20 calaveritas literarias cortas para niños y maestros (con imágenes)
¿Qué son las calaveritas literarias?
Las calaveritas literarias mexicanas son composiciones poéticas tradicionales de carácter burlesco o conmemorativo. En un principio se les llamó “panteones”, y se elaboraban como si se tratase de epitafios satíricos. Algo que las caracteriza es que las personas a las que son dedicadas no necesariamente tienen que estar muertas.
Los versos suelen acompañarse de dibujos de calaveras. Lo común es que estas composiciones se lleven a cabo antes o durante el Día de Muertos. Las calaveritas se usan regularmente como medio para manifestar emociones que serían imposibles de expresar en otros espacios.
Desde el principio, estos poemas también se han prestado para canalizar protestas y descontentos con los gobiernos de turno. Además, han servido para hablar sobre problemáticas de la comunidad. La primera aparición conocida data de 1879, en Guadalajara. Dichas calaveritas fueron escritas en El Socialista, un diario de la región.
La métrica de estas composiciones poéticas no es fija, por lo tanto se ajustan a las capacidades y la inventiva de quienes desean expresarse. A continuación se muestran 20 ejemplos.
Lista de calaveritas cortas
A Frida Kahlo (Juan Ortiz)
I
A ti, Frida, te dedico
esta calaverita chula,
por ser luz como ninguna,
e inspiración para los chicos.
II
Pintora fuiste, de las mejores
de México y del mundo,
talento nato, rotundo,
lleno de resplandores.
III
Sufriste mucho en tu vida,
la Calaca te persiguió,
día y noche te buscó
para acelerar tu ida.
IV
Frida Kahlo, hasta el final,
grande eres, oh, pintora,
grande ayer, grande ahora,
cruz de luces ante el mal.
Calaverita para un tío (Juan Ortiz)
I
Ay, tío Manuel
la Calaca te ha llevado,
y a tu gente ha dejado
triste, sin tu querer.
II
Apenitas ayer cantabas,
tío querido, bigotón,
esa hermosa canción
que tanto te gustaba.
III
La Huesuda te esperaba
hoy temprano en el café,
qué violenta sí que fue,
esa Muerte desgraciada.
IV
Canta tío allá en el cielo
con los pajaritos de oro,
fuiste, serás un tesoro,
te extrañará el pueblo entero.
Calaverita para un gato (Juan Ortiz)
I
Peruchito, mi gatito, ¿quién diría que te irías?
siete vidas te conté y ninguna habías perdido,
pero la Calaca te miró, el ojo puesto te tenía,
y contra ella no se puede, mi animalito querido.
II
Ahora estás con la Huesuda, te ha llevado a ese cielo
donde los mininos cantan “miau, miau, hasta luego”.
III
¿Y qué hago yo, Peruchito?, ¿cómo aguanto este dolor?,
no me acostumbro, mi gatito, a no verte día a día,
pero así de triste se dio tu ida, así fue tu suerte,
qué vacío enorme siento porque te llevó la muerte.
Calaverita para una abuelita (Juan Ortiz)
I
Ella era mi abuelita,
creía mucho en la virgencita,
muy juiciosa y hacendosa,
su sonrisa era hermosa.
II
Abuelita, un manto fino,
cubre ahora donde estabas,
justo donde ayer cantabas
alegrías y bendiciones,
qué tristezas, qué dolores.
III
Esta calaverita escribo
para decirle a la muerte
que no me gustó tu suerte,
abuelita y quiero verte.
Calaverita para una maestra (Juan Ortiz)
I
Mi querida maestra tierna,
se suponía que eras eterna,
pero Calaca tocó tu pierna
y te moriste esta mañana.
II
Nadie esperaba tan cruel noticia,
todos creímos que te curabas
tal y como tú sanabas
a nuestra gente sin malicia.
III
Era algo fácil curar tu herida,
pero la Huesos tenía otro plan
para llevarte junto a su clan,
apagándote así la vida.
IV
Cuánta falta que harás maestrita,
¿quién sanará a mi gente?,
Dios, devuélvela, sé clemente,
no debía irse todavía.
Calaverita para un hermano (Juan Ortiz)
I
Querido hermano, gran persona,
yo te extraño cada día,
te extraña la abuela, la tía,
desde que te llevó la Pelona.
II
Esa muerte no perdona
no hay quien se le resista,
viene con sus armas listas
y los deja allí en la lona.
III
Ay, mi hermano, ¿cómo hago?
el dolor me carga mal,
en mi herida pone sal,
ya te he llorado un lago.
IV
Me consuela que en el cielo
estarás con la familia,
con el Dios que nos auxilia,
y nos consuela en este duelo.
