Revolución Industrial: qué es, causas, características, consecuencias
¿Qué es la Revolución Industrial?
La Revolución Industrial o Primera Revolución Industrial fue el proceso de industrialización que comenzó en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII y que luego se extendió al resto de Europa y a Estados Unidos. El resultado fue que la economía del país dejó de estar basada en la agricultura y la ganadería y empezó a centrarse en las actividades industriales.
Esa transformación no solo afectó a la economía, sino que también causó que la sociedad cambiara. Se produjo un proceso de urbanización y el auge del trabajo industrial conllevó la aparición de los movimientos obreros. Las antiguas clases sociales surgidas del feudalismo desaparecieron para dar lugar a nuevas estructuras en las que la burguesía cobró una gran importancia.
Una de las características de la Revolución Industrial fue la aparición de nuevas tecnologías. Entre las que más influyeron se encuentran el motor a vapor, el ferrocarril y la maquinaría dedicada a aumentar la producción dentro de las fábricas.
Antecedentes y origen
Los antecedentes de la industrialización en Europa se remontan al inicio de la Edad Moderna. Así, desde el siglo XVI comenzó a cambiar el sistema económico con el fortalecimiento del comercio, la banca o los métodos financieros. Igualmente, también se produjo un avance en los medios de transporte y otros ámbitos.
Sin embargo, todos estos cambios fueron produciéndose de manera muy lenta y con pasos atrás. Las epidemias, las constantes guerras y las hambrunas no permitían que el avance fuera continuo.
Economías preindustriales
La renta per cápita de países como Inglaterra, Alemania o Francia era muy pequeña antes de la Revolución Industrial. Además, esta renta solo mejoraba cuando crecía la producción y se reducía cuando las epidemias y otras causas hacían que esta se redujera.
Uno de los grandes problemas que lastraban la economía era la mortalidad, muy alta entre niños y jóvenes. Las causas eran variadas, desde las enfermedades hasta las malas cosechas. Esto, a pesar de que la natalidad era también elevada, provocaba que la población no creciera.
En estas sociedades previas a la Revolución Industrial, más del 75% de los trabajadores estaban dedicados a la agricultura. La producción, sin embargo, dependía de la fertilidad de la tierra, del clima y de la calidad de las herramientas, entonces bastante básicas. La consecuencia era que la producción de los alimentos era baja.
Primeras sociedades capitalistas
A pesar de las dificultades mencionadas, el cambio de modelo económico había empezado ya a partir del Renacimiento. En esa época aparecieron las primeras sociedades capitalistas en el norte de Italia y en Holanda.
Más adelante, y a mediados del siglo XVIII, el incipiente desarrollo de la industria pesada y de la minería permitió a Europa cambiar las bases económicas de sus sociedades. Además, el comercio aumentó, al igual que la productividad.
Estas mejoras provocaron un aumento de la población que se acentuó en el siglo XIX. Comenzó así la Revolución Industrial, cuyas bases ideológicas fueron el racionalismo y la innovación científica.
Causas de la Revolución Industrial
Revolución agrícola
Como se ha señalado, la principal actividad económica antes de la Revolución Industrial era la agricultura. Este sector, sin embargo, estaba poco desarrollado y las innovaciones eran muy escasas.
Cuando la población comenzó a aumentar fue necesario incrementar la producción de alimentos. Los propietarios de la tierra tuvieron que introducir nuevas técnicas de cultivo, herramientas e invenciones, como los fertilizantes, para lograr dicho incremento.
Las nuevas herramientas y técnicas provocaron que el número de campesinos necesarios disminuyera, ya que podía producirse más con menos trabajadores. Los que se quedaron sin trabajo tuvieron que emigrar a las ciudades y se convirtieron en mano de obra para las fábricas.
Revolución demográfica
Los cambios, a mejor, en la alimentación y la mejora en la calidad de vida fueron factores que provocaron que la demografía creciera a partir del siglo XVIII.
Otro factor que permitió que la mortalidad se redujera fue el avance de la medicina, con logros como la invención de la vacuna.
