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Civilizaciones antiguas

Te explicamos cuáles fueron las civilizaciones antiguas en China, Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, Fenicia y Asia.

¿Qué fueron las civilizaciones antiguas?

Cuando hablamos de las civilizaciones antiguas, nos referimos a las diferentes comunidades humanas surgidas en la Edad Antigua. Este período se extiende desde la invención de la escritura, hasta la caída del Imperio Romano de Occidente (6.000 a. C – 476 d. C., aproximadamente).

Sin embargo, debemos notar que el concepto mismo de “Edad Antigua” posee fronteras temporales difusas, dependiendo de en qué parte de la geografía mundial nos enfoquemos. Por eso, los límites de fechas deben tomarse en el mejor de los casos como una convención o apenas una aproximación.

En todo caso, las civilizaciones antiguas precedieron todas al Medioevo europeo y a la época de masificación del cristianismo. Son una fuente constante de sorpresas y de saberes. Fueron tan numerosas que aún hoy en día se siguen descubriendo algunas de vez en cuando.

Muchas encontraron su final en grandes guerras y conflictos, absorbidas por otras civilizaciones más fuertes dejando poca evidencia de su paso. Otras crecieron, se desarrollaron y alcanzaron importantes picos culturales, tecnológicos o militares en su momento, antes de decaer y convertirse en algo totalmente distinto e irreconocible con el pasar de los siglos.

Sin embargo, algunos aspectos siguen vigentes. Es sorprendente la cantidad de elementos de nuestra enseñanza escolar o de nuestras maneras actuales de pensar que provienen directamente de la Edad Antigua y de sus filósofos, naturalistas y matemáticos tempranos. Incluso muchas de las religiones que hoy practicamos tienen su nacimiento en esta época.

Si bien una lista completa de las civilizaciones antiguas sería interminable y engorrosa, a continuación hallaremos una lista con algunas de las más conocidas.

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La Antigua China

Una de las cunas de la humanidad surgió en la cuenca del río Amarillo, en el centro-este de la actual China, hace unos 5.000 a 6.000 años, con el surgimiento de las primeras dinastías locales, las Xia, Shang y Zhou. Según sus mitos, esta civilización fue obra de tres emperadores originarios: Fuxi, Shennong y Huang, de quienes no hay demasiado registro histórico.

Por lo demás se conoce muy bien la historia de esta región debido a que aún perduran documentos de hace 3.500 años, cosa comprensible si consideramos que los chinos estuvieron entre los primeros en inventar la escritura. Además, sus milenarios intercambios con los pueblos de la región difundieron su alfabeto pictográfico (como en Japón).

Esta civilización sustentada en el cultivo del arroz fue la primera en conocer la cerámica y fue la inventora de la pólvora. Se gobernó a sí misma a través de un sistema dinástico que duró miles de años.

La Antigua Mesopotamia

Otra de las regiones en que la humanidad surgió durante la prehistoria fue la conocida como Mesopotamia, equivalente a nuestro actual Oriente Próximo, ubicada entre las cunas fluviales de los ríos Tigris y Éufrates.

Este territorio fue poblado por diferentes civilizaciones que se sucedieron en el tiempo y que, a pesar de que tenían orígenes étnicos distintos, formaron una cultura común y llegaron a dominar la región en sus sucesivos imperios. Dichas civilizaciones fueron:

  • Los sumerios. Fueron los primeros en poblar el sur de la Mesopotamia, desarrollando una potente agricultura y fundando las míticas ciudades de Uruk, Eridú, Ur y Kish, muchas de las cuales tienen aparición en los textos bíblicos, ya que eran las potencias de la región en la época. Allí nació una escritura cuneiforme de caracteres pictográficos e ideográficos, que diferenció a los sumerios de sus vecinos y parientes étnicos, los semitas. Además, los sumerios eran célebres por sus zigurats, templos circulares ascendentes, casi en forma de pirámide, donde llevaban a cabo sus rituales, y porque fueron los autores del mito del diluvio universal, presente en la primera épica de la historia: La epopeya de Gilgamesh.
  • Los acadios. Fueron un pueblo semita surgido en el seno de Sumeria que, a partir de 2350 a. C., pasan a controlar el reino entero, bajo el mando de Sargón I de Acadia. Este sería un período breve e inestable, de firme centralismo político, en la que los mesopotámicos establecieron redes comerciales con la civilización del valle del Indo, con Egipto y con Anatolia.
  • Los babilónicos. Llegaron luego, provenientes del golfo Pérsico, alrededor de 1800 a. C., y fundaron lo que hoy conocemos como el Imperio paleobabilónico, que duró hasta 1590 a. C., renombrando la región entera como Babilonia. Eran pueblos de origen semita y su célebre rey fue Hammurabi, autor del Código de Hammurabi, una suerte de código de leyes compuesto por 282 decretos reales. Los babilónicos fundaron una sociedad de clases sociales, dependiente de esclavos para el cultivo. Fueron los autores del Enuma Elish, la segunda epopeya más conocida de la antigua Mesopotamia.
  • Los asirios. Por su parte eran un pueblo mesopotámico cuyo nombre proviene de la deidad Asur, y que presentan enormes sincretismos con Acadios y Sumerios, ya que vivieron bajo sus reinos durante milenios. Tras la caída de la última dinastía de Ur (Sumeria) los asirios tuvieron la chance de crear su reino independiente, Asiria, del que salieron alrededor del 1000 a. C. para conquistar el resto de la región. Así crearon el Imperio neoasirio (1000-605 a. C.), de corte religioso-militar, el cual cayó frente al resurgimiento de los babilonios (el Imperio Neobabilónico, 612-539 a. C.) y su nuevo y célebre rey, Nabopoassar, padre de Nabucodonasor II.

