Lengua y literatura

Poemas de esperanza de autores famosos [Cortos]


Los poemas de esperanza son aquellos elaborados para dar un mensaje de aliento e impulso ante las circunstancias de la vida. Seguro has escuchado la frase “La esperanza es lo último que se pierde”, lema que muchos usan para decir que todo estará bien. Con ello se da un impulso a afrontar situaciones difíciles, con fe en que todo se solucionará.

A lo largo de la vida, una persona puede enfrentarse problemas que entristecen, pero siempre existe espacio para la esperanza. Esta es considerada un motor vital a la hora de salir a flote en un momento difícil. En el mundo científico, se le ha dado crédito a la esperanza para proceso de sanación y buena salud.

Históricamente, muchos poetas famosos se han inspirado en escribir líneas dedicadas a la esperanza. Puesto que vivieron momentos difíciles y los reflejaron en sus poemas. El no perder la esperanza y ser optimista ayuda a tener mejor perspectiva de la vida.

Lista de poemas de Esperanza cortos

“Dice la esperanza” – Autor: Antonio Machado

Dice la esperanza: un día

la verás, si bien esperas.

Dice la desesperanza:

sólo tu amargura es ella.

Late, corazón… No todo

se lo ha tragado la tierra.

“La hoja de laurel” – Autor: José Tomás de Cuellar

Al leerte unos versos, de tus ojos

Vi una brillante lágrima brotar.

Hay de común al alma una esperanza.

Hay un Dios, y una fé y una verdad.

La lágrima que brota á mis acentos

De alguna flor del alma es dulce miel;

Cuando la arranco, avara el alma mía

La guarda como una hoja de laurel.

“Esperanza” –  Autor: Amado Nervo

¿Y por qué no ha de ser verdad el alma?

¿qué trabajo le cuesta al dios que hila

el tul fosfóreo de las nebulosas

y que traza las tenues pinceladas

de luz de los cometas incansables

dar al espíritu inmortalidad?

¿es más incomprensible por ventura

renacer que nacer? ¿es más absurdo

seguir viviendo que el haber vivido,

ser invisible y subsistir, tal como

en redor nuestro laten y subsisten

innumerables formas, que la ciencia

sorprende a cada instante

con sus ojos de lince?

esperanza, pan nuestro cotidiano;

esperanza nodriza de los tristes;

murmúrame esas íntimas palabras

que en el silencio de la noche fingen,

en lo más escondido de mi mente,

cuchicheo de blancos serafines…

¿Verdad que he de encontrarme con mi muerta?

si lo sabes, ¿por qué no me lo dices?

“Canto de esperanza” – Autor: Rubén Darío

Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.

Un soplo milenario trae amagos de peste.

Se asesinan los hombres en el extremo Este.

¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?

Se han sabido presagios y prodigios se han visto

y parece inminente el retorno de Cristo.

La tierra está preñada de dolor tan profundo

que el soñador, imperial meditabundo,

sufre con las angustias del corazón del mundo.

Verdugos de ideales afligieron la tierra,

en un pozo de sombra la humanidad se encierra

con los rudos molosos del odio y de la guerra.

¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas

para tender tu mano de luz sobre las fieras

y hacer brillar al sol tus divinas banderas!

Surge de pronto y vierte la esencia de la vida

sobre tanta alma loca, triste o empedernida,

que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.

Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo;

ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,

ven a traer amor y paz sobre el abismo.

Y tu caballo blanco, que miró el visionario,

pase. Y suene el divino clarín extraordinario.

Mi corazón será brasa de tu incensario.

“A la esperanza” – Autor: Miguel de Unamuno

                                          I

Esperanza inmortal, genio que aguardas

al eterno Mesías, del que sabes

que nunca llegará, tú la que guardas

a tu hija la fe con siete llaves

y que ante la razón no te acobardas

si no haces a los corazones aves

para volar sobre las nubes pardas

de la fosca verdad, ya en mí no cabes.

¡Esperanza inmortal, ave divina!

que es mi alma para ti harto mezquina

y te ahogas en ella, y por tal arte

huérfano me he quedado de tu abrigo,

y ahora lucho sin ti por si consigo

luchando así, a las ciegas, olvidarte.

                      II

Pero no, tú, inmortal, por siempre duras

pues vives fuera de nosotros, Santo

Espíritu, de Dios en las honduras,

y has de volver bajo tu eterno manto

a amparar nuestras pobres amarguras,

y a hacer fructificar nuestro quebranto;

sólo tú del mortal las penas curas,

sólo tú das sentido a nuestro llanto.

Yo te espero, sustancia de la vida;

no he de pasar cual sombra desvaída

en el rondón de la macabra danza,

pues para algo nací; con mi flaqueza

cimientos echaré a tu fortaleza

y viviré esperándote, ¡Esperanza!

“La Esperanza” – Autor: Alberto Lista

Dulce esperanza, del prestigio amado

pródiga siempre, que el mortal adora,

ven, disipa piadosa y bienhechora

las penas de mi pecho acongojado.

