Phineas Gage: el caso que cambió la neurociencia
Phineas Gage (1823-1861) fue un hombre famoso en el campo de la neurociencia por la extraña naturaleza del accidente que sufrió, por su sorprendente recuperación y por los conocimientos que se derivaron de su caso.
Gracias al caso de Phineas se descubrieron aspectos del cerebro que antes eran un misterio. En concreto, ha llegado a ser el ejemplo típico de las alteraciones en el lóbulo frontal y trastornos de las funciones ejecutivas.
Phineas Gage nació en 1823. Cuando ocurrió el grave accidente, tenía solo 25 años. Era un hombre sano, activo, enérgico y fuerte. Era conocido por ser responsable, eficiente en su trabajo, inteligente y perseverante con sus metas. Se caracterizaba por ser una persona de confianza, sensata, amigable y jovial.
Trabajaba de capataz de una cuadrilla de trabajadores en una empresa ferroviaria; se encargaban de abrir camino con explosivos en superficies rocosas, para que pudiera pasar la línea del ferrocarril.
Índice del artículo
- 1 El accidente
- 2 Revisión médica
- 3 Proceso de recuperación
- 4 Recuperación y cambio de la personalidad
- 5 Muerte
- 6 ¿Qué áreas del cerebro de Cage quedaron afectadas?
- 7 Debates
- 8 Referencias
Cuando ocurrió el accidente Gage se encontraba cerca de Cavendish en Vermont, Estados Unidos. Como normalmente hacían Gage y sus trabajadores, realizaron una perforación en una roca, la llenaron de pólvora y la presionaron con una barra de hierro.
En esa fatídica tarde del 13 de septiembre 1848, Gage estaba intentando colocar la barra de hierro cuando uno de sus hombres lo llamó, distrayéndolo. De forma accidental, la barra de hierro salió separada rápidamente incrustándose en su rostro. Entró por su mejilla izquierda y atravesó la zona frontal de su cráneo.
La barra pasó por detrás de su ojo izquierdo y destruyó parte del lóbulo frontal derecho, saliendo cerca del vértex craneal. Aun así, la barra tenía fuerza suficiente como para desplazarse unos 25 metros más antes de caer al suelo llena de sangre y tejido cerebral.
Según los testigos, la barra de hierro tenía unos 105 centímetros de longitud, 3 centímetros de diámetro, y 7 kilogramos de peso.
Phineas Gage cayó al suelo de espaldas y sufrió algunas convulsiones, aunque no perdió la conciencia. De forma sorprendente, Gage consiguió incorporarse y tras unos pocos minutos podía hablar y caminar.
De hecho, él mismo se dirigió al médico en una carreta tirada por bueyes. Además, era capaz de contarle a los presentes lo que había sucedido.
Cuando llegó al pueblo, saludó a algunas personas por su nombre, y con un poco de ayuda llegó a una habitación en el hotel más cercano, donde esperó atención médica. Así, al ver al médico, Gage le dijo: “doctor, aquí hay trabajo para usted”. El doctor que lo atendió y le ayudó durante todo el proceso de recuperación fue John Martyn Harlow.
Este podía observar los latidos del cerebro mientras el paciente relataba sin dificultades el acontecimiento. Además, respondía de forma racional y coherente a las preguntas que se le realizaban.
Curiosamente el doctor no encontró ningún problema en su memoria, en sus movimientos, en sus percepciones sensoriales, equilibrio, o lenguaje. Lo primero que hizo Harlow fue parar la hemorragia y retirar los fragmentos de hueso que se encontraban incrustados en la herida.
Una semana después, los periódicos anunciaban el sorprendente accidente. Mientras que, tres meses después, Harlow también publicó este caso en el Boston Medical and Surgical Journal, bajo el nombre de “Paso de una barra de hierro a través de la cabeza”.
Esto llamó la atención del doctor Henry Bigelow, un destacado profesor de cirugía de la Universidad de Harvard. Este invitó a Phineas a Boston para observarle, publicando un artículo que enseguida atrajo a la comunidad científica.
El proceso de recuperación de Phineas Gage fue difícil, largo y con altibajos. El segundo día él parecía perder su cordura. Mientras que, en el cuarto día, de nuevo, tenía una apariencia racional y reconocía a sus amigos.
Tras una semana de mejoras, todo el mundo empezó a pensar que Gage podía recuperarse. Sin embargo, esta idea duró poco. Unos días después, Gage estuvo luchando entre la vida y la muerte. Tenía periodos de coma profundo y el doctor se dio cuenta de que había contraído una fuerte infección.
Sus compañeros y seres queridos comenzaron a perder la esperanza, llegando a estar seguros de que moriría muy pronto. Sin embargo, Harlow trató la infección lo mejor que pudo, consiguiendo salvar la vida de Gage.
Incluso hoy en día resulta sorprendente cómo este paciente logró sobrevivir. Harlow lo vio como un milagro, diciendo: “yo lo cuidé y Dios lo salvó”.
Phineas Gage se recuperó y continuó su vida sin problemas físicos graves, exceptuando la pérdida de visión en el ojo afectado. Diez semanas después pudo volver a su hogar en Lebanon, New Hampshire.
A mitad del año 1849, Phineas ya se sentía preparado para volver a su trabajo. Sin embargo, su personalidad cambió bruscamente y sus compañeros lo dejaron de lado. Después del accidente, Gage se volvió irrespetuoso, impaciente, violento, irresponsable, cruel, caprichoso, etc.
A diferencia de su personalidad anterior, ahora no podía realizar los planes que establecía, empezó a descuidar sus hábitos personales y se quejaba constantemente de una reducción en su impulso sexual.
