Definición de pan
El concepto de pan procede del vocablo latino panis. Así se llama al producto alimenticio que, por lo general, se elabora con agua, levadura y harina y se cocina en un horno.
El pan es un alimento esencial en muchas sociedades. Aunque existen múltiples recetas, lo habitual es que se emplee harina de trigo mezclada con agua y sal. El uso adicional de la levadura hace que la masa, antes de llegar al horno, fermente y gane volumen. De esta forma, el pan ya horneado resulta tierno y esponjoso.
Al pan sin levadura se lo conoce como pan ácimo. En esos casos, el resultado no tiene la textura de los panes tradicionales y es mucho más chato.
El maíz, la cebada y el centeno son otros cereales que pueden usarse en lugar de la harina de trigo. Por otra parte, hay panes que se preparan con huevo y muchos que llevan materias grasas (como aceite, manteca o mantequilla, etc.).
La utilización de semillas y especias es común ya que permite saborizar las preparaciones. Además existen los panes rellenos (con jamón, panceta o tocino, cebolla u otros ingredientes) y los panes dulces (con azúcar o frutas).
Los moldes permiten que el pan adquiera distintas formas. Hay panes redondos, alargados, cuadrados y de otros estilos. Incluso, gracias a las diversas técnicas de amasado, los panes pueden presentarse como aros, trenzas u otras figuras.
El concepto de pan se usa en muchos contextos como sinónimo de alimento, más bien como el símbolo mismo de la comida, ya que resulta un producto muy fácil de preparar y sus ingredientes son verdaderamente económicos. Esto no significa que cualquier persona pueda acceder al pan; de hecho, las situaciones de pobreza extrema privan a la gente de cualquier alimento o servicio considerado fundamental.
Para una persona que tenga la suerte de contar con un horno, acceso a agua potable y con el dinero suficiente para comprar una bolsa de harina, el pan es probablemente una de las recetas más sencillas que puede llevar a cabo. Además de ser barato, tiene la particularidad de saciar el hambre con una porción pequeña en comparación con otros alimentos.
En la alimentación diaria, por otro lado, el pan se adapta con facilidad a una gran variedad de platos: si bien lo asociamos directamente con los bocadillos (también llamados emparedados o sándwiches), este producto se puede combinar con guisos, arroz, ensaladas, se puede untar con salsas tales como mayonesa, mostaza o alioli y también con mermelada, manteca o jalea, entre muchos otros ingredientes. En definitiva, el pan queda bien con casi cualquier comida, tanto dulce como salada.
Quizás el único problema que puede acarrear el pan es el exceso de peso si se come demasiado, a lo largo de todo el día y si se prioriza al resto de los alimentos. Las personas que tienen problemas de metabolismo son las que más deben controlar el consumo de productos tales como el pan, las salsas, los picantes y las grasas en general, pero para nadie está de más ponerse ciertos límites, en especial con aquellas cosas que son especialmente «adictivas».
Salvando comidas tales como los bocadillos, donde el pan es una parte fundamental, deberíamos evitar comerlo en exceso cuando se trata de un complemento; por ejemplo, en el caso de un guiso o una sopa, basta con un par de rebanadas.
Es importante tener en cuenta que, debido al gluten presente en el trigo, la avena, el centeno y la cebada, muchos panes generan problemas de salud a las personas que padecen la enfermedad celíaca. Los celíacos, por lo tanto, no pueden consumir diversos tipos de pan.