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90 Frases de Alejandro Magno sobre la Vida y Conquistas


Te dejo las mejores frases de Alejandro Magno, rey del antiguo reino griego de Macedonia y uno de los conquistadores más legendarios de la historia. Debido a sus conquistas, a la expansión de la cultura griega en la que participó y a la fundación de ciudades, es considerado una de las personas más influyentes de la historia.

Alejandro Magno nació en Pela, Macedonia, en el año 356 a.C. Fue el primer hijo de Filipo II de Macedonia y Olimpia (hija de Neoptólemo I de Epiro) y como correspondía, por ser el heredero del reino, recibió la mejor educación militar por parte de su padre y la intelectual por parte de Aristóteles.

Los frutos de toda su preparación se pusieron a prueba tras la muerte de Filipo, cuando muchos de los pueblos que habían sido conquistados por este se rebelaron. En ese momento y a muy temprana edad, Alejandro se lanzó a la batalla, acallando a sus enemigos internos y fortaleciendo su poderío.

Inspirado por “La Ilíada” y las historia de Aquiles, desde Macedonia hasta la India, Alejandro fue conquistando ciudades que se encontraban dominadas por los persas, pasando por territorios egipcios, donde fue acogido como libertador y coronado Faraón.

Las mejores citas de Alejandro Magno

-Estoy en deuda con mi padre por vivir, pero con mi maestro por vivir bien.

-No hay nada imposible para aquel que lo intenta.

frases de Alejandro Magno lifeder

-De la realización de cada uno, depende el destino de todos.

-No tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león.

-Preferiría vivir una vida corta y llena de gloria, que una larga sumida en la oscuridad.

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-Para mí he dejado lo mejor: la esperanza.

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-Así como el cielo no tiene dos soles, Asia tampoco puede tener dos reyes.

-La gloria corona las acciones de aquellos que se exponen al peligro.

-Cada momento libre de miedo hace a los hombres inmortales.

-Al final, cuando todo se acaba, lo único que importa es lo que has hecho.

-Una tumba ahora le basta para quien el mundo no era suficiente. (Epitafio de lápida de Alejandro Magno).

-Cuando damos a alguien nuestro tiempo, en realidad damos una parte de nuestra vida, que nunca vamos a recuperar.

-El esfuerzo y el riesgo son el precio de la gloria, pero es una cosa preciosa el vivir con valor y morir dejando una fama eterna.

-Si espero, perderé la audacia y la juventud.

-Dios es el padre común de todos los hombres.

-Cuán grandes son los peligros que enfrento, para ganar un buen nombre en Atenas.

-El sexo y dormir solo, me hacen consciente de que soy mortal.

-Desearía que los indios me creyeran un dios, ya que del informe del valor de un enemigo a menudo depende el éxito de una batalla, y los informes falsos muchas veces han hecho cosas tan grandes como el verdadero coraje y la resolución.

-¡Oh! ¡Soy un miserable! ¿Por qué no aprendí a nadar?

-Qué feliz habría sido para mí haber sido asesinado en la batalla. Habría sido mucho más noble haber muerto víctima del enemigo que sacrificar la ira de mis amigos.

-A través de cada generación de la raza humana ha habido una guerra constante, una guerra con miedo. Aquellos que tienen el coraje de conquistarlo se liberan y aquellos que son conquistados por él sufren hasta que tienen el coraje de vencerlo, o la muerte los toma.

-Hay tantos mundos y aún no he conquistado ni siquiera uno.

-Nosotros de Macedonia, durante las generaciones pasadas hemos sido entrenados en la dura escuela del peligro y la guerra.

-Hay algo noble en escucharme a mí mismo hablando mal, cuando estoy haciendo el bien.

-El cielo no puede tolerar dos soles, ni la tierra dos amos.

-Me estoy muriendo por el tratamiento de muchos médicos.

-Habría preferido superar a otros en el conocimiento de lo que es excelente, que en la medida de mi poder y dominio.

-Ahora temen al castigo y ruegan por sus vidas, así que les dejaré libres, no por ninguna otra razón, sino para que puedan ver la diferencia entre un rey griego y un tirano bárbaro. Así que no esperen a sufrir ningún daño de mí. Un rey no mata a los mensajeros.

-No hay más mundos que conquistar.

-Amigos, ahí tenéis al hombre que se disponía a pasar de Europa al Asia: pasando de un lecho a otro ha acabado por los suelos.

-Pero sinceramente, si no fuese Alejandro, sería Diógenes.

-El verdadero amor nunca tiene un final feliz, porque no hay final para el amor verdadero.

-A través de todas las generaciones de la raza humana, ha habido una constante guerra: una guerra contra el miedo. Los que tienen el valor de vencerlo, son hechos libres y los que son conquistados por él, sufren hasta tener el valor para derrotarlo, o se los lleva la muerte.