Calaverita para trabajadores (Juan Ortiz)
I
Se murieron los obreros,
les cayó la mina encima,
se les puso feo el clima,
la lluvia vino y tumbó el cerro.
II
Eran cientos de hombres buenos,
de su casa y su familia,
trabajaban en vigilia
por el pan de sus pequeños.
III
Estas cosas son, Señor,
las que nos hacen pensar,
y también valorar,
gran maestro es el dolor.
IV
Y a la muerte yo le digo:
“Fuiste dura con mis hermanos”,
con el corazón en la mano
hasta siempre, mis amigos.
Calaverita para un panadero (Juan Ortiz)
I
Ah de ser que la Calaca quería pan calentito,
por eso fue que te llevó, querido panadero,
la cuadra ya no es la misma sin tu humor aventurero,
el horno está frío, el negocio, la ventana del patiecito.
II
Yo quiero una respuesta que sea sincera,
tanto malviviente echando a perder vidas,
destrozando todo allá afuera,
y la Muerte viene y se lleva lo bueno, bandida.
III
Claveritas para ti, amigo panadero,
por tu repentina ausencia,
fuiste una eminencia,
un ser real y verdadero.
IV
Brille siempre en ti la estrella
lejana de Guadalajara,
esa que siempre declara,
la más pura, la más bella.
Calaverita para un policía (Juan Ortiz)
I
Enero no será el mismo,
este año llega funesto,
Calaca dijo “me lo llevo”,
y al instante te me has ido.
II
Policía ejemplar,
el terror de los maleantes,
hombre duro, de los de antes,
como tú no hay otro par.
III
No hay excusa, Huesuda fiera,
él protegía a los nuestros,
era un hombre muy honesto,
llévate al malo cazando en la acera.
IV
Así es la vida de los buenos,
irse de pronto sin que se espere,
y los malvados que a todos hieren,
rompen sin pausa todos los sueños.
Calaverita para un maestro (Juan Ortiz)
I
Escuelita de mi infancia,
qué dolor tan grande el nuestro,
y es que nuestro buen maestro,
se ha marchado de tu estancia.
II
Ya no irá al salón de clases
a enseñarnos castellano,
se nos fue el hombre del llano,
el maestro de las frases.
III
Yo pensaba que la Muerte
respetaba a los maestros,
pero no, aún a los diestros
se los lleva a triste suerte.
IV
Mi escuelita está de luto,
mi casa y toda mi tierra,
se nos ha ido y no había guerra,
fue un capricho, así, a lo bruto.
Calaverita para un perro (Juan Ortiz)
I
Mi perrito patas cortas,
yo pensé irnos de viejos,
arrugarnos, pues, añejos,
y comernos muchas tortas.
II
De jamón, tus preferidas,
mi perrito consentido,
esto no tiene sentido,
qué dolor trae tu partida.
III
Muerte triste, tú, bandida,
¿no tenías más qué hacer?
tanta maldad por vencer,
y te llevaste en él mi vida.
Llegó el COVID
I
Todo estaba muy tranquilo,
en la casa, en la escuela,
ahora nadie se consuela
por el COVID, el muy pillo.
II
De la Calaca, colmillo,
virus malo, cruel, malvado,
a mí me tiene asustado,
con el alma mal, en vilo.
III
Hace poco cayó un tío,
luego el viejo de la esquina,
ese bicho no escatima,
se lleva a los tuyos, los míos.
IV
COVID, virus de la Parca,
vete ya, deja esta tierra,
vete lejos, a la sierra,
o a la mar en una barca.
Calaverita para una novia (Juan Ortiz)
I
El novio se quedó esperando
a la novia en el altar,
ella no iba a llegar,
la Calaca le llevó manejando.
II
La novia iba a la iglesia
a encontrarse con su amor,
pero perdió hasta el color
en una cruenta tragedia.
III
Muerte ruin, sin corazón,
te llevaste a la novia al cielo,
dejaste en vilo al pueblo
y a un altar sin su candor.
Calaverita para un niño (Juan Ortiz)
I
No fue tu culpa, pobre pequeño
el final no debía estar aquí,
tú pasabas como colibrí,
y perdiste todos tus sueños.
II
Caíste por un error,
por decisión de la muerte
que no tuvo la idea en mente
de no causar nuestro dolor.
III
La Calaca se gozó
en esa falta lamentable
y te llevó, niño amable,
a su reino gris sin voz.
Calaverita para un cura/padre (Juan Ortiz)
I
Cura bueno, te has marchado,
padrecito noble y fino,
la iglesia sola ha quedado
sin tu consejo divino.
II
Llora la anciana, llora el niño,
la viuda, el limosnero,
llora todo al que diste cariño,
en este pueblo pesquero.
III
Padre amado, nos quisiste
de verdad, como es debido,
qué mal que hayas coincidido
con la muerte cruenta y triste.
