Neuropsicología

Cortisol: funciones, síntesis y mecanismo de acción


El cortisol es una hormona glucocorticoide producida por la glándula suprarrenal. Sus implicaciones en el organismo son múltiples y su función principal consiste en incrementar el nivel de azúcar en sangre y ayudar al metabolismo de grasas. Así mismo, tiene un papel especialmente relevante en los estados de estrés, convirtiéndose en la hormona que más liberamos en estas situaciones.

Aunque tengas un alto nivel de estrés, puedes tener un tratamiento adecuado, controlar el cortisol en sangre y disminuir sus efectos. Si actúas para combatirlo podrás evitar sus consecuencias negativas.

En este artículo explicaremos cuáles son las características del cortisol, qué papel juega un cortisol alto en el funcionamiento del organismo, sus causas y qué podemos hacer para conseguir que su nivel sea bajo y beneficiar nuestra salud física y mental.

Índice del artículo

¿Qué es el cortisol?

El cortisol, también conocido con el nombre de hidrocortisona, es una hormona de nuestro organismo. Específicamente, consta de una hormona glucocorticoide, es decir, es una de las hormonas que se encargan de la regulación del metabolismo de carbohidratos favoreciendo la gluconeogénesis y suprimiendo la actividad del sistema inmunológico.

Funciones

El cortisol es una hormona que todas las personas segregamos y que necesitamos para el correcto funcionamiento del organismo. De hecho, esta hormona realiza funciones reguladoras en el cuerpo que son de vital importancia.

Metabolismo de la glucosa y regulación del azúcar

Especialmente, juega un papel clave en el metabolismo de la glucosa y en la regulación del azúcar en sangre.

Tal y como se constató en la Universidad Estatal de Colorado, el cortisol estimula la producción de glucosa en el hígado, mueve aminoácidos específicos de los tejidos al hígado para ser utilizados en la producción de glucosa para alimentar las células del cuerpo.

Detiene la absorción de glucosa

Así mismo, el cortisol es la hormona que permite detener la absorción de glucosa cuando se necesita su conservación para la supervivencia y es capaz de empezar la ruptura de grasas en las células para la producción de energía.

Dicho de otra forma, la función principal de cortisol consiste en extraer de los alimentos ingeridos la energía necesaria para poder funcionar adecuadamente.

Así pues, si el cortisol no circulara por nuestra sangre, no podríamos producir glucosa, por lo que las células de nuestro cuerpo no podrían ser alimentadas, nuestros tejidos no se beneficiarían de las sustancias ingeridas y por mucho que comiésemos no nos nutriríamos.

Por lo tanto, el cortisol juega un papel fundamental en el correcto desarrollo de nuestro cuerpo porque permite transformar los nutrientes que ingerimos en alimento para los tejidos.

Regulación de la presión sanguínea

Así mismo, el cortisol también juega un papel muy importante en la regulación de la presión sanguínea. Tal y como demostró un estudio publicado en la revista “Hipertensión”, los niveles de cortisol regulan los niveles de presión sanguínea.

De este modo, niveles elevados de cortisol se relacionan con niveles elevados de presión sanguínea, niveles bajos de cortisol con niveles bajos de presión sanguínea y niveles óptimos de cortisol con una buena circulación de la sangre en nuestro organismo.

Este hecho ha motivado muchas investigaciones que han demostrado como un liberación de cortisol excesivamente alta puede producir fácilmente hipertensión, por lo que una liberación óptima de esta hormona en nuestro organismo es importante para la salud física.

Otras

Otras funciones importantes del cortisol en el organismo son los siguientes:

  • Ayuda a la homeostasis del agua y los electrólitos (unas pequeñas sustancias que contienen los iones).
  • Incrementa el nivel de azúcar en la sangre a través de la gluconeogénesis (proceso mediante el cual el cortisol sintetiza la glucosa).
  • Suprime la acción del sistema inmunitario.
  • Disminuye la formación ósea.

Síntesis

Como todas las hormonas, el cortisol es secretada en una zona particular del cuerpo, la cual se encarga de su producción. Concretamente, el cortisol es secretado por la zona reticular y almacenado en la zona fascicular de la corteza suprarrenal, la parte más exterior de la glándula suprarrenal situada en los riñones.

Al mismo tiempo, la liberación de cortisol por parte de la glándula suprarrenal está controlada por el hipotálamo, una región específica del cerebro humano.

Esta conexión entre la glándula suprarrenal y el hipotálamo es de vital importancia para entender adecuadamente la relación entre el cerebro y el cuerpo humano, dos estructuras que se retroalimentan continuamente.