-Enterrar mi cuerpo y no construir ningún monumento. Mantener mis manos afuera, para que las personas sepan que quien ganó el mundo no tenía nada en sus manos cuando murió.

-Sin conocimiento, la habilidad no se puede enfocar. Sin habilidad, la fuerza no puede ser ejercida y sin fuerza, el conocimiento no puede ser aplicado.

-Sus antepasados vinieron a Macedonia y al resto de Grecia y nos hicieron gran daño, aunque no le habíamos agredido. Me han designado líder de los griegos, y el deseo de castigar a los persas lo he tomado de usted.

-¡Qué excelente caballo pierden por falta de destreza y denuedo para manejarlo!

-Mi tesoro reside en mis amigos.

-En cuanto a los límites de las propias labores, no reconozco ninguna para un hombre magnánimo, excepto aquellas que deberían conducir a logros nobles.

-Vamos a comportarnos de manera que todos los hombres deseen ser nuestros amigos y todos teman ser nuestros enemigos.

-Con la actitud correcta, las limitaciones autoimpuestas desaparecen.

-Que Dios los guarde del veneno de la cobra, los dientes del tigre, y la venganza de los afganos.

-El fin y el objeto de la conquista es evitar hacer lo mismo que los vencidos.

-No toda la luz proviene del Sol.

-Estoy involucrado en la tierra de un pueblo valiente y aguerrido, donde cada pedazo de tierra es como un pozo de acero, confrontando a mis soldados. Has traído un solo hijo al mundo, pero todo el mundo en esta tierra puede ser llamado Alejandro.

-No tengo una sola parte de mi cuerpo, por lo menos enfrente, que no tenga cicatrices; no hay arma, que se use de cerca, o que se lance desde lejos, de la cual no lleve la marca. Más aún, he sido herido por la espada, mano a mano, con flechas, he sido herido desde una catapulta y muchas veces he sido golpeado con piedras y garrotes.

-El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar.

-Dios ha de amar a los afganos, pues los ha hecho hermosos.

-Mientras de su lado haya más hombres de pie, en nuestro lado más lucharán.

-Yo no robo victorias.

-¿No considera que un asunto digno de llanto, que cuando habiendo una gran multitud de ellos (mundos), todavía queda alguno que no hemos conquistado?

-¿Será posible, amigos, que mi padre se anticipe a tomarlo todo y no nos deje a nosotros nada brillante y glorioso que podamos acreditarnos?

-Lucharemos para Grecia y nuestros corazones permanecerán en ella.

-Mis estrategas carecen de sentido del humor… saben que si fallo en mi campaña, son los primeros a quienes voy a matar.

-No me siento feliz por esta victoria. Estaría alegre, hermano, si la obtuviera estando parado al lado suyo, puesto que nos une la misma sangre, la misma lengua y deseos.

-Ninguna fortaleza es tan inexpugnable que no puede entrar en ella una mula cargada de oro.

-Preveo un gran concurso de funerales sobre de mí.

-Santas sombras de los muertos, yo no tengo la culpa de su destino cruel y amargo, sino la rivalidad maldita que trajo naciones hermanas y pueblos hermanos a luchar entre sí.

-Te mando un kaffis de mostaza, para que puedas probar y reconocer la amargura de mi victoria.

-Es mejor no tener ninguna mujer en la cena en absoluto, que tener una fea.

-Ahora que las guerras están llegando a su fin, deseo que ustedes sean capaces de prosperar en paz.

-¿Lo ven, amigos míos? Es sangre. Es sangre humana. Soy humano y no divino [lo expresó después de haber sido herido por una flecha enemiga].

-Que todos los seres mortales de ahora en adelante vivan como un solo pueblo que esté de acuerdo y que trabaje para el avance en común.

-Considera al mundo como tu país, con leyes que son comunes a todos y donde el mejor será quien gobierne a su tribu respectiva.

-No distingo a los hombres en griegos y en bárbaros, como hacen las personas de mente cerrada. No me importa la descendencia de los ciudadanos o sus orígenes raciales.

-Los griegos, bajo ninguna circunstancia, pueden ser los esclavos de los pueblos bárbaros.

-[Hablando de Aristóteles] No has hecho bien en publicar tus libros de enseñanza oral. Entonces, pues, ¿en qué les sacamos ventaja a otros ahora, si las cosas en las que hemos sido educados de forma particular, se revelan a todas las demás personas?

-Jóvenes helenos, corintios y de Macedonia, únanse a sus amigos soldados y confíen en mí, para que podamos ir en contra de los bárbaros y seamos capaces de liberarnos de las cadenas de los persas. Porque los griegos no merecemos ser sus esclavos.

-Clasifico a los hombres utilizando un solo criterio: la virtud. Para mí, los extranjeros virtuosos son griegos y los griegos malvados son peores que los bárbaros.

