20 poemas de la Luna originales y de autores clásicos
La Luna, el satélite natural de la tierra, ha sido una de las principales inspiraciones de los compositores, novelistas, poetas y pintores a lo largo de la historia. Su belleza y su visibilidad permiten crear observándola, lo que quizás aumenta la calidad de lo expesado.
A continuación encontrarás una recopilación de poemas de la Luna de autores reconocidos, como Jaime Sabines, Federico García Lorca, Mario Benedetti o Antonio Machado. Además, al final encontrarás composiciones originales de nuestro autor.
Poemas de la Luna de autores clásicos
“La luna” (Jaime Sabines)
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
- Reflexión: en el poema se aprecian variadas metáforas sobre la luna, presentándola como mágica, curativa y medicinal.
“La luna y la rosa” (Miguel Unamuno)
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía —sedienta boca—
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda…
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida…
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma…
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola…
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.
- Reflexión: el poema presenta un juego de palabras en el cual hay elementos del cielo (luna) y la tierra (rosa), y la relación que guardan entre sí.
“La luna asoma” (Federico García Lorca)
Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.
Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.
Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer
fruta verde y helada.
Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.
- Reflexión: en el poema se habla de la llegada de la noche, y de la magia y los peligros que aparecen con la luna.
“Hombre que mira la luna” (Mario Benedetti)
Es decir la miraba porque ella
se ocultó tras el biombo de nubes
y todo porque muchos amantes de este mundo
le dieron sutilmente el olivo
con su brillo reticente la luna
durante siglos consiguió transformar
el vientre amor en garufa cursilínea
la injusticia terrestre en dolor lapizlázuli
cuando los amantes ricos la miraban
desde sus tedios y sus pabellones
satelizaba de lo lindo y oía
que la luna era un fenómeno cultural
pero si los amantes pobres la contemplaban
desde su ansiedad o desde sus hambrunas
entonces la menguante entornaba los ojos
porque tanta miseria no era para ella
hasta que una noche casualmente de luna
con murciélagos suaves con fantasmas y todo
esos amantes pobres se miraron a dúo
dijeron no va más al carajo selene
se fueron a su cama de sábanas gastadas
con acre olor a sexo deslunado
su camanido de crujiente vaivén
y libres para siempre de la luna lunática
fornicaron al fin como dios manda
o mejor dicho como dios sugiere.
- Reflexión: los versos describen a la luna y su gran uso literario, pero a vez su verdadera influencia en el amor, sin escritos ni formalidades.
“La luna, la sombra y el bufón” (Antonio Machado)
Fuera, la luna platea
cúpulas, torres, tejados;
dentro, mi sombra pasea
por los muros encalados.
Con esta luna parece
que hasta la sombra envejece.
Ahorremos la serenata
de una cenestesia ingrata,
y una vejez intranquila,
y una luna de hojalata.
Cierra tu balcón, Lucila.
Se pinta panza y joroba
en la pared de mi alcoba.
Canta el bufón:
¡Qué bien van,
en un rostro de cartón,
unas barbas de azafrán!
Lucila, cierra el balcón.
- Reflexión: el poema habla del recorrido de un bufón de una noche sin luna.
“La luna” (Jorge Luis Borges)
A María kodama
hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
- Reflexión: el poema habla de cómo muchos miran la luna en búsqueda de respuestas.
“Luna de abril” (Andrés Eloy Blanco)
Luna de abril, descotada,
con aguazal circunscrito,
desnuda, con desnudez
pura de pecho con niño.
Luna llena, ubre de vaca,
con lucero becerrillo;
¡qué puro se pone el pecho
cuando se le cuelga el niño!
Esta noche yo no siento
ni sombra de odio por nadie
ni pena de verme preso,
ni ganas de que me quiten
los grillos que me pusieron.
Nada hay más impuro, nada,
que el pecho de las mujeres,
pero no hay nada más puro
ni mejor para mirarlo
que un pecho fuera del pecho
y un niño al lado.
- Reflexión: un poema en el que se compara la belleza de la luna llena con el pecho de una mujer amamantando.
“A la luna” (Rosalía de Castro)
¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
a imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.
De su pálido rayo la luz pura
como lluvia de oro cae
sobre las largas cintas de verdura
que la brisa lleva y trae.
Y el mármol de las tumbas ilumina
con melancólica lumbre,
y las corrientes de agua cristalina
que bajan de la alta cumbre.
La lejana llanura, las praderas,
el mar de espuma cubierto,
donde nacen las ondas plañideras,
el blanco arenal desierto.
- Reflexión: la poeta hace descripción de la luna, mostrándola pura y hermosa.
“La dama vestida de blanco” (Francisco Villaespesa)
Jardín blanco de luna, misterioso
jardín a toda indagación cerrado,
¿qué palabra fragante ha perfumado
de jazmines la paz de tu reposo?
es un desgranamiento prodigioso
de perlas, sobre el mármol ovalado
de la fontana clásica: un callado
suspirar; un arrullo tembloroso…
Es el amor, la vida… ¡Todo eso
hecho canción! la noche se ilumina;
florecen astros sobre la laguna…
¿Es la luna que canta al darte un beso,
o el ruiseñor que estremecido trina
al recibir los besos de la luna?
- Reflexión: poema que describe lo hermoso de la aparición de la luna.
“La luna es una ausencia” (Carolina Coronado)
Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulantes
tras los vapores de la nube acuosa?
Negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.
Yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.
¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!
- Reflexión: la poeta expresa con nostalgia no ver a la luna, y la alegría por su lenta aparición.
“Sobre el cuerpo de la luna” (Miguel Hernández)
Sobre el cuerpo de la luna
nadie pone su calor.
