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Edad Moderna

Te explicamos qué fue la Edad Moderna, sus descubrimientos, inicio, final y otras características. Además, el humanismo renacentista.

¿Qué fue la Edad Moderna?

Se conoce como Edad Moderna (y en algunos contextos, como Modernidad) al tercer período en que suele dividirse la historia de la humanidad, y que comprende el lapso entre mediados del siglo XV y el final del XVIII, es decir, entre el final del medioevo y el inicio de la contemporaneidad.

La Edad Moderna fue una época de gigantescos cambios en los campos políticos, sociales, económicos, culturales y científicos, que sentaron las bases del mundo tal y como hoy lo conocemos. Marcó un alejamiento del oscurantismo religioso que imperó en Occidente durante la Edad Media.

Previamente las potencias europeas habían tenido un rol histórico menor en comparación con los grandes imperios orientales, pero con la Edad Moderna Europa se ubica en el centro de la escena política, artística y económica del mundo. Desde este punto de vista, puede entenderse este período como el gran auge moderno de Europa.

Por esa razón, en el estudio de la Edad Moderna suele hacerse mucho énfasis en Occidente, y más que nada en la Europa occidental. Por eso, es común que en ciertos ámbitos académicos y de estudio de la historia, se rechace esta periodización por ser “eurocéntrica”.

Similarmente, no existe un consenso estricto respecto a cuándo inició formalmente la modernidad, por lo que se suelen tomar dos eventos posibles como el puntapié inicial de la época entera: la caída de Constantinopla frente al Imperio Otomano en 1453 (lo cual puso fin al Imperio Bizantino) o la llegada de Cristóbal Colón a las costas de América en 1492.

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Características de la Edad Moderna

En rasgos muy generales, podemos caracterizar la Edad Moderna de la siguiente manera:

  • Se trató de un período de profundos cambios en la cultura y sociedad occidentales, cuyo primer impulso se dio en el Renacimiento y la Revolución científica. Así, se rompió con la tradición medieval y se abrazaron los nuevos valores de la razón y la ciencia.
  • Fue el período de formación de los grandes poderes imperiales europeos, con el fortalecimiento de sus monarquías en el llamado Antiguo Régimen. Estos imperios establecieron colonias en los demás continentes, iniciando una competencia por la acumulación de recursos que se conoce como el mercantilismo. De estos cimientos posteriormente nació el capitalismo.
  • A su vez, nacieron los Estados nación o estados nacionales, con un territorio claramente delimitado, población más o menos constante y un gobierno específico, es decir, nacieron los Estados modernos.
  • Junto a ellos, creció y se consolidó una nueva clase social: la burguesía, en cuyas manos estuvo a lo largo de la Edad Moderna el poder económico, pero no así el poder político, ejercido por la aristocracia mediante las monarquías absolutistas.
  • La expansión colonial hacia América (guerra de conquista mediante), África, Oceanía y posteriormente hacia Asia, permitió la difusión de las ideas modernas y de las lenguas europeas en el mundo entero. Esto también significó el fin de los imperios precolombinos americanos.
  • La religión cristiana perdió mucho de su poder sobre Occidente, en parte como consecuencia de la Reforma protestante. La cultura Occidental comenzó su camino secular.
  • En este período se dieron grandes cambios en la ciencia y la tecnología, que repercutieron enormemente en la vida laboral, militar y filosófica de Occidente. Además, se instauró la fe en el progreso, la comunicación y la razón, nuevos valores filosóficos que pronto dominaron el mundo.

El humanismo renacentista

Entre los siglos XV y XVI, se produjo en Europa un cambio cultural fundamental para comprender la Edad moderna, y que posteriormente fue bautizado como el Renacimiento. Su nombre se debe a que, tras siglos de oscurantismo medieval, la cultura europea renació, recuperando y revalorizando sus raíces clásicas grecolatinas.