Finalmente, toda Mesopotamia fue conquistada por el Imperio Aqueménida, es decir, por los persas.

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El Antiguo Egipto

En el cauce medio y bajo del río Nilo, en algún momento de la prehistoria, surgieron diversas poblaciones humanas que aprendieron a cultivar esta fértil región, y que dieron origen a dos reinos separados: el Alto Egipto (Ta Shemau) y el Bajo Egipto (Ta Mehu).

Ambos reinos empezaron a unificarse hacia el año 3150 a. C., juntaron bajo un mismo gobierno faraónico las poderosas ciudades a lo largo del Nilo. Así se forjó uno de los grandes poderes de la antigüedad, como fue el Imperio Egipcio.

Célebre por sus monumentales obras de ingeniería, como las pirámides y esfinges, tumbas para sus reyes momificados, la civilización egipcia desarrolló una vasta escritura jeroglífica, de la que hay abundantes restos arqueológicos, así como de su religión politeísta, compleja y rica.

El Imperio Egipcio controló buena parte del Norte Africano, de Siria y Oriente Próximo, hasta que eventualmente fue decayendo hasta ser blanco fácil para invasiones libias, asirias y persas. Fue conquistado por Alejandro Magno en 332 a. C., y luego incorporado al Imperio Romano en 31 a. C., un año antes de la muerte de la célebre Cleopatra.

La Antigua Grecia

La griega es la civilización antigua a la que más debemos nuestra cultura occidental, tanto así que se la ha bautizado como la “Cuna de Occidente”. Su historia antigua de mayor interés inicia con el fin de la Edad Oscura de Grecia (1200 a 1100 a. C.) fruto del colapso de la civilización micénica que floreció en su territorio durante la Edad de bronce.

Las costumbres antiguas de la región fueron entonces sustituidas por las de los dorios, dando origen a la Grecia Helénica, que fue una de las civilizaciones más fértiles, conocidas y relevantes de todo el Mediterráneo.

Los griegos llevaban una vida marítima, con una economía comercial y expansiva, al sur de la actual península de los Balcanes. Durante su período clásico (500 a. C. – 323 a. C.) la cultura griega floreció y se desarrolló artística, literaria, lingüística y arquitectónicamente.

Dejó un legado gigantesco en cuanto a obras dramáticas y épicas (estas últimas son las más importantes de Occidente, como la Ilíada o la Odisea), filosóficas (especialmente el legado de Sócrates, Platón y Aristóteles, entre muchos otros), matemáticas, científicas, escultóricas. La influencia de su vasta tradición mitológica, aún hoy es palpable en la literatura, el cine y las artes occidentales.

La civilización griega se enfrentó militarmente a grandes potencias como el Imperio persa y el Imperio egipcio. Eventualmente sucumbió frente al Imperio Romano, luego de haberse debilitado enormemente mediante guerras intestinas.

Sus grandes ciudades: Atenas, Corinto, Esparta, Tebas, etc., aún son testimonio de su grandeza. Su herencia cultural alcanzó regiones tan lejanas como el Oriente Medio, durante su período alejandrino (323 a. C.-146 a. C.), llamado así por el conquistador Alejandro Magno.

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La Antigua Roma

Nacida en la antigua ciudad de Roma y el Estado fundado en ella alrededor del siglo VIII a. C., fue fruto de la agrupación de los pueblos latinos que vivían en el actual territorio de Italia.

Su importancia en la historia occidental es gigantesca. Por un lado, fueron los conquistadores de toda Europa, el norte de África y parte del Oriente Próximo. Por otro lado, fueron los fundadores de una robusta tradición legal, que hoy conocemos como el Derecho romano.

Además, su lengua (el latín) impuesta a sangre y fuego en los territorios colonizados, dio origen a toda una familia de idiomas modernos denominados lenguas romances: italiano, español, portugués, francés, rumano, gallego, catalán, entre otras.

La historia de la Antigua Roma es diversa y compleja. Atraviesa distintos períodos de orden y de inestabilidad, generalmente oscilando entre el Imperio y la República (dirigida por el Senado Romano). Su historia se divide en cuatro etapas: la monarquía, la república, el principado y el dominado.

Buena parte de su cultura fue heredada directamente de la civilización griega, a la cual conquistaron en el año 146 a. C., tras derrotar a la Liga Aquea en la Batalla de Corinto.

