Equidad impositiva

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La equidad impositiva es un principio que sostiene que las personas deben aportar al fisco según su capacidad contributiva.

Es decir, según dicha premisa, los individuos deben estar sujetos a una carga tributaria diferente de acuerdo a su condición económica. Así, cuanto más favorable sea la posición del ciudadano, mayor debería ser la carga fiscal y viceversa.

Este principio lo que trata de buscar es una distribución más igualitaria de la carga impositiva entre los contribuyentes. Por ende, las personas con mayor capacidad deberían aportar más al erario. De esa manera, dichos recursos podrán invertirse, por ejemplo, en obras públicas.

Cabe señalar además que la capacidad contributiva se evalúa no solo en base a la remuneración, sino de otras variables como el patrimonio y el ingreso disponible (la renta que queda luego de cumplir con todas las obligaciones).

Componentes de la equidad

Dentro del principio de equidad impositiva, existen dos componentes:

  • Equidad horizontal: El ente recaudador debe imponer la misma carga contributiva a las personas que tienen una similar capacidad económica.
  • Equidad vertical: Significa que las cargas tributarias de los individuos están vinculadas a su situación económica. Así, cuanto mejor sea la condición económica del individuo, mayor la tasa de impuestos que debería pagar.

Equidad e impuestos progresivos

Según el consenso, se suele afirmar que hay equidad en los impuestos progresivos. Estos son aquellos que cobran una tasa más alta cuanto mayor sea la base imponible del sujeto en cuestión.

Un impuesto sobre la renta de personas físicas es progresivo cuando tiene varios tramos. Así, puede cobrar un 15% sobre la remuneración, por ejemplo, cuando el ingreso es menor a igual a 5.000 euros, pero 30% si el salario del contribuyente es mayor a 5.000 euros.

Sin embargo, algunos impuestos no progresivos podrían considerarse equitativos. Por ejemplo, imaginemos que el impuesto de sucesiones es de 40%. Esto puede parecer excesivo, pero debemos tener en cuenta que las grandes herencias no son comunes, sino que suelen darse en los altos niveles socioeconómicos y no provienen del esfuerzo del usuario. Entonces, este tipo de tributos tienen un fin redistributivo.

Si bien es cierto que en algunos casos, el impuesto de sucesiones y donaciones se considera injusto porque ya se ha tributado previamente por ese patrimonio. Además, en casos concretos en los que el patrimonio no es líquido podría ser complicado pagar el impuesto y terminar por perder el patrimonio ante la incapacidad de realizar el pago tributario.