Poemas cubistas de autores famosos
Los poemas cubistas tuvieron a su máximo representante en la figura de Apollinaire, el cuál adaptó el cubismo pictórico a la literatura. Aportó la forma surrealista de escribir, rompiendo la sintaxis y la estructura lógica en sus poemas, haciendo uso y dándole importancia protagónica al color, la tipografía, los dibujos hechos con palabras y letras de diferentes formas, vacíos, etc.
A esto se le llama “caligramas” o “ideogramas”, y es lo que en la actualidad es conocido como “Poesía visual”. El cubismo nació en Francia a principios del siglo XIX, teniendo su máxima representatividad en la pintura, pero también influenció todas las ramas de la cultura.
Fue una corriente artística que vino a romper de manera drástica y contundente los cánones establecidos.
Lista de poemas representativos del cubismo
Reconócete – Apollinaire
Este poema escrito en forma de caligrama, está dispuesto alrededor de la figura de su amada reproducida en una fotografía.
En ella se le puede ver luciendo un sombrero de paja que en esa época había puesto muy de moda una diseñadora principiante: Coco Chanel.
Su traducción es más o menos como sigue: Reconócete, esta hermosa persona eres tú, bajo el sombrero. Tu cuello exquisito (forma el cuello y el hombro izquierdo). Y esta es en fin, la imperfecta imagen, imagen de tu busto adorado visto a través de una nube (parte derecha de su cuerpo), un poco más abajo está tu corazón que late (parte izquierda del cuerpo).
Caballo – Apollinaire
En realidad este caligrama forma parte de una serie de cartas que Apollinaire y su amante Lou intercambiaron durante la I Guerra Mundial, en la cual, el poeta sirvió.
Eran cartas y poemas encendidos y muy eróticos, que cuando salieron a la luz pública causaron revuelo y censura.
El Puñal – José Juan Tablada
Tablada fue un escritor y poeta mexicano que desarrolló su prolífico material en la época de la Revolución mexicana. De orientación vanguardista, cultivó el haikú (poesía japonesa) y también los ideogramas, influenciado por Apollinaire.
Girándula – Guillermo de la Torre
De la torre fue un poeta español que nació a principios del siglo XX y que estuvo casado con la hermana del poeta argentino Jorge Luis Borges.
Texto que se encoge – Guillermo Cabrera Infante
Escritor cubano nacido en 1929. Crítico de cine y periodista, diplomático en los primeros años del gobierno castrista, luego disidente, asilado y nacionalizado británico. Falleció en 2005.
Impresión de La Habana – José Juan Tablada
La paloma apuñalada y el surtidor – Apollinaire
Dulces figuras apuñaladas , caros labios floridos,
MIA, MAREYE, YETTE, LORIE, ANNIE y tú, MARIE,
dónde estáis muchachas,
PERO cerca de un surtidor que llora y reza,
esta paloma se extasía.
Todos los recuerdos de antaño
Oh amigos míos que os fuisteis a la guerra
Brotan hacia el firmamento
Y vuestras miradas en el agua dormida
Mueren melancólicamente.
¿Dónde están Braque y Max Jacob
Derain el de los ojos grises como el alba?
¿Dónde están Raynal, Billy, Dalize
Cuyos nombres se melancolizan
Como pasos en una iglesia ?
¿Dónde está Cremnitz que se alistó?
Quizá están ya muertos
De recuerdos mi alma está llena
El surtidor llora sobre mi pena
LOS QUE PARTIERON A LA GUERRA DEL NORTE COMBATEN AHORA
La noche cae OH sangriento mar
Jardines donde sangra abundantemente el laurel rosa flor guerrera
París – Apollinaire
Un poema escrito siguiendo la silueta de la popular Torre Eiffel. Aquí está traducida al castellano.
La luna-José Juan Tablada
Es mar la noche negra,
la nube es una concha,
la luna es una perla.
Express-Vicente Huidobro
Una corona yo me haría
De todas las ciudades recorridas
Londres Madrid París
Roma Nápoles Zurich
Silban en los llanos
Locomotoras cubiertas de algas
Aqui nadie ha encontrado
de todos los ríos navegados
Yo me haría un collar
El Amazonas El Sena
El Támesis El Rin
Cien embarcaciones sabias
Que han plegado las alas
Y mi canción de marinero huérfano
Diciendo adiós a las playas
Aspirar el aroma del Monte Rosa
Trenzar las canas errantes del Monte Blanco
Y sobre el Zenit del Monte Cenis
Encender en el sol muriente
El último cigarro
Un silbido horada el aire
No es un juego de agua
Adelante
Apeninos gibosos
Marchan hacia el desierto
Las estrellas del oasis
Nosdarán miel de sus dátiles
En la montaña
El viento hace crujir las jarcias
Y todos los montes dominados
Los volcanes bien cargados
Levarán el ancla.
