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Convencionalismo

Te explicamos qué es el convencionalismo en filosofía y lingüística. Además, las convenciones sociales y que es el naturalismo.

¿Qué es el convencionalismo?

El convencionalismo es la creencia, actitud o procedimiento que considera como verdaderos o valederos únicamente los principios, usos, costumbres y normas convencionales que rigen el comportamiento humano, esto es, aquellos que provienen de una convención: de algún tipo de acuerdo implícito o explícito de un grupo social determinado.

Dicho en términos más simples, el convencionalismo implica el predominio de lo establecido, de aquello que es aceptado de un modo u otro por el acuerdo social, más o menos equivalente a lo formal o lo instituido.

Este término bien puede aplicarse a diferentes ámbitos del conocimiento, como la filosofía, la lingüística, el derecho, entre otros, conservando más o menos el mismo sentido.

Por ejemplo, en el ámbito del derecho, el convencionalismo establece que las instituciones legales de una comunidad deben contener convenciones sociales claras, en las que basar las reglas que promulgan.

Así, el convencionalismo deja muy en claro para toda la población cuáles serán las circunstancias en las que el Estado ejercerá su capacidad de coerción. Esta teoría fue fuertemente defendida por el catedrático estadounidense Ronald Dworkin (1931-2003).

Ver también: Tradición

Convencionalismo en filosofía

En el ámbito de la filosofía, el convencionalismo es una forma de pensamiento según la cual todas las teorías y los conceptos científicos no son realmente un reflejo de las leyes que rigen el mundo objetivo (o sea, la realidad).

Es decir, considera que el conocimiento científico es fruto de un acuerdo o una convención entre los especialistas encargados de elaborar el discurso científico, a partir de sus nociones de comodidad y sencillez.

En ese sentido, el convencionalismo se trata de una de las formas del idealismo subjetivo, es decir, de la negación de la objetividad de los conocimientos formales de un sujeto. El fundador de dicha manera de pensar fue el francés Henri Poincaré (1854-1912), quien además fue un importante cultor de la matemática, física y filosofía de la ciencia.

La escuela de los convencionalistas, opuestos a los racionalistas, les daban a los conceptos un lugar privilegiado en el orden del pensamiento, por encima de la experiencia sensorial del mundo. Consideraban que las condiciones que moldean el mundo eran ante todo humanas.

Esto implica que todo aquello observable depende directamente de un marco conceptual interiorizado, previo incluso a la experiencia de las cosas. O sea: antes de experimentar el mundo, necesariamente poseemos ya una categoría (una convención) que lo describe y que moldea nuestra experiencia de lo que es.

Convencionalismo en lingüística

En el campo del estudio del lenguaje, se habla de convencionalismo para referirse a una corriente de la filosofía del lenguaje, que defiende la autonomía del significante respecto del significado, o sea, su arbitrariedad.

Dicho de modo más simple, esto quiere decir que la relación que vincula al conjunto de sonidos que es una palabra (digamos: “árbol”) y el objeto que dicha palabra designa (el árbol real, que hay en la plaza) es totalmente artificial, respondiendo a una convención y no a ningún tipo de relación natural o espontánea.

En ese sentido, desde que el célebre lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913) publicó su Curso de Lingüística General, la lingüística derivada de ello, de tipo Estructuralista, se considera también convencionalista.

Convenciones sociales

Se conoce como convenciones sociales al conjunto de normas, protocolos o conductas que componen el decoro, la etiqueta y las buenas costumbres, especialmente las derivadas de la moral burguesa que se convirtió en la norma tras la Revolución Industrial.

Muchas de ellas, como las típicas de la Era victoriana en Inglaterra, eran fruto paradójicamente de la copia de convenciones de otras naciones, invenciones e imaginaciones, que sirvieron sin embargo para producir toda una serie de concepciones ideológicas y de la “vida virtuosa”, controlando y en ocasiones censurando las conductas consideradas impúdicas o barriobajeras.

Más en: Normas sociales

Convencionalismo y naturalismo

En el campo de la lingüística, y más específicamente el de la filosofía del lenguaje, existen dos posiciones contrarias respecto al origen del lenguaje y sus formas:

  • Convencionalismo. Como hemos visto antes, supone que las palabras provienen del acto creador humano, o sea, son convencionales, artificiales y que el signo lingüístico es, en lo medular, arbitrario. Algo que podría resumirse diciendo que el lenguaje es una convención.
  • Naturalismo. Sostiene que el lenguaje surgió como surgen otros rasgos de la naturaleza de los seres vivos. Para ellos la lengua en sus inicios era verdadera, justa y clara, y con el pasar de los años y del uso los seres humanos la habríamos ido degradando o alejando de su esencia. Esta posición es típica de la antigüedad clásica, especialmente la helénica, ya que coincide con los supuestos básicos de la religión de la Grecia Antigua. Crátilo (finales del siglo V a. C.) fue uno de sus mayores defensores.

Referencias