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Sacramentos de la Iglesia católica

Te explicamos qué son los sacramentos de la Iglesia católica y cómo se clasifican. Además, el origen y significado de cada uno.

¿Qué son los sacramentos de la Iglesia católica?

En general, un sacramento es un voto o juramento que se realiza con el fin de manifestar la pertenencia a un culto, a una institución o a una comunidad. Esta palabra proviene de la latina sacramentum, conformada por las voces sacro (“sagrado”) y –mentum (prefijo que significa “instrumento” o “método”), y era el nombre que recibía en la Antigua Roma el juramento de lealtad y obediencia de los romanos al Estado romano y a las deidades que lo amparaban y custodiaban.

El término “sacramento” fue utilizado con un sentido religioso cuando siglos después se tradujeron al latín las cartas de los apóstoles cristianos, en las que se referían a sus propios ritos religiosos con el término griego mystérion (traducible como “secreto”). A partir de entonces, los rituales cristianos adquirieron también un sentido más militante, es decir, de juramento de adhesión a la fe cristiana, y con ese mismo sentido los llamamos hoy en día “sacramentos”.

De esta manera, los sacramentos de la Iglesia católica son el conjunto de ritos de afirmación y confirmación de la fe cristiana entre sus fieles. A través de ellos, los fieles manifiestan su deseo expreso y público de pertenecer a la comunidad de los fieles y de regir sus vidas según lo establecido en el credo católico, o sea, según la interpretación católica de las enseñanzas del antiguo profeta Jesús de Nazaret.

Estos sacramentos se llevan a cabo de manera oficial, con la participación de otros fieles y de un sacerdote, aunque algunos pocos pueden ser administrados en ausencia de un vocero oficial de la Iglesia.

El modo de llevar a cabo los sacramentos está regido por la autoridad eclesiástica y por lo tanto ha cambiado con el paso de los siglos. En los distintos concilios y asambleas eclesiásticas se han debatido, discutido y acordado las reglas que los rigen, y aquellos vigentes en la actualidad datan del Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII en 1959, con el fin de discutir el rol de la Iglesia católica en el mundo moderno.

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Clasificación de los sacramentos

Los sacramentos de la Iglesia católica son siete, organizados en tres grandes categorías de acuerdo a la función que cumplen dentro de la comunidad de fieles:

  • Sacramentos de iniciación. Son aquellos que les dan la bienvenida a los nuevos fieles a la comunidad católica, o que reafirman a los fieles existentes en su compromiso cristiano a lo largo de diferentes etapas de su vida. Estos ritos son tres: el bautismo, la confirmación y la eucaristía.
  • Sacramentos de sanación. Son aquellos que conmemoran los poderes sanadores de Jesús de Nazaret a través de la reconciliación del espíritu atribulado o atormentado con la fe en Dios. No buscan realmente sanar el cuerpo o quitar dolencias, sino “sanar” el espíritu de los fieles a través de la fe. Estos ritos son dos: la confesión, penitencia o reconciliación, y la unción de los enfermos o extremaunción.
  • Sacramentos al servicio de la comunión. Son aquellos que tienen como propósito fortalecer los lazos comunitarios de la feligresía y establecer formalmente, ante Dios y la comunidad de los fieles, ciertos tipos de vínculo entre los presentes. Estos ritos son dos: el Orden Sagrado y el Matrimonio.

El bautismo

El bautismo es el rito inicial de la fe católica, que incorpora al bautizado a la comunidad de los fieles. Inicialmente consistía en la inmersión del futuro cristiano en las aguas de un río, emulando el rito similar llevado a cabo en el río Jordán por Juan Bautista, quien sumergió al propio Jesús de Nazaret. Esto se representa en la actualidad en las iglesias católicas mediante el derramamiento de un poco de agua sobre la cabeza del bautizado, generalmente en edad infantil.

La simbología del bautismo aludía al renacimiento de la persona bautizada en la fe cristiana: el infiel se sumergía y perecía, y el cristiano entonces emergía de las aguas, limpio de sus pecados anteriores (incluido el Pecado Original) y listo para sumarse a las filas de la feligresía, a la espera de la salvación y la vida eterna. De hecho, los bautizados en la antigüedad podían asumir un nuevo nombre, un nombre cristiano, para reflejar este cambio.

El bautismo, de acuerdo a la fe cristiana, es para siempre y no puede ser deshecho, aun cuando el cristiano bautizado luego asuma una religión diferente. Tanto niños como adultos pueden ser bautizados, en cualquier momento o condición, pero en la feligresía católica se acostumbra bautizar a los niños con poco tiempo de nacidos, como un rito para “otorgarles” su nombre.

La confirmación

La crisma o confirmación del bautismo es el siguiente rito en la vida de un practicante católico, cuyo propósito es reafirmar la aceptación de la fe cristiana como modelo de guiatura religiosa. A través de este rito el cristiano se integra de forma plena a la feligresía, llevando a cabo una renovación de las promesas del bautismo, cosa que se realiza una sola vez en la vida.

La confirmación consiste en la imposición de las manos del sacerdote y la posterior unción con aceites sagrados, llevada a cabo en la iglesia frente a la comunidad de los fieles, normalmente en una edad próxima a la adolescencia. Los confirmados son acompañados por un padrino de la misma comunidad, quien cumple el rol de apoyo en la fe y la vida. Por eso, durante el acto de confirmación, el padrino debe colocar su mano derecha sobre el hombro del confirmando.

