8 Poemas del Futurismo de Grandes Autores
Te dejamos una lista de poemas del futurismo de grandes autores como Filippo Tomasso Marinetti, Vladímir Mayakovski, Wilhelm Apollinaire de Kostrowitsky o Borís Pasternak.
El futurismo es una corriente artística de vanguardia creada por el italiano Filippo Tommaso Marinetti a principios del siglo XX, y su influencia abarcó otras áreas del arte, como la literatura.
Si bien la corriente futurista tuvo gran auge en el ámbito de las artes plásticas, el futurismo se originó en las letras y su fundador, Marinetti era, de hecho, poeta.
Esta corriente tiene como características principales la exaltación de la originalidad, contenidos que refieren al movimiento (tiempo, velocidad, fuerza, energía, ritmo) y a la modernidad (maquinas, automóviles, ciudades, dinamismo).
5 poemas de los autores futuristas más conocidos
Abrazarte
Cuando me dijeron que te habías marchado
Adonde no se vuelve
Lo primero que lamenté fue no haberte abrazado más veces
Muchas más
Muchas más veces muchas más
La muerte te llevó y me dejó
Tan solo
Tan solo
Tan muerto yo también
Es curioso,
Cuando se pierde alguien del círculo de poder
Que nos-ata-a-la vida,
Ese redondel donde sólo caben cuatro,
Ese redondel,
Nos atacan reproches (vanos)
Alegrías
Del teatro
Que es guarida
Para hermanos
Y una pena, pena que no cabe dentro
De uno
Y una pena, pena que nos ahoga
Es curioso,
Cuando tu vida se transforma en antes y después de,
Por fuera pareces el mismo
Por dentro te partes en dos
Y una de ellas
Y una de ellas
Se esconde dormida en tu pecho
En tu pecho
Como lecho
Y es para siempre jamás
No va más
En la vida
Querida
La vida
Qué tristeza no poder
Envejecer
Contigo.
Autor: Filippo Tomasso Marinetti
Poeta y Obrero
Somos parejos.
Compañeros, dentro de la masa obrera.
Proletarios de cuerpo y de alma.
Solo juntos hermosearemos el mundo
Y lo impulsaremos con himnos.
Autor: Vladímir Mayakovski
Canción del Automóvil
A MON PÉGASE L’AUTOMOBILE
¡Dios vehemente de una raza de acero,
automóvil ebrio de espacio,
que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!
¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,
nutrido de llamas y aceites minerales,
hambriento de horizontes y presas siderales
tu corazón se expande en su taf-taf diabólico
y tus recios neumáticos se hinchen para las danzas
que bailen por las blancas carreteras del mundo!
Suelto, por fin, tus bridas metálicas…
¡Te lanzas con embriaguez el Infinito liberador!
Al estrépito del aullar de tu voz…
he aquí que el Sol poniente va Imitando tu andar veloz,
acelerando su palpitación sanguinolento a ras del horizonte…
¡Míralo galopar al fondo de los bosques!…
¡Qué importa, hermoso Demonio!
A tu merced me encuentro…
¡Tómame sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos,
bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro,
camino exasperando mi fiebre y mi deseo,
con el puñal del frío en pleno rostro!
De vez en vez alzo mi cuerpo para sentir en mi cuello,
que tiembla la presión de los brazos helados
y aterciopelados del viento.
¡Son tus brazos encantadores y lejanos que me atraen!
Este viento es tu aliento devorante,
Insondable Infinito que me absorbes con gozo…
¡Ah! los negros molinos desmanganillados
parece de pronto que,
sobre sus aspas de tela emballenada
emprenden una loca carrera
como sobre unas piernas desmesurados…
He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar
sobre mi fuga capas de frescor soñoliento…
¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!…
¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths
que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos,
ya desfilasteis… ya estáis ahogadas
en la madeja de las brumas!…
Y vagamente escucho el estruendo rechinante
producido en las carreteras
por vuestras piernas colosales de las botas de siete leguas…
¡Montañas de las frescas capas de cielo!…
¡Bellos ríos que respiráis al claro de luna!…
¡Llanuras tenebrosas Yo os paso el gran galope
de este monstruo enloquecido…
Estrellas, Estrellas mías,
¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos
y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre?
¡Acepto con Vosotras la opuesta,
Estrellas mías … ¡Más pronto!…
¡Todavía más pronto ¡Sin una tregua¡
¡Sin ningún reposo ¡Soltad los frenos!…
¡Qué! ¿no podéis?… ¡Rompedlos!… ¡Pronto!
¡Que el pulso del motor centuplique su impulso!
¡Hurra! ¡No más contacto con nuestra tierra inmunda!
¡Por fin me aparto de ella y vuelo serenamente
por la escintilante plenitud de los Astros
que tiemblan en su gran lecho azul!
Autor: Filippo Tomasso Marinetti
¡Escuchad!
¡Escuchad!
Acaso, si las estrellas brillan,
¿es que hay a quien le haga falta?
¿Es que alguien quiere que estén?
¿Es que alguien toma estas escupitinas por perlas?
Y a gritos,
Entre polvaredas de mediodía,
Se abre paso hacia dios,
Teme que nadie lo espere,
llora,
besa su mano nervuda,
ruega,
!habrá por fuerza una estrella!
clama,
¡no aguantará este calvario a oscuras!
