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Ira

Te explicamos qué es la ira, cómo se manifiesta físicamente y por qué suele ser rechazada socialmente. Además, otros pecados capitales.

¿Qué es la ira?

Se conoce como ira, cólera, furia, rabia o enfado a una emoción que se expresa a través de la irritabilidad, la agresividad e incluso la violencia, y que se encuentra entre las más primitivas y primordiales del ser humano.

Su manifestación física se da, por un lado, a través de expresiones faciales y corporales, o del aumento del tono de voz, cambios que se asemejan al modo en que los animales reaccionan ante las amenazas. Por otro lado, provoca reacciones fisiológicas como el aumento de la presión sanguínea y del ritmo cardíaco, y la secreción de adrenalina y noradrenalina, en la medida en que el organismo se prepara para huir o defenderse.

A pesar de sus características naturales, o quizá justamente por ellas, la ira es mal vista en las sociedades modernas. Es entendida como una respuesta irracional, inmadura o incivilizada ante la frustración o el malestar. Semejante juicio, además, obedece a la tradición moral de la mayoría de las religiones, desde el islam hasta el hinduismo y el cristianismo, que entienden la rabia como un sentimiento negativo o incluso pecaminoso.

De hecho, según la doctrina católica, la ira forma parte de los pecados capitales o mortales, los más graves que existen, ya que usualmente empujan a cometer otros pecados posteriores, y está asociada tradicionalmente con el demonio Amon. Esto abarca la rabia desmedida hacia los demás, capaz de empujar al homicidio, o hacia uno mismo, capaz de empujar al suicidio; además, contradice la paciencia, que es una de las virtudes teologales.

Sin embargo, es común que se distinga entre la ira y la cólera, términos asociados con la agresividad desmedida o la agresión ciega e incontrolable, y por otro lado la rabia y el enfado, versiones mucho más manejables de lo mismo.

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Otros pecados capitales

Según la tradición católica, los pecados capitales o mortales son siete. Además de la ira, entre ellos se cuentan:

  • La soberbia, entendida como el exceso de amor propio que lleva a la persona a ponerse en el lugar de Dios, y por lo tanto a violentar sus normas y engendrar otros pecados. Por esa razón se considera el pecado supremo de todos.
  • La envidia, entendida como el amor por lo ajeno, capaz de empujar al pecador al robo y a la violencia, o de hacerlo alegrarse ante las desgracias ajenas, contraviniendo el amor por el prójimo que la religión predica.
  • La gula, entendida como el amor irrefrenable por la comida y la bebida, que conduce al individuo a beber y/o comer en exceso, más allá de lo necesario para sostenerse a sí mismo. Es el pecado contrario a toda forma de mesura.
  • La lujuria, entendida como un deseo sexual irrefrenable, insaciable e incontrolable, que no respeta límites y que conduce al daño hacia el propio individuo o a los demás.
  • La avaricia, entendida como el amor desmedido por la acumulación, tanto de propiedades y cosas, como de dinero. El avaro es aquel que posee más de lo que necesita y aún así le niega a los demás el acceso a los recursos, incluso a sabiendas de que ellos los necesitan o los merecen más que él.
  • La pereza, entendida como la falta de voluntad y dedicación para garantizarse el propio sustento, es decir, para velar por la propia existencia y el propio bienestar. Quienes incurren en dicho pecado contradicen la orden divina de cuidarse a sí mismos, e irrespetan el don de la vida que Dios les dio.

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Referencias