Las revoluciones burguesas
La segunda mitad del siglo XVIII se caracterizó por la demanda de la burguesía de ocupar parte del poder político, entonces en manos del rey y la nobleza. Esto desembocó en varias revoluciones, como la francesa.
El acceso de la burguesía a puestos de poder fue fundamental para que comenzara la Revolución Industrial. Los cambios que acompañaron a este hecho fueron la mayor circulación del capital, el desarrollo de la industria en manos privadas, el avance del comercio y la aparición de nuevos inventos.
En Inglaterra, además, ese proceso comenzó antes, ya que su revolución se produjo en el siglo XVII y, con ello, la desaparición del sistema feudal. El absolutismo, al contrario de lo que pasaba en otros países europeos, desapareció y el país pasó por una etapa de estabilidad interna.
Factores socioeconómicos
La supremacía comercial que había conseguido el Reino Unido le había permitido acumular mucho capital, aunque concentrado en manos de unos pocos empresarios.
Otro factor importante, tal y como se ha señalado, fue la presencia de una abundante mano de obra disponible para la industria. Las causas fueron la mejora de las técnicas agrícolas que dejó sin empleo a muchos campesinos y el aumento demográfico.
Factores geográficos
Entre las ventajas que provocaron que la industrialización comenzara en Gran Bretaña se encuentra la existencia de ciertas materias primas en su territorio. Entre ellas destacaban el hierro y el carbón, fundamentales para la industria y para el transporte.
Características de la Revolución Industrial
Mecanización y el sistema fabril
Con la industrialización se produjo un importante cambio en los sistemas de producción. De esta forma, se introdujeron máquinas en las fábricas y se empezaron a utilizar energías como la hidráulica o la generada por el carbón.
El aumento de la producción provocó que los pequeños artesanos no pudieran competir y, en muchos casos, acabaron arruinados. Por su parte, las fábricas dejaron de producir de manera individualizada para empezar a utilizar un sistema fabril (en serie).
El avance más importante fue cuando esta maquinaria comenzó a funcionar mediante la máquina de vapor, inventada por James Watt en 1769.
El carbón y el hierro
El uso de nuevas fuentes de energía fue otra de las características destacadas de la Revolución Industrial. Una de ellas, el carbón, se impuso como combustible durante el siglo XIX, ya que alimentaba al gran invento de la época: la máquina de vapor.
La demanda de carbón provocó que se implementaran una serie de innovaciones en la minería. Entre ellas, la utilización de vigas y hierro en las minas para poder trabajar en los pozos con más seguridad. Además, empezaron a usarse raíles y vagones para facilitar la extracción y el transporte de este mineral.
Por otra parte, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la demanda de hierro se incrementó al necesitarse para fabricar barcos, herramientas y munición.
Nuevos medios de transporte
La necesidad de transportar las materias primas y las mercancías obligó al Reino Unido a mejorar sus caminos y a construir un gran número de canales para ampliar las posibilidades de navegación fluvial.
Sin embargo, la gran revolución en el transporte llegó con el ferrocarril, un medio más rápido y que tenía una enorme capacidad de carga, tanto de mercancías como de pasajeros.
La locomotora inventada en 1829 por Stephenson funcionaba con una máquina de vapor. Esta motor también se utilizó en la navegación.
Surgimiento del capitalismo
La Revolución Industrial provocó un cambio en el modelo económico. El capitalismo, un sistema que se basaba en la propiedad privada de los medios de producción y de los bienes obtenidos, acabó con los restos del viejo sistema feudal.
La implantación de este sistema no estuvo exenta de problema. En el ámbito social, surgieron nuevas clases que serían un foco de tensión permanente debido a las malas condiciones de vida de los obreros.
Cambios sociales
La sociedad surgida de la Revolución Industrial presentaba muchas diferencias con la de anteriores épocas. Para empezar, se desarrolló un cambio de mentalidad que llevó a que los conocimientos en todas las ramas del saber se multiplicaran.
Los dogmas religiosos dejaron de estar en el centro de la sociedad y eso permitió un gran avance en las investigaciones científicas, técnicas y sanitarias.
