Definición de megalómano

Se menciona como megalómano a aquel que sufre de megalomanía. El término megalomanía, a su vez, alude a la manía vinculada a la grandeza.

Una manía es una preocupación exagerada y caprichosa por un cierto tema. Para la psiquiatría, se trata de un cuadro clínico que surge a partir de una exacerbación de la consciencia de sí mismo.

La megalomanía, en este marco, es una condición dada por el delirio de poder. El megalómano tiene una autoestima excesiva y se siente omnipotente.

Suele considerarse que el megalómano es narcisista. Estos sujetos se creen superiores al resto de la sociedad y por eso piensan que están destinados a guiar o liderar a la gente.

Este trastorno de la personalidad se caracteriza por la grandiosidad. El individuo piensa que es muy importante y demanda atención y aplausos de manera constante. A su vez es alguien que carece de empatía, ya que se ubica en un plano diferente a los demás.

El megalómano resulta egocéntrico y arrogante y se admira a sí mismo. Socialmente tiende a confrontar debido a que supone que no es valorado o admirado lo suficiente.

A través de este comportamiento, afirman los expertos, el megalómano cubre sus sentimientos negativos y su inseguridad. Por eso también su agresividad constante a modo de mecanismo defensivo.

La megalomanía es frecuente en quienes ocupan un cargo dirigencial. Estas personas muchas veces desarrollan una percepción equivocada de su relevancia y del alcance de sus obras, que enaltecen de forma exagerada. Así el megalómano no se siente lo suficientemente reconocido.

Es muy frecuente que las personas con megalomanía lleguen a extremos imposibles de entender para quienes las rodean, en cuanto a sus comentarios acerca de sus habilidades, su belleza física, su poder adquisitivo y sus logros académicos. La aparente seguridad en ellos mismos con la que se describen genera incertidumbre en los demás, que a veces llegan a pensar que se trata de una broma.

Sin embargo, lejos de tratarse de una etapa corta de la vida, en ciertos individuos la megalomanía dura gran parte de ella, sino toda. El deseo de reconocimiento, mencionado más arriba, puede estar relacionado con la fama a través de los medios de comunicación, ya sea por cuestiones artísticas o de cualquier otro ámbito en el cual el megalómano pueda demostrarle al mundo entero «su grandeza».

Según Sigmund Freud, el sentido neurótico de superioridad y poder absoluto que experimenta el megalómano está arraigado en los sentimientos y las sensaciones de la infancia, cuando aún no hemos entendido nuestros límites. También creía que en varias formas de paranoia es posible encontrar rasgos de megalomanía.

Este vínculo entre la megalomanía y la infancia es común a todos durante la primera etapa de vida, y poco a poco se va desvaneciendo en tanto aceptamos e interiorizamos los preceptos sociales: dado que no está bien visto despreciar al prójimo o sentirnos más importantes que los demás, reemplazamos estas ideas de grandeza por nociones más realistas de nuestra persona.

El psiquiatra Edmund Bergler, también oriundo de Austria, coincidía con la opinión de Freud respecto a la infancia y la megalomanía, pero agregaba que más tarde a lo largo del desarrollo puede volver a activarse a modo de juego.

Según el psicoanalista austríaco Otto Fenichel, las personas que en la adultez niegan el daño narcisista atraviesan una regresión que se parece a la megalomanía de los primeros años de vida.

Freud consideraba que la megalomanía era un obstáculo para el estudio de los psicoanalistas. Sin embargo, esta idea cambió con el tiempo, en particular en Norte América y Gran Bretaña, donde otros profesionales de la mente la definían como un mecanismo de defensa.

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