Maruja Mallo: biografía, estilo y obras
Ana María Gómez González (1902-1995), mejor conocida como Maruja Mallo, fue una pintora española enmarcada dentro de la corriente surrealista. Además, formó parte de la conocida Generación del 27, como una de las artistas con un marcado estilo innovador.
Maruja Mallo comenzó a prepararse en las artes, sobre todo en la pintura, desde muy temprana edad. Posteriormente un traslado familiar a la capital española la puso en contacto con grandes artistas e intelectuales. A partir de ese entonces su vida profesional comenzó a tener auge.
La obra artística de Maruja se caracterizó por la presencia del arte egipcio, así como también por las formas geométricas. La artista realizó sus pinturas con la intención de que la parte emotiva estuviera por encima de la razón, lo que la llevó a romper con lo tradicionalmente establecido en la pintura.
Índice del artículo
- 1 Biografía
- 1.1 Nacimiento y familia
- 1.2 Formación de Mallo
- 1.3 Primeras oportunidades como pintora
- 1.4 Creaciones con Alberti y etapa en París
- 1.5 Primera exposición en París
- 1.6 La Segunda República y Miguel Hernández
- 1.7 Mallo y el exilio
- 1.8 Éxito en el exilio
- 1.9 Tiempo oscuro y luz en Nueva York
- 1.10 Regreso a España y fallecimiento
- 2 Estilo
- 3 Obras
- 4 Referencias
Biografía
Nacimiento y familia
Maruja nació el 05 de enero de 1902 en la localidad de Viveiro, Lugo, en el seno de una familia tradicional y numerosa. Sus padres fueron Justo Gómez Mallo, trabajador de aduana, y María del Pilar González Lorenzo. La pintora fue la cuarta de catorce hermanos.
Formación de Mallo
A los once años de edad Maruja Mallo se mudó con su familia a Avilés; por motivos laborales de su padre allí vivió durante nueve años, desde 1913 hasta 1922. En esa época además de recibir clases particulares, también comenzó a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios.
Mallo se fue a vivir a Madrid con su clan familiar en 1922. Allí comenzó a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de donde egresó en 1926. Fue la época de amistad con la Generación del 27; se relacionó con Dalí, Concha Méndez, Luís Buñuel, Rafael Alberti, entre otros.
Primeras oportunidades como pintora
Maruja comenzó a abrirse camino en el mundo artístico en 1927, año en el que también falleció su madre. Participó activamente en la primera Escuela de Vallecas, cuyo objetivo fue propagar por España las ideas vanguardistas europeas; la iniciativa fue del escultor Alberto Sánchez y el pintor Benjamín Palencia.
De igual manera la pintora realizó trabajos para medios impresos como La Gaceta Literaria y La Revista Occidente, así como también la contrataron para crear la portada de varios libros. En 1928, con la organización de José Ortega y Gasset, expuso diez de sus obras de realismo mágico con gran éxito.
Creaciones con Alberti y etapa en París
A comienzos de los años treinta la artista inició una serie de colaboraciones con el escritor y también pintor, Rafael Alberti, a quien conoció en la década de los veinte, y con quien además tuvo una relación sentimental. Juntos realizaron las ilustraciones de Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos.
En esa misma época, Mallo pintó su obra Cloacas y Campanarios. En 1932 viajó a París tras una beca otorgada por la Junta de Ampliación de Estudios. Allí hizo amistad con personalidades como Joan Miró, Marx Ernst y otros más, también asistió a las conversaciones de Paul Éluard y André Breton.
Primera exposición en París
Mallo consiguió un espacio en París para exponer su trabajo pictórico. Su primera exposición en la ciudad luz fue en 1932, en la galería Pierre Loeb; con esas obras se inició en la corriente surrealista. Su amigo Breton adquirió el cuadro Espantapájaros, y la presentó con pintores de la talla de Pablo Picasso.
Después de haber estado dos años en Francia, volvió a España. Su trabajo ya era reconocido, tanto personas como organismos solicitaron sus cuadros. También formó parte de la Sociedad de Artistas Ibéricos, y comenzó a desarrollar un arte de tipo geométrico.
La Segunda República y Miguel Hernández
En 1933, año de la Segunda República Española, Mallo se dedicó a ejercer como profesora de dibujo en algunas instituciones, al tiempo que diseñó unos platos para la Escuela de Cerámica de Madrid. En ese tiempo comenzó a relacionarse con el poeta Miguel Hernández.
Mallo y Hernández sostuvieron una explosiva relación amorosa, pero también trabajaron juntos en Los hijos de la piedra. La pintora inspiró al poeta a escribir El rayo que no cesa. En los años siguientes la pareja se distanció, y Miguel encontró un amor diferente.
Mallo y el exilio
En 1936, cuando estalló la Guerra Civil, la pintora estaba en su natal Galicia realizando trabajos de las misiones pedagógicas. Durante esa época realizó exposiciones en Barcelona y Londres, hasta que en 1937 tuvo que huir y tomó rumbo hacia Portugal.
En el país lusitano la recibió su amiga la poeta chilena Gabriela Mistral, con su ayuda se fue a Buenos Aires. Prontamente comenzó a retomar su vida, y dictó algunas conferencias sobre las artes plásticas; en Argentina vivió por veinticinco años.
