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Signo

Te explicamos qué es un signo, cómo está compuesto y qué tipos de signos existen. Además, signos lingüísticos, no lingüísticos y símbolos.

¿Qué es un signo?

Se denomina signo, desde una perspectiva general, a aquellas entidades o fenómenos con los que podemos representar y/o sustituir a un referente específico. Dicho de otra manera, un signo es aquello que podemos poner en el lugar de otro objeto, o sea, con que podemos evocarlo en su ausencia o podemos deducir su presencia, puesto que todo signo guarda algún tipo de relación de identidad con su referente.

Es posible pensar los signos como cupones o comodines, que representan una realidad ausente. Imaginemos que vamos al supermercado, llenamos el carrito y en la caja nos dicen el total a pagar. Entonces, como no tenemos esa cantidad de dinero en efectivo encima, usamos nuestra tarjeta y es como si hubiéramos pagado con la cantidad apropiada de billetes y monedas.

Los signos funcionan de una manera semejante, pero en el campo de la comunicación: cuando se tiene el signo, se puede aludir o evocar un objeto sin necesidad de que esté presente.

Los signos están en todas partes, a nuestro alrededor, y gracias a ellos podemos manejar la información de las complejas maneras en que lo hacemos. Si bien todos los seres vivos se comunican, tan sólo los seres humanos y algunos otros animales son capaces de comprender y elaborar signos, esto es, referirse a las cosas que se encuentran ausentes.

Sin embargo, no debemos confundir los signos con la escritura (aunque ésta consiste, claro, en signos escritos), ni con las palabras de un idioma (aunque todas las palabras son, justamente, uniones de signos lingüísticos). Un signo es una entidad mental, que consiste en la unión de dos partes, de acuerdo a la lingüística tradicional:

  • Un significante, que es una forma, un objeto o un evento, concretos e identificables en el mundo real. Por ejemplo: el dibujo de una flecha negra curvando hacia la izquierda en un letrero blanco.
  • Un significado, que es la conclusión o la información que recuperamos a partir de la interpretación del significante, o sea, que está contenida en él. Por ejemplo: se aproxima en la vía una curva hacia la izquierda.

Dependiendo del caso, un mismo significante puede tener varios significados, o viceversa. Todo depende del modo en que se lleve a cabo esa asociación entre uno y otro.

Por último, los signos pueden ser de distinto tipo: visuales, verbales, auditivos, etc., dependiendo de la naturaleza de su significante. O incluso naturales y artificiales, dependiendo de si son generados por la naturaleza o por la intervención humana. Según las teorías del estadounidense Charles Peirce (1839-1914), sin embargo, se pueden clasificar en tres categorías, dependiendo de cómo sea la relación entre significado y significante:

  • Indicios o indicadores, en los que la relación entre significado y significante es de tipo natural, lógico o necesario, generalmente fruto de una relación previa de causa y efecto. Por ejemplo, si vemos humo negro a la distancia (significante), podemos suponer que hay un fuego en sus proximidades (significado).
  • Íconos, en los que la relación entre significado y significante es de imitación o mimética, o sea, de un parecido evidente. Un perfecto ejemplo de ello son los mapas, que se asemejan a la geografía que describen, o el ícono de “cortar” en nuestro procesador de palabras, que se asemeja a unas tijeras.
  • Símbolos, en los que la relación entre significado y significante es totalmente convencional, o sea, no responde a ninguna de las dos condiciones previas, sino que fue determinada social, cultural e históricamente. Un ejemplo de ello serían las banderas de cada país, cuyos colores tienen sentido únicamente para quienes conocen la explicación histórica.

Ver además: Semiología

Signos lingüísticos

Como dijimos recién, los signos lingüísticos son aquellos que permiten la construcción del lenguaje verbal, o sea, de la capacidad humana de componer complejos sistemas de sonidos (y eventualmente, de gráficos que los representan) a través de los cuales comunicarse y representar la realidad.

