Fortalezas de una persona
Te explicamos qué son las fortalezas de una persona, ejemplos y qué implica cada una. Además, qué son las debilidades de una persona.
Fortalezas personales
Las fortalezas personales son aspectos de la personalidad considerados positivos o útiles para una vida estable y feliz, y que generalmente le permiten a las personas hacer frente a la existencia de una mejor manera. Esto último puede significar sobreponerse a problemas personales, mantener el rumbo de sus propios deseos o simplemente adaptarse con facilidad a determinados escenarios.
Psicólogos, filósofos, gurús de autoayuda y otras figuras han elaborado listas de fortalezas personales y proponen métodos de cómo alcanzarlas o cómo desarrollarlas. Sin embargo, el término fortalezas personales no forma parte del lenguaje académico de la psicología, ni es un término científico ni especializado, de modo que en su definición se presenta cierto margen de ambigüedad o de discrepancias dependiendo del punto de vista.
Por lo tanto, no existe un catálogo universal de fortalezas personales, y en general esta consideración puede variar dependiendo de la cultura, la sociedad o el momento histórico.
Ver además: Fortaleza
Ejemplos de fortalezas
Algunos ejemplos tradicionales de fortalezas de la personalidad son las siguientes:
- Coraje o valentía. Entendido como valor o atrevimiento, es decir, como la capacidad de llevar a cabo acciones que nos dan miedo (y no, como se suele pensar, como la ausencia total de miedo). La separa de la imprudencia una fina línea, sin embargo.
- Persistencia o tenacidad. Entendida como la capacidad de mantenernos firmes cuando el viento sople en contra, es decir, de no desistir de las tareas que nos hemos propuesto cuando ocurran los primeros accidentes inesperados o cuando surjan las primeras complicaciones.
- Inteligencia. Aunque siempre es complicado definir la inteligencia, podemos entenderla como una gran capacidad de adaptarse a los entornos y a las situaciones, para hallarles una solución pertinente. Las personas inteligentes suelen ser más adaptables, más versátiles y con más recursos para interpretar las situaciones.
- Empatía o compasión. Entendida como la capacidad de compartir el sufrimiento ajeno, especialmente cuando está en nuestras manos aliviarlo. Ser empático implica condolerse de los demás, o sea, ser capaz de ponerse en los zapatos de otro, y por lo tanto no hacer a otros lo que sabemos que les causará daño.
- Liderazgo. Entendida como la capacidad para liderar un grupo, o para asumir posiciones de autoridad. No todo el mundo se siente cómodo en dichos roles, pero la gente con liderazgo logra que los demás los sigan, que vean en ella alguien capaz de administrar, distribuir y regentar algún grupo humano.
- Creatividad. Entendida como la propensión al pensamiento original, es decir, la tendencia a ver las cosas desde puntos de vista propios, diferentes, novedosos, y el impulso a materializarlo en actividades de distinto tipo: lúdicas, artísticas, útiles, etc. La creatividad no sólo tiene que ver con el pensamiento artístico y literario, sino que también puede ser aplicada a la resolución de los problemas cotidianos.
- Autocontrol. Entendido como el dominio de sí mismo, esto es, la capacidad para mantener el carácter y tomar decisiones racionales a pesar de estar sometido a presiones de tipo emocional, o a situaciones dolorosas o perturbadoras. Una persona con mucho autocontrol es una persona “dueña de sí misma”, o sea, imperturbable.
- Resiliencia. Entendida como la capacidad de convertir las experiencias traumáticas o retadoras en aprendizajes, y de esa manera irse haciendo más fuerte conforme se acumulan vivencias. Todos tenemos en alguna medida cierta resiliencia, pero hay personas con este rasgo más desarrollado, y esas personas suelen asimilar mucho mejor los momentos difíciles de sus vidas.
- Asertividad. Entendida como la capacidad de comunicarse de la mejor manera, es decir, de saber cuándo decir las cosas y cómo, para obtener una mejor respuesta de parte del interlocutor. Las personas asertivas saben cuándo callar, cuándo hablar y en general son muy buenos comunicadores.
- Carisma. Entendido como el “don de gentes”, o sea, la persuasividad, el talento para atraer a los demás y hacer que vean las cosas de la misma forma que uno. Las personas con carisma suelen ser buenos líderes y buenos motivadores, capaces de “enamorar” a los demás de una causa. Son personas que suelen ser muy bien recibidas en todas partes.
