Definición de hielo
Del latín gelum, el hielo es el H2O que se transforma en un cuerpo cristalino de características sólidas. Esta conversión del agua se produce a partir de una baja de la temperatura. En el caso del agua pura que se halla a la altura del nivel del mar, el congelamiento y su transformación en hielo se produce a los 0 grados centígrados.
Son escasas las sustancias que, cuando se congelan, reducen su densidad e incrementan su volumen. Gracias a esta particularidad, los mares que se encuentran en los Polos no se congelan en su totalidad, ya que el hielo queda flotando en la superficie y se somete a las variaciones de la temperatura atmosférica. De esta manera y con el tiempo, el hielo se derrite o se convierte en un iceberg.
El hielo seco, también conocido como nieve carbónica, es el estado sólido del CO2. Cuando se evapora o sublima, no produce rastros de humedad (por eso lo de hielo seco). Como su punto de sublimación es bajísimo y además no deja desechos líquidos, el hielo seco es un refrigerante muy utilizado.
Se denomina hielo azul, por otra parte, al resultado del fenómeno que ocurre cuando nieva sobre un glaciar. La temperatura hace que la nieve se comprima, se incorpore al glaciar en cuestión y sea arrastrada por éste hacia algún lago, río o incluso mar. En el recorrido, las burbujas de aire que se encontraban en el hielo son liberadas y la dimensión de los cristales se incrementa, por lo que se tornan más translúcidos.
En sentido figurado, la palabra hielo hace referencia a una actitud despreocupada y egoísta, carente de emociones y propia de alguien que no se muestra conmovido, por ejemplo, ante la desgracia ajena.
La criogenia
En la época de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de científicos descubrió que los metales congelados se mostraban muy resistentes al desgaste. Apoyados en esa teoría, se fundó en el año 1966 una compañía llamada CryoTech, que marcó el inicio de la industria comercial de procesamiento criogénico. El objetivo de dicha empresa era conseguir, a través del tratamiento con frío, una durabilidad hasta cuatro veces mayor que la obtenida usando calor.
La teoría principal se derivó del tratamiento con calor que, en el caso de los metales, consistía en llevarlos a una temperatura muy elevada y hacerla descender lentamente; la criogenia propuso que dicho descenso atravesara la temperatura ambiente para llegar a un frío intenso, esperando endurecer aún más los materiales.
CryoTech formuló la primera versión del procesador criogénico, utilizando nitrógeno líquido. Sin embargo, los comienzos no fueron muy afortunados para los científicos, ya que ciertos componentes no soportaban el enfriamiento repentino. Algunos llegaron incluso a estallar en pedazos durante el proceso. La estabilidad de los experimentos aumentó junto con los avances informáticos, gracias a la utilización de equipos más veloces y precisos que permitían realizar investigaciones más sofisticadas.
A finales de los años 90, el campo de aplicación de dicho tratamiento se expandió y ayudó a mejorar la resistencia y otras características de amplificadores de sonido a válvulas, bates de béisbol, palos de golf, motores de carreras, armas de fuego, cuchillos y navajas, entre otros tantos productos.
En la dermatología, la criogenia se utiliza para la eliminación o de defectos en la piel, como son marcas o verrugas. Llevando la piel de la zona afectada a temperaturas por debajo de los -150 grados centígrados, se consiguen resultados satisfactorios e indoloros, al menos durante la intervención. En el caso de los tratamientos con láser, el frío puede usarse como complemento para causar un efecto analgésico, ya que contrarresta el calor del rayo y permite extender la duración de cada aplicación.