Los signos lingüísticos forman parte de un sistema concreto de sentidos y asociaciones. Son esencialmente representaciones de la realidad, esto es, piezas o comodines mentales con los que referirse a ella. Están compuestos por un significante sonoro y un significado abstracto, mental, que coincide con algún tipo de referente real.

No debemos confundir los signos del lenguaje con las letras del alfabeto, ni con los signos escritos. Nos referimos a entidades mucho más abstractas, que tienen lugar en nuestras mentes y en la sociedad.

Según Ferdinand de Saussure (1857-1913), uno de los más grandes estudiosos del signo lingüístico y padre fundador de la lingüística, los rasgos esenciales de todo signo lingüístico son los siguientes:

  • La arbitrariedad del signo. Esto quiere decir que la relación entre significante y significado, en el caso de los signos del lenguaje, es arbitraria o convencional. O sea, no está determinada de manera natural, lógica, necesaria, sino que es fruto de una forma de pensamiento que puede variar según el caso. Por ejemplo, no hay nada que relacione la palabra “árbol” con un árbol, y de hecho si cambiamos de lengua, cambiaremos también de signo: tree en inglés, baum en alemán, δέντρο en griego. Incluso podemos ir más allá: no existe nada que vincule por semejanza al sonido que asociamos con la “a” en español, con el signo a través del cual representamos dicho sonido. En fin, los signos del lenguaje responden a la historia y a la cultura, son sociales y convencionales.
  • La mutabilidad e inmutabilidad del signo. Esto quiere decir que los signos del lenguaje son, al mismo tiempo, cambiantes e incambiantes, dependiendo de cómo los veamos. Son cambiantes a lo largo del tiempo, ya que la lengua es una entidad viva y se va adaptando a sus usuarios, cambiando con ellos, con el paso de los siglos. Sin embargo, al pertenecer a una convención y a un orden social, la lengua es también una entidad estática y firme, que nos permite cierto margen de creatividad y libertad, pero siempre dentro de unas fronteras establecidas. No podemos decidir cambiar el nombre de las cosas, por ejemplo. Por eso, la lengua es inmutable, pues necesitamos que sea común a todas aquellas personas con las que hablamos a diario.
  • Posee un significante lineal. Esto quiere decir que los signos lingüísticos se presentan siempre uno detrás de otro, en una cadena, sucediéndose en el tiempo, de manera de formar cúmulos de sonidos que conocemos como palabras y como oraciones. Sin embargo, esto también hace que sólo podamos pronunciar un sonido a la vez. Así, los signos lingüísticos se excluyen entre sí, dado que debemos elegir cuál pronunciar y en qué orden o secuencia, no pudiendo combinarlos libremente: no es lo mismo decir “perro” que “orrep” o que “rpoer”, a pesar de que se trate de los mismos signos en cada caso.

Más en: Signo lingüístico

Signos no lingüísticos

Por su parte, los signos no lingüísticos son aquellos que, si bien conforman a su manera algún tipo de sistema de sentidos, no tienen nada que ver con el lenguaje verbal. Esto no significa que no puedan ser interpretados e incluso “traducidos” al lenguaje verbal, sino que obedecen a otro tipo de lógica.

Son ejemplos de signos no lingüísticos: las señales de tránsito, los signos de advertencia ante riesgo de muerte, de corrosión o de electricidad, o incluso los indicios que podemos “leer” en la naturaleza: las huellas de un animal en el fango, las nubes oscuras que traerán la lluvia, etc.

Signos y símbolos

Hemos visto ya que, según Charles Peirce, los símbolos son un tipo específico de signo, en el que la relación entre significante y significado es completamente arbitraria. Este tipo de signos son los más complejos de todos y, por ende, solamente los seres humanos somos capaces de interpretarlos y reconocerlos, ya que dependen directamente del acervo cultural. En eso también se distinguen de los demás tipos de signos.

Son algunos ejemplos de símbolos:

  • La representación de los elementos de la tabla periódica: O, Br, Fe, Zn.
  • Los escudos patrios y banderas de los países.
  • Los emblemas de la heráldica.
  • Los logotipos de las marcas comerciales.

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Referencias