Frente a frente sol y luna
entre la luna y el sol
que se buscan y no se hallan
tú y yo.
Pero por fin se hallarán
nos hallaremos, amor,
y el mundo será redondo
hacia nuestro corazón.
- Reflexión: estrofas llenas de romance en las que se compara el amor de una pareja como el sol y la luna.
“En las noches claras” (Gloria Fuertes)
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
- Reflexión: el poema expresa nostalgia y tristeza por la soledad.
“La luna blanca… Y el frío…” (León de Greiff)
La luna blanca… y el frío…
y el dulce corazón mío
tan lejano… tan lejano…
¡tanto distante su mano…!
La luna blanca, y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano…
Y vagas notas del piano…
Del bosque un aroma arcano…
Y el remurmurar del río…
Y el dulce corazón mío
tan lejano…!
- Reflexión: un poema sobre la luna y el frío de la noche.
“La fuga de la luna” (Oscar Wilde)
Hay paz para los sentidos,
una paz soñadora en cada mano,
y profundo silencio en la tierra fantasmal,
profundo silencio donde las sombras cesan.
Sólo el grito que el eco hace chillido
de algún ave desconsolada y solitaria;
la codorniz que llama a su pareja;
la respuesta desde la colina en brumas.
Y súbitamente, la luna retira
su hoz de los cielos centelleantes
y vuela hacia sus cavernas sombrías
cubierta en velo de gasa gualda.
- Reflexión: el poema describe una noche solitaria y de paz.
“Tristezas de la Luna” (Charles Baudelaire)
Esta noche, la luna sueña con más pereza;
tal como una beldad, sobre numerosos cojines,
que con mano distraída y leve acaricia
antes de dormirse, el contorno de sus senos,
Sobre el dorso satinado de las muelles eminencias,
desfalleciente, ella se entrega a largos espasmos,
y pasea sus miradas sobre las imágenes blancas
que trepan hasta el azur como floraciones.
Cuando, a veces, sobre este globo, en su languidez ociosa,
ella deja escapar una lágrima furtiva,
un poeta piadoso, enemigo del sueño,
en la cavidad de su mano coge esta lágrima pálida,
con reflejos irisados, como un fragmento de ópalo,
y la coloca en su corazón lejos de las miradas del sol.
- Reflexión: metáfora sobre una luna que siente una profunda tristeza.
Poemas de la Luna originales
“Los breves peces luna” (Juan Ortiz)
Cuando el ojo pálido de la noche está en lo alto,
visitan los peces breves las breves pozas,
mis breves manos.
Vienen de ríos lejanos,
cercanos al origen del sueño.
Andan vestidos cada uno de cuatro oscuridades
y cada oscuridad se adorna de siete escamas menguantes.
Me miran,
sí,
desde mis palmas,
con esas burbujas de bruma que coronan sus cuencas sin pupilas,
hablándome en un lenguaje lunar que entenderé luego.
Se desplazan leyendo mis líneas
con el borde fino de su lengua muda.
Me saben, les sé.
Transitan los peces breves la lánguida orilla en que me encuentro,
y sigo su transitar onírico en asombro hasta el pálido comienzo del astro plata.
- Reflexión: el poema expresa un sueño donde unos peces bajan de la luna llena y van a las manos del poeta y luego le guían hacia ella (al astro).
“Un cuento breve que se rompió en la luna” (Juan Ortiz)
Ella cantaba sus pájaros de agua al astro plata,
como quien canta estrellas fugaces a las colinas lejanas para sembrarlas de luces antiguas,
como quien quiere mojar la orilla de las cosas con las olas aladas de los mares de un pueblo viejo,
rico en nostalgias,
en historias de barcos y pescadores ancianos que tejen las redes de los sueños.
Ella cantaba a la noche pálida
y me hice pájaro en su voz,
cuento breve que se fue lejos
y se rompió en la luna.
- Reflexión: el poema presenta un amor de un hombre a una mujer que cantaba a la luna.
“Cuando se vaya mi luna negra” (A mi madre – Juan Ortiz)
Cuando se vaya mi luna negra,
caeré sin sal en el agua,
no habrá resplandor que valga,
ni alga que me alivie el sueño;
la luz de abajo alumbrará el camino, seguirá la línea,
y el resplandor de en frente me dará sosiego.
Habré quedado sólo,
como vine,
con la justa compañía,
no de sangre impuesta
sino la que escogí en la vida.
Ay, mi luna negra,
antes de que te vayas,
siente el amor de mis letras,
de mis cuerdas,
de tu sangre.
- Reflexión: un poema que habla del amor profundo a una madre y del dolor que causará si se va.
“Cuartetas a la luna” (Juan Ortiz)
Diosa plata que te elevas
a espantar la oscuridad,
con tu blanca claridad
nos consuelas, nos renuevas.
Eres, luna, ojo encendido
que escudriña por las noches
los lamentos, los derroches
de cada ser en su nido.
Adviertes al pecezuelo
cuando andas llena, alumbrando,
que el hombre le está cazando
con arpones y anzuelos.
- Reflexión: el poema resalta varias cualidades de la luna, tanto en lo romántico como en lo real.
“Mi luna” (Juan Ortiz)
Cuando uno menos lo piensa
la dicha viene y visita,
sonriente llega e invita,
y pone la vida intensa.
Mi Luna el alma me prensa
con sus ojos, bosque espeso,
no pude salir ileso
al chocar con su mirada
y menos con la cascada
que me da cuando le beso.
- Reflexión: el poema expresa un amor inesperado por una musa que es comparada con la luna.