III
Muerte, te llevas a todos,
hasta a los hombres de Dios,
padrecito, te digo adiós,
nos vemos pronto codo a codo.
Calaverita para un barco (Juan Ortiz)
I
La madera tiene vida,
yo amé a mi barca blanca,
navegaba en la mañana,
en el lago iba y venía.
II
La cuidé como aun gatito,
la limpiaba, la pintaba,
pero eso no bastaba,
no ayudó ni un poquitico.
III
La Calaca la quería
para irse a navegar,
y con ella encontrar
tesoros en la otra vida.
IV
Ayer fui temprano a verla
donde siempre la dejaba,
y mi barca desmembrada,
en el suelo yacía muerta.
Calaverita para un conserje o portero de escuela (Juan Ortiz)
I
Eras parte de la escuela,
nos cuidabas con cariño,
a cada niña, cada niño,
desde el aula hasta la acera.
II
Tu saludo, una sonrisa,
“Bienvenidos, adelante”,
nos decías, bien campante
con tu barba blanca y lisa.
III
Pero hoy la escuela llora,
ya tú no estás en la puerta,
vino la Calaca puerca
y tocó tu cantimplora.
IV
El plantel no será el mismo,
mi amiguito, mi portero,
hoy abundan muchos “peros”,
y en el pecho hay como un sismo.
A la escuela derrumbada (Juan Ortiz)
I
Ay Calaca, hasta las piedras,
hasta a esas matas tú,
vienes a robar la luz
y a sembrar tus tristes hiedras.
II
Te vi ayer sobre la escuela,
en sus muros derrumbados,
en espacios tan amados,
ahora tristes en tus suelas.
III
¿Por qué no cuidarla a ella?
¿Por qué no echarle una mano?
Sí hay gente cruel, hermano,
tumbaron mi escuela bella.
IV
Está contenta la Huesuda,
se llevó a mi amada escuela,
vuela alto, vuela, vuela,
se quedó mi infancia viuda.
Calaverita del que no se ha bañado (Juan Ortiz)
Ay Huesuda, no me lleves,
porque no me he bañado,
quiero irme bien aseado,
yo te aviso cuando puedes.
Calaverita al vago (Juan Ortiz)
La Calaca lo llevó,
y al otro día se lo trajo,
le dijo: “busca un trabajo,
¡vagos no soporto yo!”.
Calaverita tamalera (Juan Ortiz)
La Huesuda llegó a casa
y yo le invité un tamal,
“Mira tú, que no está mal”,
dijo ella y comió la masa.
“Bien de sal, y bien de grasa,
por hoy te me has salvado,
mañana vuelvo por asado,
burritos y guacamole,
y no olvides el atole”,
me dijo y quedé asombrado.
Calaverita dulcera (Juan Ortiz)
I
La Huesuda le llegó
cuando él tenía una fiesta,
el hombre le dio la cesta
de los dulces, y comió.
II
La Calaca luego pidió
chocolates y gaseosas,
“¿Sabes cómo son las cosas?,
me gustan las golosinas,
¡te salvaste de mis ruinas!”,
dijo, y yo, pues, le di rosas.
Calaverita para una enfermera (Juan Ortiz)
I
Buena eras, de nobles gestos,
enfermera sin igual,
quien se quería curar
se acercaba hasta tu puesto.
II
Tus manos bondadosas
curaban todo mal,
en la herida eran la sal,
herramientas cuidadosas.
III
¿Adónde irá ahora la gente?,
¿quién le curará sus males?,
Si han venido los chacales
y te han llevado a la Muerte.
IV
Ay, querida,
enfermera milagrosa,
retorna, vuelve poderosa,
ven aquí hasta tu pueblo,
vence a la Calaca en su sueño,
te esperamos todavía.
Calaverita a una bruja buena (Juan Ortiz)
I
“Las brujas son todas malas”,
dicen muchos por las calles,
no conocieron los detalles
de tu vida, de tus alas.
II
Eras tú la cura dolores,
brujita pura de magia blanca,
con las plumas y las ancas
sanabas hasta tumores.
III
A ti iban con temblores
los viejitos del poblado,
regresaban renovados
por tus muy buenas labores.
IV
Quizá por eso la Huesuda
te llevó hace unos días,
pues sabía tu valía,
no soportaba tu fortuna.
Calaverita para una viejita frutera (Juan Ortiz)
I
“Llévelas, dulces, dulcitas,
llévelas frescas ahorita
que luego no las encuentra
tan baratas y suculentas”,
te escuchaba mi viejita
en las mañanas del mercado
al pasarte por el lado,
siempre atenta y muy bonita.
II
Qué sorpresa me llevé
el domingo bien temprano
fui a tu puesto con mi hermano
a comprar frutas y té,
y me dijeron: “Se nos fue”;
y quedé allí devastado.