-Los verdaderos reyes no matan a las personas encargadas de traer las noticias.

-Si llegan a surgir diferencias entre los miembros del pueblo, nunca deben recurrir a las armas para resolver los problemas. En su lugar, hagan negociaciones pacíficas. En última instancia, yo habré de ser el árbitro entre ustedes.

-Nuestros enemigos son los persas, hombres que por siglos han llevado vidas llenas de comodidades y lujos. Nosotros, la gente de Macedonia, hemos sido entrenados para el peligro y para la guerra. Somos libres y ellos son esclavos.

-Perdóname, Diógenes, por imitar a Heracles, emular a Perseo y seguir los pasos de Dionisio, el autor y progenitor de mi familia.

-Por mi parte, considero que para los hombres de espíritu, no hay más meta o fin de sus labores que las labores mismas.

-No considero lo que Parmenión debería recibir, sino lo que Alejandro debería dar.

-Eso haría yo, si fuera Parmenión. Sin embargo, soy Alejandro, por lo que enviaré a Dario otra resolución. Porque así como el cielo no tiene dos soles, Asia tampoco puede tener dos reyes.

-Mírenlo, todos mírenlo. Ni siquiera se puede mantener en pie y quiere alcanzar el corazón de Asia [se refiere a su padre, que estaba ebrio].

-Xerxes, el Grande, ¿debería seguir mi camino y abandonarte por las expediciones que guiaste en contra de Grecia, o debería levantarte por la magnanimidad y la virtud que muestras en otros aspectos? [Frente a una estatua caída de Xerxes, el Grande].

-Todo lo que he escuchado hasta ahora de Marakanda es verdad, a excepción del hecho de que es más bella de lo que pudiera imaginar. Eso no es cierto.

-Dinócrates, aprecio tu diseño como una excelente composición y estoy encantado con él. Pero comprendo que cualquiera que intentara fundar una ciudad en ese lugar sería censurado por falta de juicio.

-Así como un bebé recién nacido no puede ser alimentado sino con leche materna y tampoco podrá crecer sin esta, una ciudad no puede existir sin campos y frutas de diversos tipos que rodeen sus murallas.

-Oh, qué afortunado el joven Aquiles, que encontró en Homero el heraldo de su gloria [palabras pronunciadas en frente de la tumba de Aquiles].

-Si fuera Pérdicas, no te voy a mentir, habría aceptado esta propuesta a la primera. Pero soy Alejandro, así que no lo haré.

-¡Al más fuerte! [En su lecho de muerte, los generales le preguntaron a Alejandro Magno a quién habría de dejar como sucesor de su reino. Esta fue la respuesta del rey de Macedonia].

-Oh, atenienses, cuán arduo debo trabajar para complacerlos y ganarme un buen nombre en esta tierra.

-Las posesiones que obtenemos gracias a nuestras espadas no son ni seguras ni duraderas, pero el amor que ganamos por la amabilidad y la moderación es seguro y duradero y ha de prevalecer.

-¿Cómo un hombre va a ser capaz de cuidar su propio caballo, pulir su lanza y su casco, si ha perdido la costumbre de atender a su propia persona, que es su posesión más preciada?

-Encontrarás, no lo cuestiono, una forma de llegar a la cima si buscas de forma diligente. Puesto que la naturaleza no ha colocado nada tan alto que quede fuera del alcance de la industria y del valor.

-¿Quién no desea una victoria en la que pueda unir los lugares de su reino, tan dividido por la naturaleza, y en la que pueda obtener trofeos de otros mundos conquistados?

-Por lo que sé, no puedo ser acusado de haber puesto mis ojos en la mujer de Dario, el rey de los persas. Tampoco se me puede acusar de haber deseado hacerlo. Al contrario, incluso me he rehusado a escuchar a aquellos que me hablan de su belleza.

-¿Todavía tienes que aprender que la perfección de nuestras victorias es evitar los vicios y las debilidades de los pueblos a los que subyugamos?

-Soldados, en los últimos días, hombres desesperados han intentado apartarme de ustedes, pero por la gracia de la providencia de los dioses, aún sigo entre los vivos y voy a prevalecer.

-Podría manejar ese caballo mejor que cualquier otra persona [Alejandro se refería a Bucéfalo, la bestia que domesticó y que transformó en una de sus posesiones más preciadas].

-Hablemos de los hombres al mando de los dos ejércitos de Asia. Como comandante, ustedes tienen a Alejandro el Grande. Ellos, en cambio, tienen a Dario.

-Cuando lleven mi ataúd a la tumba, deje mis manos colgando afuera. ¡Con las manos vacías, vine a este mundo y con las manos vacías, me iré! ¡Toda mi vida ha sido un desperdicio sagrado, un ejercicio inútil, porque nadie en la muerte puede llevarse nada con ellos!

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