriagando mi corazón trece años, trece inviernos,

trece veranos;

habré temblado trece años sobre un suelo de quimeras,

trece años de un miedo dulce amargo,

y conjurado peligros aumentados trece años.

¡Oh niña mía!, el tiempo no está a nuestra medida

que mil y una noche son poco para los amantes.

Trece años son como un día y es fuego de pajas.

El que quema a nuestros pies malla por malla

el mágico tapiz de nuestra soledad.

-Giuseppe Ungaretti

Vagabundo

En ninguna parte de la tierra me puedo arraigar.

A cada nuevo clima que encuentro descubro desfalleciente

que una vez ya le estuve habituado.

Y me separo siempre extranjero.

Naciendo tornado de épocas demasiado vividas.

Gozar un solo minuto de vida inicial.

Busco un país inocente.

La madre

Y cuando el corazón de un último latido

haya hecho caer el muro de sombra,

para conducirme, madre, hasta el Señor,

como una vez me darás la mano.

De rodillas, decidida,

serás una estatua delante del Eterno,

como ya te veía

cuando estabas todavía en la vida.

Alzarás temblorosa los viejos brazos,

como cuando expiraste

diciendo: Dios mío, heme aquí.

Y sólo cuando me haya perdonado

te entrarán deseos de mirarme.

Recordarás haberme esperado tanto

y tendrás en los ojos un rápido suspiro.

-Zain Guimerl

Primer manifiesto Agu

En un principio la emoción fue.

Agú. Lo elemental. La voz alógica.

El primer grito de la carne.

Hoy sólo queda la palabra, sobajeada y sobajeada.

Lunar postizo, colorete.

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Referencias

  1. “Dada”. The Art Story. Recuperado de theartstory.org.
  2. Martinique, Elena. “Stumbling Across Dada Poetry”. Recuperado de widewalls.ch.