Historia

Ejército Trigarante: Antecedentes, Desarrollo


El Ejército Trigarante, también conocido como Ejército de las Tres Garantías, fue un cuerpo militar mexicano que participó en la Guerra de la Independencia contra las tropas españolas. El Ejército se formó por un decreto promulgado el 24 de febrero de 1821, dentro del llamado Plan de Iguala.

El movimiento independentista en México había empezado unos años antes, pero algunos acontecimientos en España aceleraron los acontecimientos. El levantamiento de Riego en Andalucía y la expansión de sus ideas liberales, provocaron inquietud en el país americano.

Los impulsores de esta fuerza militar fueron Agustín de Iturbide, Vicente Guerrero y Pedro Ascencio. El primero, había sido un oficial del ejército español encargado, precisamente, de acabar con las revueltas. Los otros dos eran líderes insurgentes que buscaban la independencia del país.

A los componentes originales, pronto se les unieron otros importantes dirigentes independentistas, como Antonio López de Santa Anna y Guadalupe Victoria. El plan original era recorrer el país tratando de ampliar el apoyo al Plan de Iguala.

Desde el momento de su creación, el Trigarante también se enfrentó en varias ocasiones a los realistas españoles. Finalmente, el 27 de septiembre de 1821, con Iturbide al frente, los independentistas entraron en la capital después de haber firmado los Tratados de Córdoba.

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Antecedentes

Tradicionalmente, se considera al Grito de Dolores, acto protagonizado por Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810, como el inicio de la Guerra de la Independencia mexicana.

Desde ese momento y hasta 1821, el país vivió sumido en continuos enfrentamientos entre las tropas leales a los españoles y los partidarios de la independencia.

Tras Hidalgo, el siguiente líder de los sublevados fue José María Morelos. Después de su fusilamiento, el conflicto se convirtió en una especia de guerra de guerrillas dispersas por parte del territorio.

Así, en Veracruz se encontraban los hombres comandados por Guadalupe Victoria, mientras que Vicente Guerrero luchaba en la Sierra Madre del Sur.

Los gobernantes del Virreinato de la Nueva España también vivían una época de cambio. Félix María Calleja, Virrey en ese momento, dejó su puesto a Juan Ruiz de Apodaca, Capitán General de Cuba, en septiembre de 1816.

Este, frente a la política estricta de su antecesor, ofreció a los líderes insurgentes el indulto si dejaban las armas. Muchos de ellos, como Nicolás Bravo, lo aceptaron.

Otros, como los propios Guerrero y Victoria, continuaron con la lucha. A pesar de eso, hasta finales de 1819 la situación en México fue relativamente tranquila.

Levantamiento de Riego en España

El acontecimiento que cambió esa tranquilidad no se produjo en México, sino en España. El 1 de enero de 1820, Rafael de Riego se levantó en contra del rey Fernando VII.

Este había tratado de acabar con los liberales, pero el levantamiento lo obligó a jurar la Constitución de Cádiz de 1812, marcadamente liberal.

Las repercusiones en Nueva España no se hicieron esperar. El 26 de mayo, José Dávila, intendente de Veracruz, juró la misma Constitución. El Virrey hizo lo propio días después. La reacción de los sectores más conservadores del virreinato fue organizar varios motines y protestas.

Los partidarios del régimen absolutista no solo protagonizaron esas protestas. Temerosos de que los privilegios del clero y el ejército desaparecieran, comenzaron a conspirar para cambiar la situación y hacer que el virreinato no quedara bajo las leyes de la Constitución liberal.

Después de plantear varias estrategias posibles, los conservadores decidieron instalar una monarquía en un México independiente, cuyo trono ocuparía un infante de España.

Para lograr ese objetivo, encargaron a Agustín de Iturbide que comandara una fuerza militar. Su primera misión era acabar con las tropas de Vicente Guerrero, que aún se encontraba luchando en el sur.

El Abrazo de Acatempan

Existe mucha controversia entre los historiadores sobre el papel de Iturbide en los acontecimientos posteriores. Se sabe que mantuvo correspondencia con Guerrero antes de intentar enfrentarse a él en el campo de batalla, pero no existe consenso acerca del contenido de las cartas.

Algunos expertos señalan que ofreció un indulto al insurgente, además de ciertos privilegios, a cambio de su rendición. Otros dicen que, desde muy pronto, tenía previsto el paso que luego daría. Lo cierto es que, después de algunas derrotas de las tropas de Iturbide, ambos líderes acordaron reunirse en Acatempan.

Aunque tampoco hay acuerdo entre los estudiosos sobre lo que pasó en esa reunión, el relato más popular señala que los dos dialogaron para acercar las posturas. Tras eso, Iturbide y Guerrero sellaron una alianza abrazándose, momento conocido como el Abrazo de Acatempan,

Plan de Iguala

Ese abrazo marcó un punto de inflexión en la lucha por la independencia. La alianza entre los dos bandos reforzó mucho la causa y le dio garantías de éxito.