Por otra parte, la burguesía fue acumulando cada vez más poder. Al mismo tiempo, apareció una nueva clase trabajadora, en buena parte procedente del mundo rural. Su destino era trabajar en las fábricas y se instalaron en los suburbios cercanos a sus lugares de trabajo, formando barriadas en las que las condiciones de vida eran muy malas.
Fuera de Europa
La Revolución Industrial fue extendiéndose poco a poco a otros territorios europeos, aunque con algunas excepciones, como España, que tardó mucho más en comenzar las transformaciones.
Fuera de Europa fue Estados Unidos el primer país en industrializarse. Para finales del siglo XIX se había puesto al mismo nivel que Gran Bretaña en potencia industrial.
Japón, por otra parte, inició su propia industrialización con la modernización de la actividad textil. En este caso, el Estado fue el impulsor de medidas como la construcción de una red de ferrocarriles y de la apertura de los bancos.
Etapas de la Revolución Industrial
Primera etapa
La Revolución Industrial comenzó alrededor de 1780 en gran Bretaña, aunque la fecha varía según la corriente historiográfica. En esa época, la introducción de la máquina de vapor representó un gran avance para la industria textil. Más adelante, sobre 1830, la expansión del ferrocarril impulsó enormemente la siderurgia.
El aumento de población y de la mano de obra disponible fueron factores fundamentales para las transformaciones que se produjeron. Las fábricas se convirtieron en el centro de la vida económica del país, sustituyendo a la agricultura. Además, el sistema económico capitalista se impuso sobre los restos del feudalismo.
El siglo XIX se caracterizó por la mecanización de la producción, con los consiguientes cambios en todos los ámbitos de la sociedad. La manufactura dio paso al sistema fabril, lo que supuso un aumento de la producción.
Los avances técnicos, el uso del carbón mineral como principal fuente energética y la implementación de nuevas modalidades de trabajo fueron otras tres características de este periodo.
Además, Gran Bretaña extendió sus dominios coloniales hasta convertir a Londres en la capital financiera del mundo. Las materias primas comenzaron a llegar desde todos los puntos del planeta y las mercancías británicas eran vendidas en sus colonias.
Segunda etapa
La aparición de nuevas fuentes de energía, la modernización de los transportes, los nuevos métodos de comunicación, de financiación y de producción marcaron el inicio de una nueva etapa en la Revolución Industrial. Esta se desarrolló entre 1870 y 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial.
Esta segunda etapa estuvo caracterizada por los avances científicos y técnicos que facilitaron el desarrollo de los medios de producción. A diferencia de lo que ocurrió en la primera etapa de la revolución, en esta Gran Bretaña dejó su papel principal a Estados Unidos.
La electricidad y el petróleo comenzaron a utilizarse como fuentes de energía, lo que mejoró la producción y los transportes. Por otra parte, también se introdujeron nuevos materiales, como el acero.
La máquina de vapor, aunque siguió utilizándose, fue poco a poco desplazada por motores más eficientes. La electricidad, por su parte, se aplicó en la metalurgia, además de en la iluminación. Esto último supuso una gran transformación en las ciudades y en las propias fábricas.
Las locomotoras y los barcos metálicos empezaron a ser impulsados por turbinas. Después, con el estudio de las posibilidades del petróleo, se crearon nuevos motores para los automóviles y los aviones.
Otro de las novedades más importantes se produjo en el interior de las fábricas. Así, aumentó el número de trabajadores en cada una de ellas y se introdujo la cadena de montaje. Como consecuencia la producción se incrementó mientras bajaba el precio final de los productos.
Consecuencias
Transformaciones económicas
La principal consecuencia en el ámbito económico fue la consagración del capitalismo como el sistema dominante.
Esta revolución trajo consigo un considerable aumento del rendimiento del trabajo mientras que el coste de producción se reducía. De esta forma, fabricar cualquier producto era más económico, con lo que los países que se industrializaron generaron mayores cantidades de riqueza.
Esto permitió que se acumularan grandes capitales y aparecieran grandes compañías, muchas bajo la fórmula de sociedades anónimas. Al mismo tiempo, fueron fundándose bancos, cámaras de comercio y compañías de seguro.