Tertulia del Pompo-Guillermo de la Torre
Este café tiene algo de talanquera
y de vagón de tercera.
No hay mucho tabaco y se hace mucho humo.
Yo el noveno poeta español presumo
delante del Alcalde de zafra, que enluta sus canas
(once piastras de tinta todas las semanas).
Ventilador. Portugueses.
Acento de Sevilla, ¡dorada ciudad!
Y de mi Bilbao fogonero.
¡Camarero!
Café con leche, mitad y mitad.
Grita Llovet. Calla Bacarisse.
Solana consagra.
Si habla Peñalver, parece que se abre una visagra.
León Felipe, ¡duelo!
No tiene
ni
patria
ni
silla
ni abuelo;
¡Duelo! ¡Duelo! ¡Duelo!
Yo le doy un consuelo,
un
pañuelo
y
otro
pañuelo.
Llega
Monsieur Lasso de la Vega.
Il vient de diner a l’Hôtel Ritz.
Il sait bien son rôle.
Et il porte sa fleur.
¡Parole
d’honneur!
En los rincones algunas parejas
de seguridad y de señoras amarillas
miran a Torre y se estremecen
los guardias y las viejas
él las cita a banderillas
con las orejas.
Discusión sin fin
sobre si es ultraísta Valle Inclán
que si patatín
que si patatán.
En el mostrador suena un timbre trin.
trin. trin. triiinn.
unos pocos pagan y todos se van.
. Silencio, sombra, cucarachas bajo el diván.
Las islas surgieron del océano-Guillermo Cabrera Infante
Las islas surgieron del océano, primero como islotes aislados, luego los cayos se hicieron montañas y las aguas bajas, valles. Más tarde las islas se reunieron para formar una gran isla que pronto se hizo verde donde no era dorada o rojiza. Siguieron surgiendo al lado las islitas, ahora hechas cayos y la isla se convirtió en un archipiélago: una isla larga junto a una gran isla redonda rodeada de miles de islitas, islotes y hasta otras islas. Pero como la isla larga tenía una forma definida, dominaba el conjunto y nadie ha visto el archipiélago, prefiriendo llamar a la isla isla y olvidarse de los miles de cayos, islotes, isletas que bordean la isla grande como coágulos de una larga herida verde.
Ahí está la isla, todavía surgiendo de entre el océano y el golfo: ahí está.
Poemas de espuma de mar…-Juan Gris (Jose V. Gonzalez)
Silbabas un nocturno, resbalaba,
bodegones, guitarras escondidas
reverencias de pipa y mandolina,
abismos entre la cara y la cara.
En los ojos de una mujer sentada
sueñas París en su monocromía,
música, pintores y poesía,
y sus moradas grises segmentadas.
Descomponías desde las ventanas
el gris y el ocre en papel recortado,
dabas volumen plegando bisagras.
Cuidabas versos de Manuel Machado,
que nadie los despojase de su “Alma”.
Tú hiciste una guerra de hombre escapado.
La botella de anís en los bodegones de Juan Gris-Juan gris (Jose V. Gonzalez)
Eran los tiempos del anís del mono
y la intoxicación del costumbrismo.
La pintura, tal cual. Con el cubismo
la botella de anís cambió de tono.
Juan Gris fue su marchante y su patrono.
Primera dama del bodegonismo,
la botella de anís ya no es lo mismo
sentada entre colores en su trono.
Una mesa, un azul, o sólo nada,
que la pintura cuando se la inventa
resulta más bellísima al revés.
Y, totalmente intelectualizada,
la botella de anís escucha atenta
lo que cuenta un periódico francés.
I y II-Pablo Picasso
(I)
vi salir
esta noche
del concierto
en la sala Gaveau
a la última
persona
y después me alejé por la misma calle y fui al estanco a
buscar cerillas
(II)
espejo en tu marco de corcho tirado al mar entre las olas no ves sólo el relámpago el cielo y las nubes con tu boca abierta dispuesta a tragarse el sol mas si un pájaro pasa y por un instante vive en tu mirada al instante se queda sin ojos caídos al mar ciego y qué carcajadas en ese preciso momento brotan de las olas.