Mucha de la tradición, filosofía y mitología griegas fueron asimiladas por los romanos, que simplemente procedieron a cambiar los nombres griegos por latinos: Zeus pasó a ser Júpiter, Hermes pasó a ser Mercurio, Heracles pasó a ser Hércules, Afrodita a Venus, Odiseo a Ulises, etc.

Por si fuera poco, en el corazón del Imperio Romano nació el cristianismo, una religión que determinó la historia de Occidente y que en buena parte colaboró con la caída del Imperio, luego de que el emperador Teodosio la instituyera como religión oficial del Estado.

Sin embargo, fueron las invasiones bárbaras del norte europeo y la previa división del mismo en dos secciones (el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente) en el año 395, los factores que determinaron su caída. Por otro lado, la sección oriental del Imperio sobrevivió casi 1000 años más, bajo el nombre del Imperio Bizantino.

Los fenicios

La civilización fenicia o fenicio-púnica fue un pueblo semita marítimo, nacido en el levante mediterráneo. Se desarrolló en las costas de las actuales Israel, Siria, Líbano y Palestina, una región llamada antiguamente Canaán, como figura en los textos bíblicos.

Aunque se llamaban a sí mismos “canaaneos” (kena’ani), el nombre con el que los conocemos proviene del que les daban los griegos: phoínikes, esto es, “rojos” o “púrpuras”, porque se dedicaban principalmente al comercio de tintes y de vinos.

Los fenicios no dejaron gran evidencia de su paso por el mundo, quizá porque eran una civilización de comerciantes marítimos con poco arraigo excepto por sus barcos. Fundaron distintos puestos de avanzada a lo largo de la costa mediterránea, como Tangis, Utica y Lixus. Su poderío comercial eventualmente llamó la atención o la envidia de sus Imperios vecinos.

Servían de mediadores entre las poblaciones lejanas con las que comerciaban, mediante una cultura pastiche que reunía rasgos de todas las demás, sin ser precisamente original en sí misma. Sin embargo, su alfabeto fue adoptado los griegos para sí mismos, y sirvió de base para las tradiciones latina, árabe y cirílica también.

El Imperio Aqueménida

El Imperio Aqueménida fue el más grande y exitoso de los Imperios persas o farsíes, cuyas fronteras se extendieron por buena parte de Asia central, Oriente Medio y el Mediterráneo. Desde sus inicios, con la anexión del Reino medo durante el reinado de Ciro II (559-530 a. C.) demostró ser una potencia militar.

Su apogeo ocurrió alrededor del año 500 a. C. y su caída se produjo frente a las tropas de Alejandro Magno en 330 a. C., cuando el rey Darío III fue vencido. Los griegos fueron sus eternos rivales, y se enfrentaron con ellos durante las Guerras médicas (490-449 a. C).

Este imperio debía su nombre a un héroe semilegendario, de nombre Aquemenes, quien posiblemente vivió alrededor del 700 a. C. Fue un jefe de clan de la tribu pasargada.

Provenientes de la meseta de Irán, los persas se dedicaban especialmente a la ganadería. Fueron vasallos de sus vecinos, los medos, hasta que el rey de Anshan, Ciro “el Grande” (555-529 a. C.) construyó un ejército y conquistó no sólo a sus antiguos señores, sino también a Babilonia, Siria, Judea y parte del Asia menor.

Su ciudad principal fue Persépolis (fundada entre 518 y 516 a. C), y estaba conectada a los distintos rincones del Imperio por una extensa red de caminos llamada la “calzada real”.

Los persas hablaban un dialecto persa antiguo que inicialmente no tenía escritura, aunque convivía con muy distintas lenguas en el cuerpo de la sociedad. Luego de la conquista de Mesopotamia, el arameo pasó a ser una lingua franca entre las diversas partes del territorio.

El Imperio Jemer

El Imperio Jemer o Imperio de Angkor se desarrolló en el Sudeste asiático, particularmente en el territorio de la actual Camboya, abarcando también Tailandia, Laos, Vietnam, y parte de Birmania y Malasia.

Este Imperio nació de la separación de los antiguos reinos de Chenlá y Funán, de los cuales se sabe muy poco actualmente, y teniendo la ciudad sagrada de Angkor, hoy en día Siem Riep, como su capital. Los jemeres alcanzaron un esplendor cultural y arquitectónico tal, que muchos de sus palacios y templos aún perduran.

Heredero de la cultura de la India, el Imperio Jemer practicaba el hinduismo brahmánico, aunque luego también reconoció el budismo. Surgió en el siglo VII bajo la necesidad de resistir la invasión de las tribus de indonesia en la región.

Su líder fundador fue Jayavarman II (c. 770-835), el “dios-rey” de los jemeres, aunque su edad de esplendor llegó bajo el mando de Suryavarman II alrededor del año 1113. Su decadencia es motivo de especulación, con teorías que van desde las pestes o el cambio climático, hasta la invasión de los siameses chinos que huían de los mongoles.

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Referencias