Fue Iturbide el que tomó la iniciativa proclamando el Plan de Iguala. En este, señaló la independencia como objetivo último de la rebelión, además de establecer tres garantías fundamentales: los bandos en los que se habían dividido los mexicanos debían unirse; se iba a luchar por la independencia; la religión católica sería la oficial en el nuevo país.

Para llevar esos planes a la práctica, el Plan establecía la creación de un cuerpo militar. Nacía, así, el Ejército Trigarante o de las Tres Garantías. Su primera función, además de tener que enfrentarse a los españoles, fue expandir el Plan de Iguala por toda Nueva España.

¿Quiénes lo formaron?

En un principio, el Ejército Trigarante se nutrió de los hombres de Iturbide y de los de Guerrero. El primero aportaba algunas tropas de la Comandancia del Sur, mientras que el segundo tenía a su cargo a los guerrilleros que llevaban tiempo combatiendo. A ellos, se les unió desde el principio Pedro Ascencio, otro de los líderes insurgentes.

En poco tiempo las fuerzas del Trigarante fueron creciendo en número. Muchos soldados desertaron del ejército del Virreinato, reforzando las tropas de Iturbide. Además, otros jefes independentistas, como Santa Anna o Guadalupe Victoria, también aportaron sus tropas.

Su crecimiento durante la lucha por la independencia fue enorme. Cuando, finalmente, entró en Ciudad de México, lo hicieron con 16 134 hombres, aparte de los que se encontraban en otras partes del país.

Agustín de Iturbide

Fue el impulsor del Ejército Trigarante y lo comandó durante el resto de la guerra. Este oficial español había luchado antes contra los independentistas y su papel desde, incluso, la época de Hidalgo y Morelos, ha generado interpretaciones diferentes entre los historiadores.

Tras la firma de los Tratados de Córdoba, Iturbide se proclamó Emperador del México Independiente, aunque su reinado duró poco tiempo. Sus antiguos aliados en el Trigarante acabaron provocando su abdicación y destierro.

Falleció tras regresar a México y se capturado por las tropas gubernamentales. Fue fusilado el 19 de julio de 1824.

Vicente Guerrero

Se unió a la causa independentista en 1810 y su valía como militar le hicieron ascender hasta ocupar uno de los puestos dirigentes entre los insurgentes.

Tras la muerte de Morelos, Guerrero fue uno de los líderes que no quiso acogerse a la amnistía ofrecida por el Virrey Apodaca. En cambio, continuó luchando en el sur del país hasta que alcanzó un acuerdo con Agustín de Iturbide, plasmado en el Plan de Iguala.

Una vez declarada la independencia, Guerrero reconoció a su aliado como Emperador. Sin embargo, cuando este disolvió en Congreso, Guerrero volvió a levantarse en armas para intentar derrocarlo.

Entre los cargos que ocupó se encuentran haber sido miembro del Supremo Poder Ejecutivo (1823-1824), Ministro de Guerra y Marina (1828) y, finalmente, presidente de México del 1 de abril al 17 de diciembre de 1829.

Guadalupe Victoria

Su nombre real fue José Fernández Félix, pero decidió cambiarlo por el de Guadalupe Victoria. Fue uno de los principales aliados de Morelos y, posteriormente, de Nicolás Bravos, destacando en varias batallas importantes contra los españoles.

Victoria rechazó el indulto ofrecido por Apodaca y comenzó una guerra de guerrillas en Veracruz. Con la proclamación del Plan de Iguala se unió al Trigarante, aunque no era partidario de la forma de gobierno monárquica.

Junto con otros antiguos insurgentes fue uno de los líderes de la oposición al imperio de Iturbide. Se unió al Plan de Casamata, que acabó consiguiendo que el Emperador abdicara.

Victoria formó parte del gobierno provisional y, tras las primeras elecciones celebradas en agosto de 1824, se convirtió en el primer presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Antonio López de Santa Anna

Aunque no formó parte del núcleo inicial del Ejército Trigarante, su papel en él y en la historia de los primeros años del México independiente, lo convirtieron en un personaje muy importante.

Después de sumarse a la lucha por la independencia, y una vez conseguida esta, Santa Anna mostró su apoyo inicial al Emperador. Este le ofreció un importante cargo militar, ya cuando el Trigarante había cambiado el nombre por el de Ejército Imperial.

Con el tiempo, al igual que ocurrió con otros antiguos insurgentes, Santa Anna acabó levantándose contra Iturbide, siendo el artífice del Plan de Casamata.

Santa Anna fue presidente de México en varias ocasiones, la primera de ellas en 1833.