La ciudad-Max Jacob
No te detengas
nube sobre la ciudad horrible
todo allí siente la pez
el asfalto y los comestibles.
Bella nube plateada
no te detengas sobre la ciudad
Mira esa gente
¿se pueden ver rostros más viles?
No han robado
ni han matado a sus hermanos
pero están dispuestos a ello.
El azul dice allí arriba
Brillo para las flores y las hierbas
y para los pájaros
Brillo para los árboles soberbios.
Brillo para los santos
para los niños, para los inocentes
para aquellos a los que compadezco
por vivir con los fratricidas.
Por ellos el Padre Eterno
dio esplendor a los campos
por ellos es el cielo
consolación de los Humildes.
Puertas del infierno-Max Jacob
El cuerno de caza llama igual que una campana
igual que un color en los bosques.
El cuerno lejano de árboles en forma de roca.
Es la caza del unicornio
ven con nosotros que somos tus amigos.
El camino está marcado por el caballo
y la silla de montar
caballo y silla atados a los árboles.
Se sientan a la mesa delante de la casa
cada uno se pone a su gusto
para comer bogavante y mayonesa
¡Ven! tus amigos te llaman.
Pero yo escuchaba gritos que venían de la casa
y luego me sentaron ante botellas brillantes
me di cuenta de que no conocía a nadie.
Y esos gritos de dolor que venían de la casa
se mezclaban con las charlas, con las canciones.
A lo lejos cantaba el gallo como una carcajada.
Mi buen ángel me susurró al oído: ¡ten cuidado!
Demasiado tarde temblaba ya la tierra bajo mis pies.
¡Señor, socorredme, socorredme, Dios mío!
Un loco que se ha vuelto loco-Francis Picabia
La luna se ha acostado en una chimenea
hacia frío en la calle
oigo la lluvia
estoy sentado a la espera de nada
he encontrado una
busco dos
dos hojas para la corona
de la herencia
del fantasma solitario
que se arrastra hacia el amor
para vaciar mi corazón.
Vréneli-Francis Picabia
La habitación de Vréneli
en la que vivíamos
tenía papel pintado color rosa
una cama capitonée de damasco melocotón
un reloj de péndulo señalaba el mediodía
O la medianoche desde ayer
ella se desnudó
un poco como una inglesa
su vestido tenía diagonales
y cuadros.
Sólo es mío-Marc Chagall
Solo es mío
el pueblo que está en mi alma.
Entro allí sin pasaporte
como en mi casa.
El sabe mi tristeza
y mi soledad.
El me depara el sueño
y me cubre con una piedra
perfumado.
En mí florecen jardines.
Mis flores son inventados.
Las calles me pertenecen
pero no hay casas;
fueron desde la niñez destruidas
Sus habitantes vagan por el aire
en busca de alojamiento.
Pero viven en mi alma.
He ahí por qué sonrío
cuando mi sol apenas brilla,
o lloro
como leve lluvia en la noche.
Hubo un tiempo en que yo tenía dos cabezas.
Hubo un tiempo en que mis dos rostros
se cubrían de un vapor enamorado
y se desvanecían como el perfume de una rosa.
Hoy me parece
que aun cuando retrocedo
voy hacia adelante,
hacia un alto portal
detrás del cual se yerguen los muros
donde duermen truenos extinguidos
y relámpagos plegados.
Sólo es mío
el pueblo que está en mi olma.
A los artistas mártires (fragmento)-Marc Chagall
¿Los conocí a todos? ¿Fui
a sus talleres? ¿Vi su arte
de cerca o de lejos?
Ahora salgo de mí, de mi tiempo,
voy hacia su tumba desconocida,
ellos me llaman, me arrastran al fondo
de su agujero –a mí el inocente- a mí el culpable.
Me preguntan “¿Dónde estabas?” Huí.
A ellos los llevaban al rincón de su muerte
y allí se comieron su propio sudor.
Allí alcanzaron a ver la luz
de sus lienzos no pintados.
Contaron los años no vividos,
vigilados y esperados…
Primicias crueles-Jean Cocteau
Una flecha a veces sana un corazón enfermo.
