Definición de dióxido de carbono
Un dióxido es un óxido (un compuesto que surge de la combinación del oxígeno con un metal o un metaloide) que presenta dos átomos de oxígeno en su molécula. El carbono, por su parte, es el elemento químico cuyo número atómico es 6.
Se llama dióxido de carbono al gas que se forma cuando se combina un átomo de carbono y dos átomos de oxígeno: CO2. Este gas, que provoca el denominado efecto invernadero, es generado por la combustión de distintos materiales, por la fermentación de azúcares, por la descomposición de sustancias orgánicas y por la respiración de los seres aerobios, por ejemplo.
El dióxido de carbono se encuentra presente en la atmósfera del planeta Tierra en una concentración que varía de acuerdo a la época del año y a otros factores. El incremento de la concentración del CO2 en la atmósfera contribuye al mencionado efecto invernadero y, por lo tanto, al calentamiento global.
Ese aumento del dióxido de carbono en la atmósfera comenzó a intensificarse a partir de la Revolución Industrial. Las máquinas y los vehículos que queman combustibles fósiles producen el dióxido de carbono que luego se acumula en la atmósfera.
Cabe destacar que el dióxido de carbono, en sus diversas formas, tiene múltiples usos. Las gaseosas (también llamadas refrescos, sodas o bebidas carbonatadas) logran su efervescencia gracias a la inclusión del dióxido de carbono.
Por otro lado, el dióxido de carbono en estado sólido, conocido como nieve carbónica o hielo seco, se emplea como refrigerante y como agente extintor de incendios. A diferencia del hielo tradicional, no genera humedad al sublimarse.
Es importante aclarar que el dióxido de carbono no se considera nocivo para nuestra salud ni tampoco tóxico, aunque esto no significa que sea beneficioso. En primer lugar, no nos sirve en el proceso de la respiración, razón por la cual es precisamente el gas que desechamos una vez usado el oxígeno. Por ello, si nos encontramos en una habitación en la cual haya una alta concentración de dióxido de carbono podemos sentirnos especialemente fatigados, ya que tiende a desplazar el oxígeno en el aire.
Oficialmente no se han establecido umbrales de concentración de dióxido de carbono a partir de los cuales se pueda considerar peligroso para nuestra salud. En los espacios cerrados, este valor suele duplicar o incluso triplicar el que encontramos al aire libre, donde ronda las 400 partes por millón.
Algunas características del dióxido de carbono
Su molécula posee geometría lineal (sus diferentes átomos están dispuestos en enlaces de 180°) y simétrica (la disposición es igual tras cortar la estructura con un plano imaginario). Es posible representarla con la siguiente estructura de Lewis: O=C=O.
Dos nombres que el dióxido de carbono recibía en el pasado son anhídrido carbónico y gas carbónico.
Se trata de un gas inodoro e incoloro si se lo mantiene a presión atmosférica y temperatura ambiente, aunque se solidifica si se lleva la temperatura por debajo de los -79 °C y se descompone si se sobrepasan los 2000 °C.
La densidad del dióxido de carbono es de 1,5 gramos por centímetro cúbico (la del aire es un 30% inferior) y presenta una buena solubilidad en agua (por cada volumen de agua se disuelve el 90% del volumen de dióxido de carbono).
Para formar el dióxido de carbono es posible apelar a varios procesos, como ser los siguientes:
* combustión: tanto de materiales fósiles como no fósiles (carbón, petróleo o gas, por ejemplo);
* fermentación: de azúcares que generan levaduras y bacterias, que suelen dar lugar a la liberación de dióxido de carbono, además de alcoholes y/o ácidos;
* respiración: todos los seres vivos que respiramos liberamos este gas luego de haber tomado oxígeno del medio;
* reacción: de carbonatos que se encuentren en un medio ácido.