III
Comprar frutas no es lo mismo
sin tu voz, mi viejecita,
y mi corazón se agita,
mi alma llora en un abismo.
Ay, Calaca, Calaquita,
ella era un ser distinto.
Calaverita para un pescador (Juan Ortiz)
I
Mil ballenas, tiburones,
toneladas de pescados
fueron los triunfos logrados
por él con sus arpones.
II
Pescador experto era,
joven, ágil, muy risueño,
pero la Muerte le robó el sueño
cual mezquina y cruenta fiera.
III
Hoy le lloran en la playa,
los barcos no van al mar,
de tristeza perdió la sal
su sabor, y la atarraya
se niega a irse a pescar.
IV
Ay, noble pescador,
se fue la luz del jacal,
nadie esperó este mal
de la Calaca, qué dolor.
Calaverita para un albañil (Juan Ortiz)
I
Cada casa de este sitio
conoció tus arduas manos,
fuiste tú con tus hermanos
hacedor de mil oficios.
II
Fueron millones de tabiques,
paredes: cientos, miles, muchas,
fuiste tú con tus carruchas,
maestro de obra, gran cacique.
III
¿Quién pondrá el techo a mi casa?,
si no es él, yo no lo quiero,
quiero a nuestro maestro güero,
pero se lo llevó la Calaca.
IV
Sin techo se queda mi casa,
mi pueblo se queda sin él,
oh, Huesuda, muerte cruel,
devuelve al hombre su brasa.
El COVID se llevó a un amigo
I
Él venía del trabajo,
caminando por la acera,
y una tos potente, fiera,
le hizo venirse abajo.
II
Mi amigo era deportista,
hombre atleta, bien cuidado,
¿quién lo habría imaginado?
la Huesuda cerró su vista.
III
No pasaron cinco días
y dejó de respirar,
ay, qué virus tan fatal,
viene y roba la alegría.
IV
Te recuerdo, amigo mío,
aquí llorando tu partida,
te recuerdo alegre, en vida,
con el pecho en gran vacío.
El COVID y la abuela
I
Mi abuelita era una artista,
pintaba cuadros de colores,
atrapaba el frío y los olores
en sus lienzos de amatista.
II
Sobrevivió las grandes guerras,
la primera y la segunda,
fue también mujer fecunda,
nueve hijos trajo a tierra.
III
Tuvo polio, hepatitis,
sufrió cáncer uterino,
mucho mal le sobrevino,
hasta padeció de artritis.
IV
Pero la vieja era aguerrida,
y logró sobreponerse,
pero el COVID logró meterse
y acabar con su longeva vida.
V
Ay, mi viejita pintora,
mi abuelita bella, del alma,
los arcángeles me den calma,
¿quién me pintará ahora?
El COVID y la escuela
I
Cuando menos lo pensaba,
lo impensado pasó,
mi escuelita murió,
se la llevó la Calaca.
II
“Que la escuela es de pared,
de tabiques y concreto,
y eso no es ningún secreto,
¿cómo dice eso usted?
III
Me interrogan sin saber
que mi escuela estaba viva,
alegre, sí, y pensativa
por albergar nuestro ser.
IV
Entonces, sí, sí puede ser,
los niños eran su alma,
su luz, alegría y calma,
pero la vi fallecer.
V
El COVID nos separó,
nos alejó de sus espacios,
adiós sus aulas, palacios,
donde el saber creció.
VI
Esta calavera escribo,
pa decirle a la Calaca
que del corazón no saca
a mi escuela, así suscribo.
A la escuela abandonada (Juan Ortiz)
I
Fuiste para mí un hogar,
a ti iba cuando niño,
recibías con cariño,
como el pez que llega al mar.
II
Me encantaba jugar
en el parque, en los pasillos,
con los otros cazar grillos,
y en las tardes dibujar.
III
Las maestras enseñaban
castellano, geografía,
también caligrafía,
en todo nos guiaban.
IV
Triste, triste fue pasar,
y verte allí, abandonada,
la Calaca muy malvada
te mandó a olvidar.
V
La Huesuda te mató,
te llenó con su olvido,
yo no olvido lo vivido,
te recuerdo con amor.
Accidente en la curva (Juan Ortiz)
I
Iba el hombre con su esposa,
con sus hijos y su suegra,
y vino la Muerte hiedra
y los llevó a la fosa.
II
La Calaca cruel tendió
una trampa en el camino,
en una curva, y el destino
al final lo permitió.
III
Se fueron todos con ella,
la Huesuda desgraciada,
nadie aquello se esperaba,
adiós familia linda y bella.
IV
Esta calaverita es
para que tomen conciencia,
al manejar tener diligencia,
ir un paso a la vez.