Definición de egocentrismo
La psicología afirma que el ego es la instancia psíquica que permite que un sujeto sea consciente de su propia identidad y se reconozca como yo. El ego media entre los deseos del ello y los mandatos morales del superyó para que el individuo logre satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales.
Se conoce como egoísmo al amor excesivo que una persona tiene sobre sí misma, el cual la lleva a atender solamente su propio interés, sin interesarse por el bienestar ajeno. El egoísmo es, por lo tanto, lo opuesto al altruismo.
El egocentrismo, un término que hace referencia a centrarse en el ego (es decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad. El egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.
Los psicólogos resaltan que el egocentrismo consiste en creer que las opiniones y los intereses propios son más importantes que los pensamientos de los demás. Lo que el egocéntrico pretende es, según su óptica, lo único que tiene valor.
El psicólogo experimental suizo Jean Piaget (1896–1980) afirmó que todos los niños son egocéntricos ya que sus habilidades mentales no les permiten comprender que el resto de las personas pueden tener criterios y creencias diferentes a las propias. Otros especialistas, sin embargo, minimizan sus estudios.
Diversos pensadores han expresado sus ideas acerca del egocentrismo y sus consecuencias, y resulta muy interesante observar que se trata de un comportamiento extremo, el cual priva a una persona de la felicidad tanto como lo hace su contracara, la entrega absoluta a los demás, la negligencia de las propias necesidades. En una de sus citas célebres, el filósofo suizo Henri Frédéric Amiel expresó que «una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo… de no querer nada, es quererlo todo«; esto resume de forma muy explícita el vacío que acarrea el egocentrismo.
Cuando una persona centra toda la existencia en sí misma, la repercusión más evidente es la desconexión con el resto de los seres vivos, la falta de compromiso e interés hacia los demás; sin embargo, se pasa por alto que el egocentrismo es también una forma de aislamiento. Al enfocarse exclusivamente en las propias necesidades, se elimina la presencia de las potenciales amistades. Muchas veces se define a los individuos egocéntricos como seres que sólo pueden amarse a sí mismos; esto puede significar también que se consideren demasiado buenos para ser apreciados por los demás, dado que no pueden comprender su superioridad.
A simple vista, todo parece indicar que una persona egocéntrica es una especie de monstruo insaciable de halagos, que no muestra ningún tipo de interés genuino por el mundo que la rodea; pero estudiando el comportamiento opuesto surgen similitudes muy curiosas, que ponen en duda la veracidad de dichos delirios de grandeza. Casi todos los seres humanos dedican su vida a procrear, criar y mantener a sus hijos, intentando propiciarles las oportunidades que (aseguran) ellos no recibieron en su juventud.
De la extrema devoción al cuidado de otro ser vivo nace un inevitable descuido de las propias necesidades, lo cual deriva en una serie de frustraciones, existan o no a nivel consciente. ¿Por qué razón entrega una persona su vida entera a otra? Si la respuesta reside en creerse insignificante o no tan importante como para anteponer la propia existencia a la del prójimo, entonces esta actitud se emparenta con el egocentrismo de una forma tan curiosa como alarmante: en ambos casos se engrandece a una persona, se habla de inferioridad y de superioridad, y los dos resultan en una vida solitaria.
En resumen, es probable que el camino a la felicidad se encuentre en un punto cercano al centro de estos dos extremos, que, dependiendo de la perspectiva desde la cual se observen, parecen ser el mismo.