Unanimidad
La unanimidad es un acuerdo común alcanzado por la totalidad de un grupo a la hora de tomar una decisión. La existencia de la más mínima discrepancia imposibilita dicho acuerdo.
A menudo la consecución de una situación de unanimidad se alcanza tras la realización de una votación. También puede llegarse a la misma por medio de una encuesta u otros tipos de consulta entre los participantes.
Para que una decisión pueda catalogarse como unánime, no debe haber voces o votos en contra, siendo necesario que se apoye la tesis planteada de manera absolutamente común.
Por este motivo en situaciones en las que se precise de posturas unánimes es necesario que los planteamientos a tener en cuenta sean perfectamente claros y concisos. De esa manera la respuesta de los individuos consultados será específica y coherente.
La idea de unanimidad suele reservarse a tesis de gran calado o importancia para una empresa o un país. Esto se entiende como un mecanismo de protección del sistema, para evitar que cualquier cambio profundo sea tomado a la ligera y se desestabilice.
Por ejemplo, en la mayoría de causas legales en Estados Unidos en los que se tratan casos susceptibles de pena de muerte o cadena perpetua es necesaria la adopción de acuerdos unánimes por parte del jurado popular presente.
Consecuencias de la toma de decisiones por unanimidad
Habitualmente este tipo de acuerdos buscan la menor discrepancia posible debido a una serie de principios u objetivos a tener en cuenta:
- Se pretende transmitir una idea por parte de la organización, ya sea en materia de firmeza o unidad, o bien una muestra de solidaridad y unión.
- Suele tomarse como decisión unánime aquella en la que no se han llegado a plantear formalmente objeciones. En ese sentido, la abstención de algunos de los votantes consultados no se consideraría una discrepancia como tal, manteniéndose el voto común unánime de la mayoría.
Ámbitos donde se aplica la unanimidad
Existen ámbitos en los que la unanimidad es estrictamente necesaria para la adopción de medidas o la toma de decisiones, como sucede en entornos administrativos, legales o jurídicos.
En la vida cotidiana existen muchos ejemplos en los que se plantean estos términos de decisión, como en las asociaciones vecinales o juntas de propietarios en comunidades.
También es posible encontrar este tipo de disyuntivas en el día a día empresarial. Multitud de empresas (habitualmente de gran tamaño) toman determinadas directrices o caminos atendiendo a la unanimidad de sus administradores.
De este modo es habitual que los estatutos de gran número de sociedades mercantiles establezcan la necesidad inequívoca de acuerdos por unanimidad para la inversión en otros sectores.
También sucede con posibles cambios de propiedad de la empresa o la asunción de nuevas inversiones de importante calado.
Por ello, a menudo las juntas de accionistas someten a estos a votación para conocer su parecer en referencia a muy diversas cuestiones. Del mismo modo ocurriría en casos en los que es el consejo de administración el encargado de determinar los pasos a seguir mediante acuerdos unánimes.
Pero no solamente en entornos microeconómicos se dan estos ejemplos. A nivel macroeconómico y supranacional existen ejemplos en los que la unanimidad es necesaria para la elección.
Así sucede en instituciones multinacionales como por ejemplo en la Unión Europea, teniendo como ejemplo el Parlamento Europeo o el Consejo Europeo.
Estos entes cuentan con algunos poderes de decisión que únicamente pueden activarse en casos de respaldo total a una propuesta en concreto.
Por ejemplo los países miembros deben respaldar de forma total y unánime toda decisiones correspondiente a la seguridad común o la integración y adhesión de nuevos países.