Definición de óbice
El vocablo latino obex, que puede traducirse como “obstáculo”, llegó al castellano como óbice. Así se denomina a un escollo o una dificultad.
Por ejemplo: “Los problemas físicos no han sido óbice para el tenista suizo, que se impuso a su rival con comodidad y se clasificó para las semifinales del torneo”, “Los elevados precios de los hoteles y de otras opciones de alojamiento son un óbice a la hora de elegir ciertos destinos turísticos”, “El próximo mes habrá un cambio de autoridades en el club pero eso no será óbice para la continuidad de las obras en marcha”.
Un óbice es una traba, una limitación o un brete. Supongamos que un joven que no habla inglés está de vacaciones en Estados Unidos. En un paseo por una ciudad, el muchacho se pierde, con lo cual debe comunicarse con otras personas para tratar de ubicarse. La falta de dominio del idioma, en este marco, supone un óbice: el turista tiene dificultades para transmitir lo que le sucede y para comprender lo que le dicen los demás.
Tomemos el caso de un futbolista que, en un accidente doméstico, sufre un golpe en su pierna. En los días siguientes, el deportista siente algunos dolores pero le realizan estudios y no tiene ninguna lesión de consideración. Por eso los médicos de su club afirman que el traumatismo que sufrió no es óbice para que dispute el próximo partido del equipo.
Resumiendo todo lo expresado hasta ahora, podemos pasar a elaborar una breve lista de sinónimos del término óbice, con algunos que resultan mucho más comunes en el habla cotidiana: estorbo, obstáculo, inconveniente, rémora, dificultad e impedimento. La mayoría de los hispanohablantes desconocen su significado o bien evitan su uso en el día a día, por considerarla un cultismo, aunque no todos están de acuerdo en esta afirmación.
Se denomina cultismo a toda palabra que mantenga una relación muy estrecha a nivel morfológico con su origen etimológico latino o griego, sin hacer caso de la evolución del castellano y los cambios que ésta lleva acarreando desde su nacimiento en el latín vulgar. Los cultismos vuelven a introducirse en la lengua por diferentes motivos, como ser necesidades de tipo científico o literario, pero no se adaptan de forma completa a las convenciones de la actualidad: simplemente se ajustan ligeramente a los aspectos de la fonología y la ortografía, pero ignoran las transformaciones de los morfemas y las raíces a lo largo de la historia.
Como se menciona al comienzo de este artículo, el origen de la palabra óbice se encuentra en obex, que además de significar «obstáculo», acepción de la cual deriva nuestra versión castellana, también puede hacer referencia a otros dos conceptos: «candado» o «cerrojo». No es necesario hacer un gran esfuerzo para notar que los tres significados tienen un matiz de «impedimento», de un punto a partir del cual no es posible pasar, o al menos no con facilidad. Los candados y los cerrojos se pueden destrabar, así como los obstáculos se pueden superar o esquivar, pero requieren un esfuerzo de dificultad variable y en todos los casos suponen una situación opuesta al «camino libre».
Continuando con la etimología, podemos decir que deriva del acusativo obicem, el caso que se usa para dar la idea de complemento directo al combinarlo con un verbo transitivo. Dado que tan sólo ha perdido su letra final, que en latín delata que se trataba de un acusativo, muchos estudiosos afirman que estamos ante un cultismo. El cambio menos aparente al leer esta palabra es su pronunciación, en particular de la C, aunque al menos conserva la acentuación: sigue siendo esdrújula.
Por último, es importante no confundir óbice con óbito: así se denomina a la muerte de un individuo.