Vuelve a mi mano el plectro ya olvidado,

y al seno la amistad consoladora;

y tu voz, oh divina encantadora,

mitigue o venza la crueldad del hado.

Mas ¡ay! no me presentes lisonjera

aquellas flores que cogiste en Gnido,

cuyo jugo es mortal, aunque es sabroso.

Pasó el delirio de la edad primera,

y ya temo el placer, y cauto pido,

no la felicidad, sino el reposo.

“La flor de mi esperanza” – Autor: Olegario Víctor Andrade

Yo diviso rodando marchita

sin aroma la cándida flor

que furioso huracán precipita

resonando con triste fragor.

De mi seno se lleva la calma,

mis ensueños de gloria, de paz,

y en lugar de la dicha del alma,

solo queda un recuerdo fugaz.

En un tiempo que huyó presuroso

como el eco de triste canción,

levantando su cáliz precioso

parecía celeste visión.

Era hermosa cual nítida estrella,

que refleja su plácida luz,

cuando sola la luna descuella

de la noche en el negro capuz.

Su fragancia divina brindaba

conmovida por mágico ambiente,

y al mirarla un suspiro lanzaba

con mi llanto regando su frente.

Pero pronto el impulso violento

del terrible fatal aquilón,

sin piedad destrozó en un momento

de mi sueño la dulce ilusión.

Y nos sigue un conforme destino:

yo doblego mi altiva cerviz,

ella pierde su aroma divino,

su precioso, variado matiz.

¡Cuán sensible es el ver marchitarse

de ferviente esperanza la flor,

y en la vida fugaz deslizarse

por abismos de luto y horror!

“Rima LXXXIX” – Autor: Gustavo Adolfo Bécquer

Negros fantasmas,

nubes sombrías,

huyen ante el destello

de la luz divina.

Esa luz santa,

niña de negros ojos,

es la esperanza.

Al calor de sus rayos

mi fe gigante

contra desdenes lucha

sin amenguarse.

en este empeño

es, si grande el martirio,

mayor el premio.

Y si aún muestras esquiva

alma de nieve,

si aún no me quisieras,

yo no he de quererte:

mi amor es roca

donde se estrellan tímidas

del mal las olas.

“Dios nos guarde” – Autor: Baltasar del Alcázar

De la que a nadie despide

y al que la pide a las nueve

a las diez ya no le debe

nada de lo que la pide:

De la que así se comide

como si no hubiera tarde

Dios nos guarde

De la que no da esperanza,

porque no consiente medio

entre esperanza y remedio,

que el uno al otro no alcanza;

de quien desde su crianza

siempre aborreció dar tarde

Dios nos guarde

De la que en tal punto está

que de todo se adolece,

y al que no la pide ofrece

lo que al que le pide da;

de quien dice al que se va

sin pedirla, que es cobarde,

Dios nos guarde.

De la que forma querella

de quien en su tierna edad

le impidió la caridad

y los ejercicios de ella;

de la que si fue doncella

no se acuerde por ser tarde,

Dios nos guarde.

“Amor sin esperanza” – Autor: Cruz María Salmerón Acosta

Allá donde se besan mar y cielo,

la vela del navío tan lejano

finge el último adiós de tu pañuelo

que aleteó, cual pájaro en tu mano.

Te fuiste ayer de mi nativo suelo

para otro suelo que se me hizo arcano,

y sufro todavía un desconsuelo,

desesperado de esperarte en vano.

A cada vela errante me imagino

que a mis brazos te atrae, o que el Destino

hacia la playa donde estoy te lanza.

De nuevo la nostalgia me tortura,

pensar en que tendré la desventura

de morirme de amor sin esperanza.

“Al temor” – Autor: Catalina Clara Ramírez de Guzmán

Deja vivir, Temor, a mi esperanza,

que apenas nace cuando a penas muere;

y si no ha de lograr, deja que espere,

ya que está el bien del mal en la tardanza.

No tengo en sus promesas confianza,

mas le agradezco que adularme quiere;

no estorbes que me engañe si pudiere,

fingiendo que en mi mal habrá mudanza.

Si esperar la esperanza me entretiene,

deja tan orto alivio a mi tormento

que por lisonja el gusto lo previene.

No me niegues, Temor, tan corto aliento;

ya sé que el concederte me conviene,

que es seguir la esperanza asir el viento.

Temas de interés

Calaveritas literarias para niños y maestros.

Referencias

  1. Canto de esperanza. (S. f.). (N/A): Ciudad Seva. Recuperado de: ciudadseva.com
  2. Dice la esperanza: un día… (S. f.). (N/A): Poetas andaluces. Recuperado de: poetasandaluces.com.
  3. La flor de la esperanza. (2010). Argentina: Biblioteca virtual universal. Recuperado de: biblioteca.org.ar.
  4. 7 poemas de esperanza: versos optimistas para no perder jamás la fe. (2020). (N/A): Diario femenino. Recuperado de: diariofemenino.com.
  5. Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer. (S. f.). (N/A): Poemas del alma. Recuperado de: poemas-del-alma.com.