Desarrollo desde su fundación hasta el final

El primer gesto de Iturbide fue ordenar reproducir el Plan de Iguala para poder distribuirlo en todo el territorio de Nueva España. Trataba, así, de conseguir más partidarios para la lucha. Pronto, el Virrey y el arzobispo de México tuvieron conocimiento del Plan y organizaron una campaña en su contra.

Sin embargo, las ideas contenidas en el Plan fueron expandiéndose por todo el Virreinato, sin que pudieran ser frenadas.

El propio Iturbide viajó por el Bajío con el fin de que el movimiento se expandiera. Durante ese recorrido consiguió el apoyo de importantes jefes insurgentes, como Guadalupe Victoria a Nicolás Bravo.

Toma de Valladolid

Mayo de 1821 fue uno de los meses en los que el Trigarante alcanzó más éxitos, especialmente en cuanto a la expansión de sus ideales.

Por una parte, el futuro Emperador consiguió convencer al Comandante de Nueva Galicia de que no se opusiera a la lucha. Por otra, en el ámbito militar, los sublevados tomaron Valladolid (hoy Morelia).

Esta ciudad, parte de su contenido simbólico, era importante para los planes del Ejército. Su conquista no necesitó grandes enfrentamientos, ya que fue sitiada hasta que los gobernantes la rindieron a los hombres de Iturbide.

En otras partes del país las conquistas no fueron tan incruentas. Ascencio murió en Tetecala a manos de los españoles, mientras que el Trigarante sufría pérdidas importantes en Córdoba.

Expansión

En junio, los éxitos de la trigarancia habían conseguido poner en serios aprietos a las autoridades coloniales. El Virrey Apodaca tuvo que solicitar refuerzos a Cuba y a España y se vio obligado a realizar levas forzosas para reforzar sus fuerzas.

No obstante, en toda Nueva España se produjeron focos rebeldes y multitud de voluntarios se unieron a los independentistas.

El pronunciamiento del Plan de Iguala fue imitado en muchos lugares. Los sublevados juraban sobre ese documento, imitando el ritual con el que fue promulgado. Entre las adhesiones y los levantamientos armados, entre junio y julio de 1821, la rebelión había alcanzado casi todo el territorio novohispano.

Fin del Virreinato

Ante su incapacidad de acabar con la rebelión, Apodaca fue relevado del cargo. En su lugar fue nombrado Virrey Francisco Novella. Este, que no tenía la autorización del gobierno de la metrópolis, duró poco en el cargo.

Su relevo, Juan O’Donojú, se convirtió en la última autoridad colonial en México. Iturbide mantuvo un encuentro con él en Córdoba, el 24 de agosto. Durante la reunión, O’Donojú se dio cuenta de que su causa estaba perdida y no tuvo más remedio que negociar con los independentistas.

Así, mediante los Tratados de Córdoba, la Guerra de la Independencia llegó a su fin y México declaraba su soberanía nacional.

Entrada en Ciudad de México

Un mes después, el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró en la Ciudad de México. Al frente de las tropas se encontraba Agustín de Iturbide, vestido de civil.

Según las crónicas, fueron recibidos con grandes celebraciones, con el pueblo llevando los colores declarados nacionales: el verde, el blanco y el rojo.

Destino del Ejército Trigarante

A pesar de las diferentes posturas existentes dentro de los independentistas, Iturbide mantuvo el plan inicial para dar forma al país. Dado que no consiguió que España aceptase que ningún miembro de su Casa Real ocupara el trono, el mismo se proclamó Emperador, con el nombre de Agustín I.

El Ejército Trigarante fue el germen que dio lugar a las Fuerzas Armadas del país. Durante el periodo monárquico recibió el nombre de Ejército Imperial Mexicano. Posteriormente , fue cambiando su denominación dependiendo de las circunstancias políticas.

Referencias

  1. Moreno Gutiérrez, Rodrigo. La guerra del Ejército Trigarante. Obtenido de relatosehistorias.mx
  2. Secretaría de la Defensa Nacional. Ejército Trigarante. Obtenido de gob.mx
  3. Fonseca, Francisco. Septiembre de 1821: El Ejército Trigarante, Obtenido de elsoldemexico.com.mx
  4. David Stephen Heidler, Jeanne T. Heidler. The Mexican War. Recuperado de books.google.es
  5. Revolvy. Army of the Three Guarantees. Obtenido de revolvy.com
  6. Michael C. Meyer, Marvin David Bernstein. Mexico. Obtenido de britannica.com
  7. Encyclopedia of Latin American History and Culture. Three Guarantees, Army Of The. Obtenido de encyclopedia.com
  8. U.S. Library of Congress. Iturbide and the Plan of Iguala. Obtenido de countrystudies.us