Este sacramento se administra luego de una preparación o educación religiosa que suministra la propia diócesis o parroquia católica local, en la que se educa al confirmando en diferentes aspectos básicos de la fe católica.

La eucaristía

La eucaristía es la conmemoración de la última cena de Jesucristo, su pasión posterior y su resurrección, lo cual constituye el episodio central en el relato religioso cristiano. Se considera el rito culminante del ingreso de los nuevos fieles y un rito de reafirmación de los fieles antiguos, ya que en él tiene lugar la comunión, o sea, la entrega de la hostia sagrada a los fieles, y esto puede realizarse tantas veces en la vida como se desee.

El ritual en sí mismo involucra una copa de vino de la que toma el sacerdote, proclamando que es “la sangre de Cristo” derramada para el perdón de los pecados de la humanidad, y luego les entrega a los fieles concurrentes una hostia sagrada, tal y como Jesús de Nazaret entregó a sus apóstoles el pan de la última cena, proclamando que era “cuerpo de su cuerpo”. Una vez terminada la comunión, los fieles habrán ingerido simbólicamente una porción del cuerpo de Cristo y por lo tanto el Mesías formará parte de su existencia.

El rito de la eucaristía tiene lugar, normalmente, como parte de la misa, y para recibirla se requiere de los fieles que estén en “estado de gracia”, es decir, haber llevado a cabo la confesión y haber recibido el perdón divino por sus pecados.

La confesión, penitencia y reconciliación

La confesión de los pecados, la asignación de una penitencia y la reconciliación con la fe católica es un rito de sanación que llevan a cabo de manera más o menos regular los fieles a lo largo de su vida. Se trata de un rito que involucra tres partes, que se desarrollan de manera sucesiva pero conjunta, y que tiene como propósito “sanar” el alma de los fieles y devolverles el “estado de gracia” necesario para, por ejemplo, llevar a cabo los ritos de la comunión.

Este sacramento consiste en la admisión de parte del fiel de sus pecados, cosa que tiene lugar en la privacidad de un confesionario: un habitáculo dentro del cual se halla el sacerdote oculto a la mirada del público, mientras que el fiel se arrodilla en el costado externo y hablan a través de una ventanilla. De esta manera, los pecados cometidos por el confesante quedan en la estricta intimidad y son amparados por el secreto de confesión: ninguna autoridad puede forzar al sacerdote a revelar lo dicho.

Como respuesta a la confesión, el sacerdote entonces ofrece palabras de consuelo, guiatura y orientación, y asigna una penitencia correspondiente con la magnitud del pecado, en forma de un número de rezos específicos (generalmente el acto de arrepentimiento). Al final, el penitente es bendecido y sus pecados absueltos, lo cual se interpreta como su retorno al rebaño de Dios y su reconciliación con las enseñanzas de Jesucristo.

La extremaunción

La unción de los enfermos o extremaunción es un rito que realiza el sacerdote católico en el lecho de un fiel enfermo o agonizante, como una forma de estimular la sanación mediante la fe, rogar a Dios por su recuperación o, también, por su aceptación en el paraíso y la salvación de su alma. Originalmente se trataba de un rito preparatorio para la muerte, impartido únicamente a quienes se hallaban en trance de agonía, pero en la actualidad puede ofrecerse a cualquier católico enfermo que desee ser confortado espiritualmente.

El rito en sí consiste en el rezo conjunto de sacerdote y enfermo, la unción con aceite sagrado del feligrés y a veces incluso la confesión y comunión.

El matrimonio

Al igual que en el resto de las iglesias cristianas, el matrimonio católico es un rito de suma importancia, celebrado para santificar y oficializar ante la comunidad de los fieles la unión amorosa de una pareja de feligreses. Esta unión únicamente puede darse entre un hombre y una mujer (o sea, una pareja heterosexual), que no se hayan desposado nunca antes y que deseen fundar una nueva familia cristiana.

La pareja que contrae matrimonio queda, así, unida ante los ojos de Dios para siempre y de manera indisoluble, en la salud y la enfermedad, la riqueza o la pobreza, pudiendo únicamente ser separados por la muerte, ya que la Iglesia no reconoce la opción del divorcio.

Una particularidad del matrimonio católico es que los propios contrayentes son quienes recitan los votos, en presencia del sacerdote y de sus testigos y acompañantes, de manera que son ellos quienes confieren el estado sagrado a su relación de pareja.

Los votos profesan la fidelidad y responsabilidad mutua, y preceden la entrega de los anillos matrimoniales y la consumación de la unión mediante un beso. Todo ello suele tener lugar en el interior de una iglesia católica, pero también puede realizarse en otros lugares, aunque siempre con presencia del sacerdote.

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El orden sagrado o sacerdotal

El sacramento del orden sacerdotal es el rito de consagración al servicio de Dios de sus ministros, es decir, de los sacerdotes y párrocos de la Iglesia católica, quienes asumen un voto público de celibato y dedicación plena, y reciben a cambio la autoridad para ejercer funciones eclesiásticas y conducir ritos católicos formales.

Este rito es exclusivo para aquellos que reciben el llamado de la fe y que superan los procesos de selección de las autoridades eclesiásticas, lo cual implica un largo proceso de educación religiosa y teológica.

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Referencias