Lengua y literatura

17 hermosos poemas de invierno de grandes autores (cortos)


Una bonita selección de poemas sobre el invierno de poetas como Antonio Machado, Andrés Bello o Amado Nervo. También encontrarás poemas originales de nuestro autor y breves reflexiones para disfrutar más de cada lectura.

El invierno es la estación del año que para algunos puede ser la más dura, por su frío, pero también puede ser hermosa si sabes observar su belleza. Puede tener nieve, lluvia fresca y montañas cubiertas de nieve.

Estos poemas son ideales para leer lentamente en un día frío y reflexionar sobre temas como la nieve, el estado de ánimo, el ambiente, las personas, la apariencia de las ciudades, el clima, la naturaleza, los sentimientos, los animales y los sentimientos que despiertan esta estación.

“Invierno tardío” (Antonio Colinas)

No es increíble cuanto ven mis ojos:

nieva sobre el almendro florido,

nieva sobre la nieve.

 

Este invierno mi ánimo

es como una primavera temprana,

es como un almendro florido

bajo la nieve.

 

Hay demasiado frío

esta tarde en el mundo.

Pero abro la puerta a mi perro

y con él entra en casa calor,

entra la humanidad.

  • Reflexión: la nieve y el frío del invierno.

“Alto en el bosque en una noche de invierno(Robert Frost)

Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.

Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.

Las campanillas del arnés sacude
Como si presintiera que ocurre algo…
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.

¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.

  • Reflexión: el autor describe la apariencia de un pueblo y su naturaleza en el invierno; lo helado, la nieve, el silencio.

“Recuerdo Infantil” (Antonio Machado)

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

 

Es la clase. En un cartel

se representa a Caín

fugitivo, y muerto Abel,

junto a una mancha carmín.

 

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano

mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

 

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

«mil veces ciento, cien mil;

mil veces mil, un millón».

 

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales.

  • Reflexión: poema que describe tiempos viejos en el colegio en temporada de invierno.

“No para mí, del arrugado invierno”  (Andrés Bello)

No para mí, del arrugado invierno

rompiendo el duro cetro, vuelve mayo

la luz al cielo, a su verdor la tierra,

no el blando vientecillo sopla amores

o al rojo despuntar de la mañana

se llena de armonía el bosque verde.

 

Que a quien el patrio nido y los amores

de su niñez dejó, todo es invierno.

  • Reflexión: el poeta expresaba su deseo de que pasara el invierno pronto, y volvieran mejores épocas.

“Plaza en invierno” (Alfonsina Storni)

Árboles desnudos

corren una carrera

por el rectángulo de la plaza.

 

En sus epilépticos esqueletos

de volcadas sombrillas

se asientan,

en bandada compacta,

los amarillos

focos luminosos.

 

Bancos inhospitalarios,

húmedos

expulsan de su borde

a los emigrantes soñolientos.

 

Oyendo fáciles arengas ciudadanas,

un prócer,

inmóvil sobre su columna

se hiela en su bronce.

  • Reflexión: el poema brinda el punto de vista de un lugar tan frecuentado como una plaza, y que por el invierno tiene otro tono y es menos transitada.

“De invierno” (Rubén Darío)

En invernales horas, mirad a Carolina.

Medio apelotonada, descansa en el sillón,

envuelta con su abrigo de marta cibelina

y no lejos del fuego que brilla en el salón.

 

El fino angora blanco junto a ella se reclina,

rozando con su hocico la falda de Aleçón,

no lejos de las jarras de porcelana china

que medio oculta un biombo de seda del Japón.

 

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:

entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;

voy a besar su rostro, rosado y halagüeño

como una rosa roja que fuera flor de lis.

 

Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,

y en tanto cae la nieve del cielo de París.

  • Reflexión: el poema narra una escena en un lugar lleno de lujo en temporada de invierno en París.

“Diciembre” (Susana March)

Si un día rompo a cantar,

todo cantará conmigo.

 

Esta mudez de los campos

se rasgará con mi grito.

 

Las nubes vagan sin prisa

desnudándome el camino.

 

¡Qué desolado horizonte

en este mes de los fríos!

 

Hay un revuelo de escarcha

sobre los jóvenes pinos.

 

Diciembre levanta un cáliz

de pájaros en exilio.

 

Yo dormida, voy soñando

dulces lares encendidos…

  • Reflexión: poema sobre el mes de diciembre, típico escenario de invierno y frío.

“Jaculatoria a la nieve” (Amado Nervo)

¡Qué milagrosa es la Naturaleza!

Pues, ¿no da luz la nieve? Inmaculada

y misteriosa, trémula y callada,

paréceme que mudamente reza

al caer… ¡Oh nevada!:

tu ingrávida y glacial eucaristía

hoy del pecado de vivir me absuelva

y haga que, como tú, mi alma se vuelva

fúlgida, blanca, silenciosa y fría.

  • Reflexión: poema sobre la nieve y el misterio de su llamativo atractivo.

“Noche y nieve” (José Emilio Pacheco)

Me asomé a la ventana y en lugar de jardín hallé la noche

enteramente constelada de nieve.

 

La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la

luz y se apaga.

 

La nieve no quiere decir nada: Es sólo una pregunta que

deja caer millones de signos de interrogación sobre el

mundo.

  • Reflexión: poema de meditación sobre la nieve en una noche fría de invierno.

“Jardín de Invierno” (Pablo Neruda)

Llega el invierno. Espléndido dictado

me dan las lentas hojas

vestidas de silencio y amarillo.

 

Soy un libro de nieve,

una espaciosa mano, una pradera,

un círculo que espera,

pertenezco a la tierra y a su invierno.