Éxito en el exilio
Los años que Maruja Mallo pasó en el exilio significaron éxito y crecimiento, aunque también soledad. Durante los primeros años trabajó en algunas revistas, y se dedicó a una creación constante. Además logró llevar sus obras a otras latitudes como Brasil, París y Nueva York.
De los años lejos de su patria fueron las series Terrestre y Las máscaras. En 1938 tuvo el honor de crear la escenografía para la obra Cantata en la tumba, de Federico García Lorca, quien fue su amigo. Al año siguiente salió a la venta su libro La popular en la plástica española a través de mi obra.
Tiempo oscuro y luz en Nueva York
Hubo una larga temporada entre mediados de los cuarenta y cincuenta donde la creatividad de Mallo se estancó. Por tal motivo hizo un viaje a Chile e invitó a Pablo Neruda a que la acompañara a la Isla de Pascua, para renovarse e inspirarse para realizar trabajos que tenía encargos.
Llegó la inspiración y con ella la oportunidad de viajar a Nueva York, para una muestra de su arte en la galería Carroll Carstairs. Tras varios años de trabajo, en 1962 salió desde la Gran Manzana con rumbo a Madrid. Ese fue su primer viaje de vuelta a España.
Regreso a España y fallecimiento
Maruja Mallo regresó a su país en 1962, pero su retorno no fue del todo fácil, tras veinticinco años de exilio, se convirtió en una artista desconocida. Sin embargo, decidió recomenzar, hizo algunas exposiciones y dio inicio a Los moradores del vacío, su serie final como pintora.
Durante esos años en España, Mallo fue recuperando su lugar en los espacios artísticos. Tanto así que le realizaron varios homenajes y reconocimientos, entre ellos la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid en 1990. Falleció a los 93 años de edad, internada en un hospicio en Madrid, el 6 de febrero de 1995.
Estilo
La obra pictórica de Maruja Mallo se caracterizó por ser principalmente surrealista. Al haber sido una mujer avanzada para la época en que se desarrolló, logró romper con los patrones comunes y tradicionales establecidos, lo que le dio un estilo único y sin igual a su obra.
Mallo tuvo como objetivo principal dejar a un lado el razonamiento, así que plasmó en sus pinturas emoción y sentimientos. Buscó constantemente mostrar la historia o la vida detrás de lo real, de allí que sus cuadros pudieran ser a veces extraños.
Colores
La mayoría de los cuadros o pinturas creados por Maruja Mallo gozaron de colorido, tal como la personalidad de su pintura. Su creatividad para conjugar los colores le dio a su arte ciertos aires de movimiento, lo que le brindó más vitalidad a sus verbenas y fiestas.
En su llamada etapa oscura, entre 1945 y 1957, la paleta de colores de Mallo también cambió de matices. Sus emociones, y lo que sintió durante ese periodo, la llevó a pintar en escala de grises, colores negros y pardos, lo que ensombreció su arte y resto simetría a su geometría.
Entre la geometría y la fuerza femenina
Muchas de las pinturas de Maruja estuvieron enmarcadas dentro de lo egipcio, así como también buscó la utilización perfecta de las figuras geométricas. Por otro lado, se puede ver que el pensamiento de la pintora sobre la mujer fue evolucionado, por eso hay pinturas donde la fuerza y el valor femenino están presentes.
La personalidad libre, atrevida y audaz de Mallo se vio reflejada en su pintura. Su fuerza y osadía la llevaron a pintar lo que quería, y de la forma en que lo deseó, dejando en cada una de sus obras un toque de magia y sorprendente expresividad que fueron motivo de innumerables críticas que ella omitió.
Obras
– La verbena (1927).
– La kermesse (1928).
– Canto de las espigas (1929).
– La huella (1929).
– Tierra y excrementos (1932).
– Sorpresa en el trigo (1936).
– Figuras (1937).
– Cabeza de mujer (1941).
– Máscaras (1942).
– Serie Las naturalezas vivas (1942).
– El racimo de uvas (1944).
– Oro (1951).
– Agol (1969).
– Geonauta (1965).
– Selvatro (1979).
– Concorde (1979).
– Máscara tres veinte (1979).
– Airagu (1979).
– Acróbatas macro y microcosmos (1981).
– Acróbatas (1981).
– Protozoarios (1981).
– Panteo (1982).
– Acróbata (1982).
– Protoesquema (1982).
– Razas (1982).
– Viajeros del éter (1982).
Referencias
- Vilar, E. (S. f.). Maruja Mallo: la musa rebelde de la vanguardia española. España: Subasta Real. Recuperado de: subastareal.es.
- Maruja Mallo. (2019). España: Wikipedia. Recuperado de: wikipedia.org.
- Caballero, M. (2016). María Mallo y su ruptura con la pintura tradicional. (N/a): Universo la Maga. Recuperado de:universolamaga.com.
- De Diego, E. (2017). La vida vanguardista de Maruja Mallo. España: El País. Elpais.com.
- Maruja Mallo. (2019). España: España es Cultura. Recuperado de: españaescultura.es.