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Cinismo

Te explicamos qué es el cinismo y cómo es una persona cínica. Además, quiénes eran los filósofos cínicos en la Antigüedad.

¿Qué es el cinismo?

Una persona cínica es una persona que actúa o que habla con falsedad, pero que lo hace de un modo descarado, desvergonzado. Es decir, un cínico es aquel que habla de algo a sabiendas de que no es cierto, o que hace algo a sabiendas de que no es lo correcto, sin que ello le represente ningún tipo de sufrimiento moral, dado que posee una visión desconsolada y pesimista de la sociedad humana.

Pensemos, a modo de ejemplo, en un político que, en una entrevista en televisión nacional, defiende la necesidad de procedimientos legales justos y transparentes, y lo hace con una sonrisa: se ríe porque sabe que él mismo está involucrado en procedimientos legales injustos y corruptos, pero aun así dice lo que dice. Semejante actitud de desfachatez, de impudicia o desvergüenza, es a lo que normalmente llamamos actitud cínica.

El cinismo suele estar mal visto en nuestra sociedad. A menudo es catalogado como una forma de egocentrismo y asociado a una mirada pesimista de la naturaleza humana.

Sin embargo, también puede ser comprendido como un indicio de inteligencia: los personajes cínicos a menudo son aquellos que comprenden que el mundo no es justo, que pueden ver la hipocresía del mundo, pero en lugar de levantar la voz en contra de ella, optan por reírse, por burlarse, o por ironizar.

El cinismo proviene de la Antigüedad Clásica, como veremos a continuación, pero también tuvo importantes cultores en la Edad Moderna, quienes en sus obras emplearon la ironía, el absurdo y la burla para arremeter contra la supuesta naturaleza bondadosa del ser humano. Entre ellos figuran los nombres de William Shakespeare, Oscar Wilde, Geoffrey Chaucer o François Rebelais, entre otros.

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Cinismo en filosofía

El término “cínico” (y buena parte de su significado) proviene de la Antigua Grecia, y particularmente de la escuela cínica de filosofía fundada por Antístenes (444-365 a. C.) En esta escuela, inicialmente llamada Escuela Socrática Menor, el máximo exponente fue Diógenes de Sinope (412-323 a. C.), apodado “Diógenes el cínico” o “Diógenes el perro”.

Estos apodos provienen del vocablo griego para perro: “kynós”, de donde nace también kynikós, o sea, cínico. La razón de ello está en que, al poner en práctica sus creencias, estos filósofos elegían vivir la vida “como los perros”: desconfiar de las instituciones sociales, de la enseñanza y de todo tipo de convenciones y normas sociales, que se suponían impuestas al ser humano en contra de su naturaleza.

Por lo tanto, los cínicos eran una mezcla de pordioseros y filósofos altaneros, dispuestos siempre a la burla, la ironía y las actitudes procaces, ya que se consideraban a sí mismos un recordatorio viviente de lo que en el fondo era la humanidad, por debajo de todas aquellas capas de supuesta civilización. De allí que los apodaran “los perros”, dado que vivían como tales.

Así los retrata el escritor griego Alcifrón (siglo II a. C.) en sus Cartas:

“…un espectáculo horrible y penoso de ver, cuando agita su sucia melena y te mira insolentemente. Se presenta medio desnudo, con una capa raída, una bolsita colgante y, entre sus manos, una maza hecha de madera de peral silvestre. Va descalzo, no se lava y carece de oficio y beneficio”.

Los cínicos fueron un movimiento popular en la Grecia Antigua y luego en muchas de las grandes ciudades de la Antigua Roma. Algunos de sus exponentes más conocidos, aparte de Antístenes y Diógenes, fueron Crates de Tebas, Menipo de Gadara, Onesícrito de Astipalea, y una de las primeras filósofas griegas de la historia: Hiparquía.

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Referencias