Además, hablaba de sexo de forma desinhibida y utilizaba expresiones y palabras soeces. Cuando se hablaba de él, los compañeros no paraban de decir: “este hombre ya no es Gage”. Incluso sus contratistas tuvieron que despedirlo.
El problema no estaba en sus habilidades físicas, sino, más bien, en la capacidad de percatarse de los efectos que sus actos tenían sobre los demás. Esto correspondería a una excelente descripción de lo que hoy en día se considera un típico síndrome prefrontal.
Gage estuvo cambiando de un trabajo al otro. Hay autores que dicen que llegó a formar parte del Circo Barnum, como si fuera un espectáculo más.
Entre los años 1852 y 1860 no se conoce con exactitud más detalles de su vida. Parece ser que en esos años estuvo en Valparaíso y Santiago de Chile, trabajando como conductor de un carruaje.
Aproximadamente en junio de 1859 volvió a Estados Unidos, específicamente a San Francisco. Pronto comenzó a sufrir una serie de crisis convulsivas. Estas crisis epilépticas recurrentes son las que le llevaron a la muerte un 21 de mayo de 1860.
Después de unos 5 años, Harlow convenció a la familia de Gage para que le autorizara exhumar el cadáver. Así, en 1867, el cráneo y la barra de metal se enviaron al doctor Harlow.
En 1868 Harlow escribió un libro corto sobre la vida de Phineas Gage. Gracias a la colaboración de testigos y de entrevistas a la familia, principalmente describe las experiencias del paciente en los 12 años, 6 meses y 8 días posteriores a su accidente.
Aún se considera el mejor relato de un cambio de conducta debido a un cambio en la corteza prefrontal. No obstante, cabe decir que no todos aceptaron la asombrosa historia de Gage. Muchos llegaron a pensar que era falsa.
Quien impidió que esta historia cayera en el olvido fue el doctor David Ferrier, que en 1870 anunció que el caso de Phineas Gage era una prueba de que el córtex prefrontal era un área funcional del cerebro. Gracias esto, se comenzó a investigar las desconocidas funciones de dicha área.
El cráneo de Phineas Gage y la barra de hierro que lo atravesó se encuentran en el Museo Warren de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Más adelante se han realizado estudios sobre las posibles lesiones cerebrales de Gage según su cráneo y las reconstrucciones tridimensionales.
En 1990 Hanna Damasio et. al. reconstruyeron de forma tridimensional el cerebro de Gage y su lesión. Muestran que el daño abarca la región ventromedial prefrontal de los dos hemisferios cerebrales.
Sin embargo, en 2004, el equipo de radiología del Hospital Brigham and Women’s de Boston llevó a cabo una nueva reconstrucción. Indicaba que las lesiones solo afectaron al lóbulo frontal izquierdo, dejando intactas las estructuras vasculares vitales.
La historia de Phineas Gage también fue fundamental para la frenología, una disciplina que estaba en pleno apogeo en ese tiempo.
Los frenólogos pensaban que las facultades mentales se encontraban en zonas concretas del cerebro. También se basaban en la forma del cráneo, cabeza y cara para analizar el carácter y rasgos de la personalidad.
Actualmente se sabe que la corteza cerebral tiene un papel fundamental en las funciones mentales. Sin embargo, antes del siglo XVIII se pensaba que esta parte del cerebro no era funcional, sino que su objetivo era proteger al resto del encéfalo. Es decir, el córtex cerebral se consideraba un mero envoltorio de los ventrículos cerebrales.
Hoy en día, con el caso de Phineas Gage, se sabe que la corteza cerebral se vincula a las funciones ejecutivas. Estas funciones son las que nos permiten solucionar problemas, inhibir conductas, autorregular nuestro comportamiento, actividad cognitiva y emociones, crear estrategias de solución de problemas flexibles, etc. La corteza prefrontal también se considera el lugar en el que se integran las emociones y la cognición.
Los trastornos que manifestaba Phineas Gage se localizaban, sencillamente, a un nivel emocional, describiendo cambios conductuales externos. Sin embargo, no se habla del plano cognitivo, probablemente porque no existían instrumentos de evaluación que pudieran medirlos.
A través de diversas investigaciones, se ha concluido que el daño fue mayor en el hemisferio izquierdo que en el derecho, y afectaba de manera exclusiva a la corteza prefrontal, sobre todo a la zona ventromedial de dicha corteza.
Esta área es fundamental para tomar decisiones, establecer planes futuros, autorregularse según las reglas sociales que se han aprendido y elegir las conductas más apropiadas.
En cambio, la atención, la flexibilidad cognitiva y la realización de cálculos estaban conservadas, ya que estas funciones corresponden a la parte lateral o externa de la corteza prefrontal.
Por tanto, el córtex prefrontal es una zona de gran complejidad y cada porción participa en funciones diferentes.
En el caso de Phineas Gage, el principal componente afectado es la capacidad de socializar, ya que la parte del cerebro lesionada establece circuitos con el sistema límbico que está asociado con las emociones. Las áreas frontales contribuyen a determinar, de esta forma, el tono afectivo de las relaciones con los demás.
El caso de Phineas Gage ha producido numerosos debates entre autores sobre temas muy diferentes. En primer lugar, algunos defienden que durante la estancia de Gage en Chile, probablemente se produjo una mejoría en sus síntomas. Esto es porque logró permanecer mucho tiempo trabajando como conductor de carruajes de caballos.
Como ese trabajo requiere cierta planificación y participación de las funciones ejecutivas, algunos defienden que esto fue indicador de su recuperación.
Por otro lado, autores diferentes defienden la necesidad de reconocer en este caso los factores socio culturales de Phineas Gage.
Es decir, critican a la neurociencia afirmando que pudo contribuir a los síntomas de Gage el hecho de que tuviera un aspecto físico extraño tras la lesión.
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