Definición de agreste
Si revisamos la etimología de agreste, advertiremos que este adjetivo procede de agrestis, un vocablo de la lengua latina. La primera acepción que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) atribuye al término alude a aquello que está vinculado al campo (el entorno rural).
Por ejemplo: “Hace quince años tomé la decisión de abandonar la ciudad y desde entonces vivo en un lugar agreste, dedicado a la cría de gallinas, patos y otros animales”, “Amo los paisajes agrestes donde se puede ver el horizonte sin obstáculos”, “Aunque esta es una zona agreste, debes conducir con precaución porque hay varios caseríos y escuelas rurales”.
Lo agreste también se utiliza para calificar a lo que resulta rústico, tosco o salvaje: “En mi casa de campo elegimos una decoración agreste”, “Estos animales viven en estado agreste y no deben ser molestados”, “No esperes muchas comodidades en este lugar agreste”.
No está de más señalar los matices negativos que esconden las acepciones del diccionario en la definición de agreste: luego de explicar que se trata de un sinónimo de «campesino», de aquello que pertenece al campo, no repara en términos tales como «tosco», «grosero», «rudo» o «falto de urbanidad», los cuales distan de ser meramente descriptivos, sino que están cargados de un desprecio innegable por lo ajeno a la ciudad.
Hay millones de personas que nacen y se crían en el campo; muchas de ellas permanecen en sus hogares y asumen las tareas de sus mayores por el resto de sus vidas. ¿Podemos imaginar qué sienten cuando toman el diccionario para buscar por primera vez la definición de agreste y se enfrentan a dichas «acusaciones»? Seguramente se alimenta en ellas la idea de que la ciudad es donde reside el progreso, que los campesinos son seres inferiores y que merecen las innumerables burlas a las que son sometidos, a causa de ser «rudos», «groseros» y «faltos de urbanidad».
Por otro lado se encuentra la explotación animal, siempre como centro de la vida agreste, como si no existiera el veganismo, como si nadie hubiera propuesto jamás el respeto hacia todas las especies por igual y la convivencia en paz. Muchas personas deciden en algún momento abandonar la ciudad para mudarse al campo, pero no todas optan por encerrar y torturar a otros seres vivos: el mero objetivo de respirar aire puro y alejarse del estrés es suficiente para validar la decisión.
Si retomamos las acepciones de la palabra agreste que parecen definirla como algo negativo y pensamos en la facilidad con la que el ser humano acepta el maltrato animal, vistiéndolo de producción ganadera, quizás entendamos que la ignorancia no se encuentra en el campo, sino en las mentes de aquellos que lo ven como un medio en el cual la violencia es legal y necesaria para subsistir.
Podemos decir que un terreno lleno de maleza o un campo en el cual las flores han crecido sin ninguna asistencia del ser humano son agrestes, y en ambos casos se confunden los conceptos de naturaleza y falta de sofisticación; pero ni la maleza ni las flores silvestres pueden hacernos daño, a diferencia del smog y la basura en las calles de una gran ciudad.
En Brasil, se llama Agreste a una zona de la Región Nordeste que abarca áreas de Rio Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco y Bahía. Se caracteriza por presentar flora dispersa y de escaso tamaño y suelo rocoso. Los pobladores del Agreste suelen dedicarse a tareas ganaderas y agrícolas.
La Fundación Agreste, por otra parte, es una ONG que fue fundada en 1993 en Argentina. Su objetivo es trabajar en la defensa del medio ambiente y promover el desarrollo sostenible.
Cabe destacar, por último, que dada la vinculación que suele establecerse entre lo agreste y la naturaleza, varias empresas llevan el concepto en su nombre.