Alucinaciones, ábranme este erizo de mar
marinal. Quiero además ser el médico
ladrón de joyas que abra una granada.
La Virgen Santa envió este dibujo
de milagroso azul a cada camarada
no se dijo palabra antes de entrar;
estaba un poco a la izquierda, bajo el seno.
Sueño, ¿por qué mentir? Si necesitas rehenes
he aquí el macetón, montículo de estratos
perfumados y la trama y el huevo de los alacranes.
Si el aduanero aumenta la grieta
con granadas, simulando trajes,
mete la mano en todos los rubíes de la infanta.
Los perros ladran a lo lejos-Jean Cocteau
Los perros ladran a lo lejos y, cerca, canta el gallo.
Es tu forma de ser, oh! naturaleza traviesa
pero Abril lo cambia todo la mañana siguiente,
viste los maduros frutales de suave satén,
tiñe la viña y la mariposa de tonalidades azufre,
en el néctar de la rosa embriaga a los abejorros,
y anuda los lazos del amor desatado.
Así canta un poeta amado por dioses salvajes,
Y que, como Jano, posee varias bocas.
Haikus-José Juan Tablada
La araña
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.
El saúz
Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz…
Los gansos
Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.
El pavorreal
Pavorreal, largo fulgor,
por el gallinero demócrata
pasas como procesión.
La tortuga
Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.
Hojas secas
El jardín esta lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.
Los sapos
Trozos de barro,
por la senda en penumbra,
Saltan los sapos.
El murciélago
¿Los vuelos de la golondrina
ensaya en la sombra el murciélago
para luego volar de día…?
Mariposa nocturna
Devuelve a la desnuda rama,
mariposa nocturna,
las hojas secas de tus alas.
Luciérnagas
Luciérnagas en un árbol…
¿Navidad en verano?
El ruiseñor
Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.
La luna
La Luna es araña
de plata
que tiene su telaraña
en el río que la retrata.
Espantapájaros-Oliverio Girondo
No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible
– no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres…
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
“¡María Luisa! ¡María Luisa!”… y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera…,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes…
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.
Interlunio (fragmento)-Oliverio Girondo
Lo veo, recostado contra una pared, los ojos casi
fosforescentes, y a los pies, una sombra más titubeante,
más andrajosa que la de un árbol.
¿Cómo explicar su cansancio, ese aspecto de casa
manoseada y anónima que sólo conocen los objetos
condenados a las peores humillaciones?…
¿Bastaría con admitir que sus músculos prefirieron
relajarse a soportar la cercanía de un esqueleto capaz de
envejecer los trajes recién estrenados?… ¿O tendremos que
persuadirnos de que su misma artificialidad terminó por
darle la apariencia de un maniquí arrumbado en una
trastienda?…
Las pestañas arrasadas por el clima malsano de sus
pupilas, acudía al café donde nos reuníamos, y acodado en
un extremo de la mesa, nos miraba como a través de una
nube de insectos.
Es indudable que sin necesidad de un instinto
arqueológico desarrollado, hubiera sido fácil verificar que no
exageraba, desmesuradamente, al describir la fascinante
seducción de sus atractivos, con la impudicia y la impunidad
con que se rememora lo desaparecido… pero las arrugas y
la pátina que corroían esos vestigios le proporcionaban una
decrepitud tan prematura como la que sufren los edificios
públicos…
Visita-Oliverio Girondo
No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme,
Díganle:
“se ha mudado”.
Ella-Vicente Huidobro
Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo
Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla
Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma
Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas
Razón-Juan Larrea
Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor, poema
es esto
y esto
y esto
Y esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy,
que existe
porque existo
y porque el mundo existe
y porque los tres podemos dejar correctamente de existir.
Espinas cuando nieva-Juan Larrea
En un huerto de Fray Luis
Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra
cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra
alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas
Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua
de una tarde de sol los gestos a flor de agua
los ojos a flor de invierno
Tú que en la alcoba del viento estás velando
la inocencia de depender de la hermosura volandera
que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho mas débil.
Tú que asumes luz y abismo al borde esta carne
que cae hasta mis pies como una viveza herida
Tú que en selvas de error andas perdida.
Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha.
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Referencias
- El caligrama de Guillaume Apollinaire en la Exposición Culture Chanel. Recuperado de trendencias.com.
- Primera edición española de las cartas a Lou de Apollinaire. Recuperado de elcorreogallego.es.