 

Creció el rumor del mundo en el follaje,

ardió después el trigo constelado

por flores rojas como quemaduras,

luego llegó el otoño a establecer

la escritura del vino:

todo pasó, fue cielo pasajero

la copa del estío,

y se apagó la nube navegante.

 

Yo esperé en el balcón tan enlutado,

como ayer con las yedras de mi infancia,

que la tierra extendiera

sus alas en mi amor deshabitado.

 

Yo supe que la rosa caería

y el hueso del durazno transitorio

volvería a dormir y a germinar:

y me embriagué con la copa del aire

hasta que todo el mar se hizo nocturno

y el arrebol se convirtió en ceniza.

 

La tierra vive ahora

tranquilizando su interrogatorio,

extendida la piel de su silencio.

 

Yo vuelvo a ser ahora

el taciturno que llegó de lejos

envuelto en lluvia fría y en campanas:

debo a la muerte pura de la tierra

la voluntad de mis germinaciones.

  • Reflexión: describe los cambios de un jardín de acuerdo a las estaciones.

“Invierno” (Antonio Gamoneda)

La nieve cruje como pan caliente

y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,

y yo pienso en el pan y en las miradas

mientras camino sobre la nieve.

 

Hoy es domingo y me parece

que la mañana no está únicamente sobre la tierra

sino que ha entrado suavemente en mi vida.

 

Yo veo el río como acero oscuro

bajar entre la nieve.

Veo el espino: llamear el rojo,

agrio fruto de enero.

 

Y el robledal, sobre tierra quemada,

resistir en silencio.

 

Hoy, domingo, la tierra es semejante

a la belleza y la necesidad

de lo que yo más amo.

  • Reflexión: el poeta expresa su visión sobre el invierno en una fría caminata de domingo.

“Sopla, viento invernal(William Shakespeare)

Sopla, viento invernal,

pues daño nunca harás

como la ingratitud.

Tu diente es menos cruel,

porque nadie te ve,

por rudo que seas tú.

¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!

Amor es ceguera; amigos, traiciones.

¡Eh, oh, el bosque!

Es vida y es goce.

Hiela, aire glacial,

pues no podrás cortar

como lo hace el olvido.

Puedes el agua herir,

mas no eres tan hostil

como el pérfido amigo.

¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!

Amor es ceguera; amigos, traiciones.

¡Eh, oh, el bosque!

Es vida y es goce.

  • Reflexión: el autor expone que a pesar de lo duro que es el invierno, existen cosas peores, como las traiciones de los amigos y la falta de gratitud.

“Noche blanca silente” (Juan Ortiz)

La vereda está sola,

escrita por piedras frías

sobre una noche blanca;

has llegado.

 

El perro ladra triste

bajo algún tejado

por la rosa de ayer ausente en la ventana,

por el amigo que no le visita desde que viniste.

 

Paloma gris de vuelo amarillo,

un caballo te sigue desde los juicios

a coronar la ciudad de olvidos,

miro todo desde el balcón

y me veo caer al suelo,

cristal sin memoria,

un copo más en la primera nevada.

  • Reflexión: se habla sobre la soledad que causa el invierno en las calles y en los seres.

“Invierno, un resplandor gris” (Juan Ortiz)

Amanece,

un pequeño resplandor detrás de los grises lo dice,

más allá de la ventana,

de la casa dormida por los vientos invernales.

 

Yo duermo también,

acurrucado en la rotura habitual de cuando llegas,

convencido de no despertar por tu nombre pálido repitiéndose afuera,

canto de los copos fallecidos,

manto de nube derribada

para vestir de melancolía

la calle desierta.

  • Reflexión: se habla de la nostalgia que causa el invierno en muchas personas.

“Un ángel en la nieve” (Juan Ortiz)

Acaba de cesar la tormenta.

La niña va,

contenta y abrigada,

y hace un ángel en la nieve.

 

Su padre sonríe,

toma una foto,

preserva el momento,

y se van a casa.

 

En las redes,

cientos dan “me gusta” a la publicación.

 

Dos cuadras más allá de la figura plasmada en el piso,

una niña duerme en la nieve,

parece un olvido callado;

no se mueve,

no hay quien tome fotos,

quien la haga visible en las redes,

y, lo peor,

no despierta ante el llanto incesante de su perro.

 

Es un ángel,

sí,

“Un ángel en la nieve”,

reza el periódico tres días después de que alzara vuelo.

  • Reflexión: se habla crudamente de cómo el invierno es vivido en los dos extremos de la sociedad.

“Invierno, largo invierno” (Juan Ortiz)

Qué siglo el día que te presentas,

frío en la hoja,

en el paso,

en el recuerdo;

no puedo celebrarte,

me lo impide el muerto que soy cuando llegas.

 

Qué sepelio el de tu brisa,

tus millares de almas colmando la carretera de su blanca procesión,

qué inerte yo en la ventana,

otro copo ensimismado cayendo sobre sí,

aletargado de ser tan tú,

allí,

desparramado y gris en esa silla que tenemos al lado del alma.

 

Qué despedida tan larga la tuya,

qué siglos tus días,

qué entierro el de tus horas,

no sé para qué viniste,

siempre soy difunto cuando estás,

un pregón que te huye,

que nace y reverdece con la primavera.

  • Reflexión: se ahonda en la depresión que causa la llegada del invierno en muchas personas.

“El invierno va bajando” (Juan Ortiz)

Bajando del cerro viene

el invierno, cruento y frío,

con sus pies congela el río,

con su voz hace que truene.

Grandes ojos blancos tiene,

y un témpano de corazón,

toca una triste canción

que enluta por donde pasa,

la nostalgia entra en la casa,

y aflige mucho la razón.

  • Reflexión: una humanización del invierno en la que se le acusa de causar tristeza y melancolía.

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