Crecimiento de las ciudades
La emigración de los trabajadores agrícolas que se había quedado sin trabajo debido a los adelantos tecnológicos provocó un gran aumento de población en las ciudades.
El destino de estos antiguos campesinos fueron las fábricas, ya que muchos talleres artesanales no pudieron sobrevivir ante la mayor y más barata producción de productos.
Crecimiento demográfico
Diversos factores contribuyeron a que se produjera un importante aumento demográfico en los países que fueron industrializándose.
Para empezar, se introdujeron mejoras sanitarias en muchas ciudades. Entre estas se encontraban los sistemas de alcantarillados, que supusieron que las poblaciones fueran más limpias. Además, aparecieron inventos como el jabón y la alimentación mejoró en calidad. La mortalidad empezó a disminuir y la media de vida a aumentar.
A esos avances hay que sumar la invención de las vacunas, que fue fundamental para reducir los efectos de muchas enfermedades que habían sido mortales hasta esa fecha.
Sociedad de clases
Una de las transformaciones más importantes asociadas a la Revolución Industrial fue el surgimiento de nuevas clases sociales. La antiguas estructuras heredadas de la Edad Media desaparecieron y aparecieron nuevos actores que influyeron en la política de todo el mundo.
Los campesinos que perdieron sus empleos por el uso de maquinarias tuvieron dos destinos diferentes: unos pocos se convirtieron en jornaleros, mientras que la mayoría se trasladaron a las ciudades a trabajar en las fábricas. Estos se englobaron en una nueva clase social: el proletariado.
Frente al proletariado se situaba la burguesía industrial, compuesta por los empresarios capitalistas propietarios de los capitales y las empresas industriales. Los obreros, por su parte, solo poseían su fuerza de trabajo, que vendían a los empresarios a cambio de un salario.
Principales máquinas utilizadas
Máquina de vapor
La máquina de vapor está considerada como el invento más importante de la Revolución Industrial. Su patente, realizada por el escocés James Watt, data de 1769. Este tipo de motor fue utilizado en el transporte, la industria textil y la metalurgia, entre otros sectores.
Ferrocarril
La mencionada máquina de vapor permitió la aparición del medio de transporte más característico de la primera etapa de la Revolución Industria: el ferrocarril. Su concepto era ya conocido: vagones que rodaban sobre carriles de madera.
Ya en el siglo XVII, las minas de carbón británicas usaban este tipo de transporte para llevar su producción hacia los puertos.
El cambio principal se produjo cuando George Stephenson creó la locomotora de vapor para empujar a los vagones. Esto transformó totalmente la manera de transportar mercancías y pasajeros.
Alumbrado público
El primer método moderno de iluminación de las ciudades fue mediante las lámparas de gas. Las calles empezaron a ser más seguras, algo que influyó en la ampliación del horario comercial.
A finales del siglo XIX apareció un nuevo y más eficiente sistema de alumbrado público: la electricidad.
Máquina de coser
La máquina de coser ya existía antes de la Revolución Industrial, pero durante ese periodo fue mejorada por Elias Howe para que empleara dos hilos al mismo tiempo. De esta forma, la velocidad de producción aumentó.
Sin embargo, esa modificación aún no permitía que se usaran las dos manos, ya que era necesario accionar una manivela para que funcionase. El autor del cambio definitivo fue Isaac Singer, quien en 1850 introdujo un pedal que permitía a los trabajadores tener las dos manos libres para coser.
Máquina de hilar
La máquina de hilar fue introducida en Inglaterra en 1741 por James Hargreaves. Este aparato fue fundamental para la industrial textil y se convirtió en el primer ejemplo de mecanización del proceso de producción.
Años más tarde, la máquina fue mejorada de manera notable por Samuel Crompton. Su Mule Jenny, nombre de su modelo, funcionaba con energía hidráulica y producía un hilo más fuerte y delgado.
Temas de interés
Revolución Industrial en México.
Revolución Industrial en España.
Referencias
- The Editors of Encyclopaedia Britannica. Industrial Revolution. Obtenido de britannica.com
- Chen, James. Industrial Revolution. Obtenido de investopedia.com
- Elliott, Simon. Britain’s First Industrial Revolution. Obtenido de historytoday.com