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Debilidades de una persona

Te explicamos qué son las debilidades de una persona, ejemplos y qué implica cada una. Además, qué son las fortalezas personales.

¿Qué son las debilidades de una persona?

Las debilidades personales son los puntos flacos de nuestra personalidad, o lo que es lo mismo, aquellos aspectos de una persona que no suelen resultar deseables, ni positivos, ni admirables, sino todo lo contrario. Es decir, se trata de los costados menos luminosos, los que nos hacen más propensos a cometer errores, actuar de manera irracional o apresurada, o nos hacen una persona menos aceptada socialmente.

A pesar de lo que puedan sugerir los gurúes de la autoayuda, los consejeros emocionales o incluso ciertas ramas de la psicología, no existe una lista universal, única, de debilidades de una persona. En gran medida, lo que se puede entender como debilidad o, por el contrario, como fortaleza, depende en gran medida del bagaje cultural, social e histórico de las sociedades.

Ver además: Antivalores

Ejemplos de debilidades personales

Una lista ordinaria de ejemplos de debilidades personales usualmente incluiría éstas que se listan a continuación:

  • Cobardía. Entendida no como la posibilidad de sentir miedo, lo cual es una realidad emocional ineludible de todos los seres humanos, sino la incapacidad para obrar en una causa deseada a pesar de sentir dicho miedo. La cobardía es la incapacidad para obrar como se considera que se debe, debido al miedo (especialmente si se trata de miedos tenidos por menores).
  • Impaciencia. Entendida como la poca paciencia, o sea, la poca tolerancia a la frustración, a la espera y a otras situaciones en las que aquello deseado se encuentra postergado en el tiempo. Las personas impacientes son más propensas a la rabia, a la desesperación y, por ende, a actuar de manera impulsiva.
  • Egoísmo. Entendido como la falta de generosidad, esto es, la incapacidad para compartir, para reconocerle al otro sus aciertos o para entender que el mundo no gira a nuestro alrededor. El egoísmo puede confundirse con egocentrismo, y está próximo a la mezquindad y a la falta de empatía.
  • Inseguridad. Entendida como la falta de aplomo, de temple o, como lo indica su nombre, de seguridad en sí mismo y en las propias decisiones. Una persona insegura puede requerir de constantes manifestaciones de aprobación de parte de los demás, o bien se sentirá amenazada por el protagonismo ajeno, o le costará mucho más que otros tomar decisiones, debido a un miedo paralizante a equivocarse.
  • Deslealtad. Entendida como la incapacidad para honrar los propios compromisos, o dicho de otra manera, la tendencia a incumplir con la palabra dada. Esto a menudo se traduce en “morder la mano que alimenta”, o sea, en no retribuir la ayuda recibida en momentos difíciles, o traicionar la confianza de aquellos que nos la dieron en primer lugar.
  • Irresponsabilidad. Entendida como la tendencia a no hacerse cargo de los errores cometidos, prefiriendo que sea otro quien cargue injustamente con las consecuencias de las propias acciones o decisiones. Una persona irresponsable es alguien en quien no se puede confiar pues, valga la redundancia, no suele hacerse responsable de lo que hace.
  • Resentimiento. Entendido como la forma de ser de las personas rencorosas, esto es, aquellas a las que les cuesta perdonar y que una vez que se han sentido heridas, se aferran a ese sentimiento durante mucho tiempo y permiten que eso modele su conducta. El resentimiento impide la superación de los problemas y predispone a las personas hacia el conflicto, entorpeciendo las relaciones personales y profesionales, a veces sin motivo alguno valedero.
  • Dependencia. Entendido como lo contrario, obviamente, de la independencia, o sea, como la necesidad de algunas personas de ser validadas continua y constantemente, cuando no acompañadas a hacer hasta las tareas más sencillas. Una persona dependiente es una persona que se siente tan insegura consigo misma, que para todo requiere de un tutor, un guía o un acompañante; son personas con poca autonomía, nula capacidad de liderazgo y una aplastante falta de autoestima.
  • Timidez. Entendida como la dificultad para emprender relaciones sociales porque la persona se siente continuamente fuera de lugar, inferior al resto o simplemente que no pertenece al grupo o a la comunidad; no debe confundirse con introversión, que es el gusto por las actividades solitarias. La timidez puede ser vencida, pero en algunos casos puede llegar a ser paralizante y patológica, impidiendo a las personas tomar riesgos necesarios, decir las cosas que ameritan ser dichas y llevar una actitud socialmente más activa.
  • Egocentrismo. Entendido como el exceso de ego, es decir, como la creencia muy interiorizada de que todo en la vida gira en torno a los propios deseos, los propios problemas y la propia personalidad. Las personas egocéntricas son incapaces de empatizar con los demás, dado que simplemente no los perciben en su radar, al estar todo el tiempo pendientes de sí mismos.
  • Irascibilidad. Entendida como la dificultad para controlar la ira o la rabia, es decir, la propensión a reaccionar de manera ofendida, violenta o agresiva, cada vez que la persona se sienta bajo ataque. Las personas irascibles o iracundas a menudo dicen cosas de las que luego se arrepienten, y andan luego pidiendo todo el tiempo disculpas.
  • Neuroticismo. Entendido como el deseo de estar en control de todo continuamente, incluso cuando esa misma conducta causa estrés, desgaste, rabia o tristeza. Las personas neuróticas tienen problemas para delegar y para dejar que las cosas sucedan por propia cuenta, y se sienten continuamente responsables de todo y de todos, por lo que acaban imponiéndose o imponiendo su criterio a todo el mundo, convertidos en pequeños dictadores.
  • Ignorancia. Entendida como la propensión a hablar y decidir en base a lo que se ignora. No debemos confundirla con el desconocimiento, que es algo que todos tenemos en alguna medida, pues nadie sabe absolutamente todo de todos los temas; pero las personas ignorantes son aquellas que, sin molestarse en averiguar o en documentarse o en al menos preguntar a quienes saben, insisten en opinar, dar su punto de vista o hacer afirmaciones, en las que se deja en evidencia que no tienen idea de lo que dicen.

Fortalezas personales

A diferencia de las debilidades, se denomina fortalezas personales a los aspectos de la personalidad de un individuo que resultan más deseables, positivos o admirables, aquellos que a menudo lo posicionan en una situación social y profesional favorable, o simplemente le permiten enfrentar de mejor manera una situación retadora.

Al igual que las debilidades, no existe una lista única de fortalezas personales posibles, sino que todo depende del bagaje cultural y social que consideremos.

Más en: Fortalezas de una persona

Referencias