Este proceso tuvo un profundo impacto en el arte y la filosofía. Por otro lado, fue posible gracias a la erosión de los valores religiosos tradicionales, que remplazó la fe religiosa por la razón humana, y los métodos escolásticos de lectura de textos antiguos, por la observación, la investigación y la evaluación de la realidad empírica.

Este nuevo paradigma cultural fue conocido como el humanismo, ya que sacaba a Dios del centro de las preocupaciones humanas y colocaba al ser humano mismo en su lugar (antropocentrismo).

El arte y la filosofía se hicieron eco de este cambio. Las pinturas medievales, centradas en la representación de lo divino, dieron paso a representaciones de escenas mitológicas grecorromanas, en las que el cuerpo humano y sus acciones ocupaban un plano central, y a nuevas formas de comprender la estética cristiana.

Similarmente, la divulgación de los saberes en lenguas vulgares se hizo imperativa. Por eso, se tradujo la biblia del latín a las distintas lenguas europeas, un paso importante hacia la construcción de las identidades nacionales y de los Estados-nación, así como para la separación entre política y religión.

La filosofía fue la gran protagonista del movimiento humanista. Nombres como René Descartes (1596-1650), Thomas Hobbes (1588-1679), John Locke (1632-1704), Gottfried Leibniz (1646-1716), David Hume (1711-1776) o Immanuel Kant (1724-1804), enfrentaron los grandes temas de la época, que requerían de la creación de una perspectiva filosófica enteramente nueva, desprovista de las gríngolas medievales.

Así, la racionalidad, la libertad, el libre albedrío, la formación del individuo, la tolerancia y la curiosidad formaron parte de los valores que el humanismo defendió. Así se fundó un nuevo sistema filosófico, caracterizado por una moral y una ética seculares, que entendían al ser humano como un ser capaz de procurarse su propio bienestar.

El humanismo fue retomado a mediados del siglo XVIII por la Ilustración, un movimiento cultural de importancia crucial en el pensamiento contemporáneo.

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La Era de los descubrimientos

Entre el siglo XV y el XVII, o sea, los inicios de la Edad Moderna, se ubica la llamada Era de los descubrimientos, cuyo nombre se debe a que los reinos europeos se echaron a los mares y comenzaron la exploración global del planeta.

Motivados por la necesidad de mercancías de Oriente y con ánimos de hallar nuevas rutas comerciales, los españoles, portugueses y británicos (principalmente) comenzaron la exploración y cartografía del mundo conocido y de sus límites.

A raíz del sorprendente hallazgo de Cristóbal Colón, quien persiguiendo un camino hacia las Indias se encontró con un continente entero que colonizar y explotar, se produjo un cambio fundamental en el paradigma medieval del mundo, que lo daba por conocido en su totalidad.

O sea, los europeos se dieron cuenta de que podía haber un mundo inexplorado, ajeno a los antiguos libros y a la tradición escolástica medieval. Además, en ese mundo desconocido podían hallarse importantes recursos que convenía reclamar, antes de que lo hicieran sus vecinos y competidores.

Así, durante este lapso se exploraron las costas africanas, se “descubrió” y conquistó el continente americano derrotando a sus imperios originarios (los aztecas y los incas, entre otros muchos pueblos nativos). Así se produjo la primera circunnavegación del planeta y se dio inicio a una competencia entre los nacientes imperios europeos, que establecerían sus colonias a lo largo del mundo.

De esta manera, el eje comercial del mundo se desplazó desde el oriente europeo hacia el occidente y se estableció la primera unidad del mundo, o sea, el primer flujo económico mundial. Además, convirtió el mar en uno de los grandes escenarios de la lucha armada: la guerra naval.

La reforma protestante y las guerras de religión

En el siglo XVI se produjo un movimiento religioso europeo conocido como el protestantismo. Fue liderado por los teólogos Martín Lutero (1483-1546) y Juan Calvino (1509-1564), de origen alemán y francés respectivamente.