Y después
Anda inquieto,
con expresión de calma.
Le dice a alguien:
“¿Acaso ya no tienes nada?
¿No da miedo?
¡¿Sí?!”
¡Escuchad!
Acaso, si las estrellas
brillan,
¿es que hay a quien le haga falta?
¡¿Es que es preciso
que cada vez que anochece
sobre los tejados
se encienda siquiera una estrella?!
Autor: Vladimir Maiakovski
Antes del cine
Y luego esta tarde iremos
Al cinema
Los Artistas de ahora
Ya no son los que cultivan las Bellas Artes
No son los que se ocupan del Arte
Arte poético o musical
Los Artistas son los actores y las actrices
Si fuésemos Artistas
No diríamos cinema
Diríamos cine
Pero si fuéramos viejos profesores de provincia
No diríamos cine ni cinema
Sino cinematógrafo
También Dios mío es necesario tener buen gusto.
Autor: Wilhelm Apollinaire de Kostrowitsky
Alma
Alma mía, que sufres
Por los que te rodean,
Te has convertido en el sepulcro
De todos los que penan en la tierra.
Sus cuerpos embalsamas,
Les consagras tus versos,
La lira, sollozante,
Alza por ellos un lamento.
En nuestra época egoísta
Defiendes el temor y la conciencia
Como una urna funeraria
Donde reposen sus cenizas.
Los tormentos de todos
Te han puesto de rodillas.
Hueles a polvo de cadáver,
A fosas y a obitorios.
Alma mía, escudilla,
De todo, todo aquello que aquí has visto,
Has ido haciendo una mixtura
Triturando, lo mismo que un molino.
Y muele todavía
Cuanto me ha sucedido,
Casi cuarenta años de esta vida,
En humus de las tumbas.
Autor: Borís Pasternak
Solo quiero milagros
Jamás comprenderéis
por qué yo,
tranquilo,
entre el vendaval de burlas.
Jamás comprenderéis
por qué yo,
tranquilo,
entre el vendaval de burlas.
Llevo en un plato el alma
al festín de los años futuros.
Por el carrillo rasposo de las calles,
resbalando como lágrima inútil,
yo,
quizá sea
el último poeta.
¿Habéis visto?
En las avenidas pedregosas
se contonea
la cara listada de la abulia ahorcada,
y sobre la cerviz espumajosa
de los ríos veloces
retuercen los puentes sus brazos de hierro.
El cielo llora
desconsolado,
sonoro;
una nubecilla
una mueca en la comisura de los labios
parece una mujer que esperaba un niño
y Dios le dio un idiota tuerto.
Con dedos rollizos, cubierto de vello rojo,
el sol acarició con la insistencia del tábano
vuestras almas fueron esclavizadas a besos.
Yo, intrépido,
mantuve en los siglos el odio a los rayos de día;
con el alma tensa, como nervios de cable,
soy el rey de las lámparas.
Vengan a mí
los que rasgaron el silencio,
los aullaron
cuando el dogal del mediodía apretó,
les mostraré,
con palabras
sencillas. Como un mugido,
nuestras nuevas almas,
zumbantes,
como arcos de lámparas.
Apenas toque con los dedos vuestra cabeza
os crecerán los labios
para enormes besos
y una lengua
afín a todos los pueblos.
Yo, con el lama renqueante,
me retiraré a mi trono
con agujeros de estrellas en las bóvedas gastadas.
Me acostaré
luminoso
con ropas hechas de indolencia
sobre el blando lecho de estiércol legítimo
y silencioso,
besando las rodillas de las traviesas
me abrazará por el cuello la rueda de un tren.
Solo quiero milagros.
Autor: Vladímir Mayakovski.
Festines
Bebo la amargura de los nardos,
la amargura de cielos otoñales,
y en ellos el chorro ardiente de tus traiciones.
Bebo la amargura de las tardes, las noches,
y las multitudes,
la estrofa llorosa de inmensa amargura.
La sensatez de engendros de talleres no sufrimos.
Hostiles somos hoy al pan seguro.
Inquieta el viento aquel de los coperos brindis,
que, muy posiblemente, jamás se cumplirán.
Heredamiento y muerte son comensales nuestros.
Y en la serena aurora, los picos de los árboles llamean.
En la galletera, cual ratón, rebusca un anapesto,
y Cenicienta cambia con premura de vestido.
Suelos barridos, en el mantel… ni una migaja.
El verso es sereno cual beso infantil.
Y corre Cenicienta, en su coche si hay suerte,
y cuando no hay ni blanca, con sus piernas también.
Autor: Borís Pasternak
Otros poemas de interés
Referencias
- Poema y sus elementos: estrofa, verso, rima. Recuperado de portaleducativo.net
- Poema. Recuperado de es.wikipedia.org
- Filippo Tomasso Marinetti. Recuperado de es.wikipedia.org
- Abrazarte. Recuperado de poemasfuturistas.blogspot.com.ar
- Vladimir Maiakovski… Cinco poemas. Recuperado de observadoremoto.blogspot.com.ar
- Futurismo. Máximos representantes. Recuperado de futurismo-leng.blogspot.com.ar
- La canción del automóvil, de Marinetti. Recuperado de papelenblanco.com
- Poemas de Guillaume Apollinaire. Recuperado de opinioneideas.org.