- Versatilidad. Entendida como la capacidad de enfrentar tareas y compromisos muy distintos entre sí, con igual capacidad y eficiencia. Una persona versátil siempre tiene lugar en los equipos, pues puede, por así decirlo, jugar distintas posiciones, y suele tener talentos muy disímiles que le permiten responder bien a retos diferentes.
- Proactividad. Entendida como la disposición continua a emprender una tarea sin que deba estar alguien detrás diciendo qué, cómo y cuándo hacer. Una persona proactiva es una persona con iniciativa, que toma decisiones y da de sí mucho más que lo mínimo posible. Es decir, que asume una actitud activa ante las cosas, en vez de una pasiva, que espera a que le digan qué hacer.
- Sagacidad. Entendida como una mezcla de astucia y de rapidez y agilidad mental. Se dice que alguien es sagaz cuando percibe con rapidez las cosas, sin necesitar demasiada explicación, y es capaz de adelantarse a sus consecuencias, estando siempre un paso por delante de las cosas. Las personas sagaces tienen una gran capacidad de reacción.
- Entusiasmo. Entendido como la disposición hacia lo nuevo, o como las ganas de acometer una tarea nueva con buena cara. Las personas entusiastas son fácilmente contagiables con una buena causa, y están siempre listas para emprender una tarea, mientras que la gente sin entusiasmo está siempre dispuesta a quejarse, a rezongar y suelen ser resistentes a toda forma de cambio.
- Curiosidad. Entendida como la pasión por aprender, por adquirir nuevos conocimientos y experiencias. Las personas curiosas siempre están dispuestas a lo nuevo y a adquirir aprendizajes, y son mucho más sensibles respecto del conocimiento de los demás, por lo que suelen ser ideales para la innovación y el desarrollo. No hay que confundir la curiosidad como la indiscreción, o sea, con “ser entrometido”.
- Sociabilidad. Entendida como la buena disposición para las relaciones sociales, o sea, para el entendimiento, el trabajo en equipo y, en general, las interacciones de tipo afectivo, social o grupal. A una persona sociable generalmente le cuesta poco hacer amigos, o al menos entablar una conversación con desconocidos, y suelen ser quienes mantienen un grupo unido, a pesar de sus propias contradicciones.
- Concentración. Entendida como la capacidad para abstraerse del entorno y enfocarse profundamente en una sola cosa, y de ese modo evitar distracciones y llevarla a término de manera correcta. Una persona sin concentración es aquella que se distrae fácilmente, que está siempre dispersa y que, por ende, hace avanzar muy lentamente sus proyectos.
- Honestidad. Entendida como el compromiso personal con la verdad, es decir, con la disposición a decir la verdad y a valorar la verdad por encima de las conveniencias personales. Esta es, además, una virtud moral, valorada por todas las religiones, y uno de los rasgos más apreciados de cualquier personalidad.
- Disciplina. Entendida como la capacidad de compromiso pleno con la tarea que se lleva a cabo. Las personas disciplinadas son responsables, enfocadas y comprometidas, porque son capaces de administrar su tiempo de la manera idónea; mientras que una persona indisciplinada es alguien que abandona rápida y fácilmente las tareas, y que le cuesta asumir una rutina debidamente.
- Consideración. Entendida como la disposición a tomar en cuenta las necesidades ajenas, y por ende a ser más empático y respetuoso. Una persona es considerada cuando no piensa únicamente en sí misma, sino que toma en cuenta el bienestar de los demás a su alrededor, tratando así de que se sientan lo más a gusto posible con ella. Puede entenderse como una mezcla de empatía y generosidad.
Debilidades personales
A diferencia de las fortalezas personales, las debilidades son aquellos aspectos flacos o poco cultivados de la personalidad, que nos hacen más propensos a cometer ciertos errores, o nos impiden llevar a cabo con éxito y de manera eficiente alguna actividad.
Las debilidades pueden entenderse como vulnerabilidades del carácter, y así como ocurre con las fortalezas, dependen de la manera de interpretar la forma de ser, o sea, no suelen ser del todo universales.
Más en: Debilidades de una persona
Referencias
- “Fortalezas personales” en el Instituto Europeo de Psicología Positiva.
- “¿Qué son las fortalezas personales y cómo identificarlas?” en Unycos.
- “Fortaleza ¿qué es?” en P&A Group.