Este movimiento se oponía a la autoridad absoluta del Papa sobre los cristianos del mundo y reprochaba a la Iglesia Católica haberse corrompido y alejado de los preceptos cristianos fundamentales de la Biblia. En consecuencia, proponía un retorno al cristianismo primitivo.

En el marco de un gran escándalo en Alemania por la venta de indulgencias de los sacerdotes católicos (o sea, el intercambio de absoluciones religiosas por dinero), el protestantismo nació con las noventa y cinco tesis de Lutero. En ellas proponía una nueva doctrina cristiana.

Las tesis de Lutero pronto fueron distribuidas masivamente, ayudadas por la invención de la imprenta. Este movimiento fue aprovechado por diversas autoridades locales, que vieron en ello la oportunidad de zafarse del yugo político-religioso del Papa, y fundar sus propias iglesias nacionales.

La reforma fue un duro golpe a la hegemonía de la Iglesia Católica en Europa. Los reformadores debieron enfrentar política y militarmente a Europa a finales del siglo XVI, especialmente en Francia y el Reino de Navarra. Allí se produjeron las llamadas Guerras de religión entre católicos y hugonotes calvinistas, que lo largo de sus 36 años de conflicto (1562-1598) cobraron la vida de entre 2 y 3 millones de personas.

A pesar de la oposición católica y de las persecuciones por parte de la Inquisición, su crecimiento continuó y el protestantismo hoy es la segunda gran rama del cristianismo.

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La Revolución científica

Uno de los aspectos centrales de la Edad Moderna fue el surgimiento de la ciencia y del método científico, un concepto filosófico y metodológico que cambió al mundo para siempre.

La Revolución científica tuvo lugar entre el siglo XVI y finales del XVII. Consistió en una verdadera explosión de nuevos saberes en física, biología, astronomía, anatomía humana, matemáticas, química y otros campos del saber. Su impacto en la historia humana es solamente comparable a la Revolución neolítica que produjo la invención de la agricultura.

Esta revolución fue posible gracias a la existencia del humanismo, pero también al genio de filósofos y científicos de la talla de Nicolás Copérnico (1473-1543). Su obra “Sobre el movimiento de las esferas celestes” se considera el hito fundacional de la Revolución científica. En ella contradijo el modelo geocéntrico del universo tradicional y propuso en su lugar un modelo heliocéntrico, en el que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés.

Otros nombres clave fueron los de Galileo Galilei (1564-1642), Johannes Kepler (1571-1630), Isaac Newton (1643-1727), Francis Bacon (1561-1626), Robert Hooke (1635-1703), entre muchos otros.

Además de impulsar el desarrollo de los conocimientos sobre el mundo natural, esta revolución trajo un método único y novedoso, a partir del cual poder diferenciar el conocimiento legítimo, comprobable, verificable, de las interpretaciones y las subjetividades: el método científico.

El método científico representó un cambio filosófico mayúsculo, que le entregó a la humanidad un camino para crear y legitimar sus propios saberes, al margen de lo que dictaba la tradición religiosa. Los frutos de semejante cambio los cosechamos aún hoy en día.

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El fin de la Edad Moderna

El fin de la Edad Moderna se ubica en la Independencia Estadounidense en 1776 o bien en la Revolución Francesa de 1789, es decir, a finales del siglo XVIII. En el ámbito de la historiografía anglosajona, sin embargo, se piensa que no ha terminado todavía, sino que abarca tanto la Edad Moderna temprana (Early modern period) como la Edad Contemporánea (Contemporary period) que vivimos en el presente.

La Revolución Francesa y sus ideales sociales de igualdad, libertad y fraternidad no sólo pusieron fin al Antiguo Régimen. Además, fue el comienzo de un proceso en que el mundo republicano burgués le arrebató a la aristocracia el mando de Occidente, a medida que el capitalismo se asentaba como sistema económico y los burgueses como la clase social dominante.

En este contexto histórico se produjo, en el siglo XIX, la descolonización del mundo y la Revolución Industrial, dando inicio a la contemporaneidad capitalista.

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Referencias