De este modo, ante situaciones de estrés, el hipotálamo se activa debido al nerviosismo y a las exigencias externas a las que está siendo sometido el cerebro. Al activarse el hipotálamo, este estimula la glándula suprarrenal, e incentiva la secreción de cortisol, motivo por el cual este se libera en mayor cantidad cuando estamos ansiosos.

Puede parecer extraño como una parte del cerebro puede activar de forma tan inmediata una región de los riñones cuando estamos sometidos a estados de estrés.

Evidentemente, el funcionamiento del organismo humano es muy complejo, y la conexión entre hipotálamo y glándula suprarrenal, entre cerebro y riñón, no está unida por una mágica vía directa de intercambio de información.

Mecanismo de acción

El camino que debe hacer el mensaje de “estoy estresado” para que este salga del cerebro y llegue al riñón es un poco más largo y complejo.

El hipotálamo, ante situaciones de estrés, segrega un hormona llamada hormona liberadora de corticotropina (CRH). Esta hormona es liberada en nuestro cerebro (hipotálamo) y es conducida a través de la sangre hasta la hipófisis, una glándula endocrina situada en la base del cráneo.

Al llegar la hormona liberadora de corticotropina a la hipófisis, esta libera de inmediato otra hormona, la hormona suprarrenal corticotropina (ACTH). Esta segunda hormona sale de la hipófisis y es transportada a través de la sangre hasta la corteza suprarrenal.

Cuando esta hormona llega al riñón, se estimula la secreción de glucocorticoides, por lo que el cerebro ya ha conseguido conectar con el riñón para que este libere más cortisol en nuestro organismo.

De este modo, podemos observar una relación entre los niveles de cortisol y los estados de estrés, la cual se produce a través de una cascada de liberación de hormonas que empieza en el cerebro y termina en el riñón.

Cortisol alto

El cortisol realiza acciones muy importantes para el correcto funcionamiento del organismo humano. Sin embargo, esto no significa que cuanto más cortisol tengamos más beneficios tendrá nuestro cuerpo.

Como todas las hormonas, su exceso puede ser tan negativo como su ausencia, ya que puede alterar el funcionamiento de procesos del organismo tan importantes como los que acabamos de comentar.

Así mismo, si analizamos las acciones del cortisol podemos ver cómo algunas de ellas pueden ser perjudiciales si se realizan en exceso.

No nos interesa que la presión sanguínea esté excesivamente alta, ni que se suprima constantemente la acción del sistema inmunitario o se disminuya la formación ósea de forma constante.

De este modo, el cortisol es una hormona totalmente imprescindible en ciertos momentos, especialmente en esos en los que el cuerpo necesita metabolizar glucosa para alimentar los tejidos.

Sin embargo, el cuerpo no necesita realizar este proceso de forma continua, por lo que habrá momentos en los que será conveniente poseer niveles elevados de cortisol y momentos en los que será conveniente que estos disminuyan.

Cortisol y cerebro

Como hemos comentado, en situaciones de estrés, la glándula suprarrenal y el hipotálamo se conectan mediante una cascada de hormonas. De este modo, cuando vivimos un situación de estrés, nuestro cerebro envía señales a nuestro riñón para que este aumente la liberación de cortisol.

Por lo tanto, cuando estamos estresados hay mayores cantidades de cortisol circulando por la sangre de nuestro organismo.

El cuerpo humano no realiza este proceso en vano, ya que la mayor liberación de cortisol tiene un valor adaptativo, es decir, nuestro cerebro decide decirle a nuestros riñones que aumenten la liberación de cortisol para cumplir un objetivo.

Este objetivo se relaciona con la reacción primaria de los seres humanos a situaciones estresantes que requieren un aumento de ansiedad y activación.

De este modo, nuestra mente percibe las situaciones estresantes como momentos de emergencia en los que nuestro cuerpo tiene que estar más activado para poder responder con eficacia.

Ejemplo

Algunos ejemplos serían la ansiedad que aparece ante la amenaza de un peligro real, en el que nuestro cuerpo se prepara para tener la energía necesaria para poder responder eficazmente ante dicha amenaza.

Sin embargo, esta función adaptativa de nuestro cuerpo funciona adecuadamente en momentos puntuales de ansiedad, en los que el cuerpo se activa más de lo normal durante un periodo determinado de tiempo, pero vuelve a su normalidad cuando la amenaza ha desaparecido.

Ante estas situaciones, la mayor liberación de cortisol se realiza durante un periodo corto de estrés (mientras dura el estado de nerviosismo) y se restablece cuando la ansiedad ha desaparecido.

Liberación contínua de cortisol

No obstante, el término de estrés no hace referencia a estados puntuales de ansiedad, sino más bien todo lo contrario. El estrés se entiende como un estado permanente y prologando en el tiempo de ansiedad, nerviosismo y agitación.

Por lo tanto, cuando estamos estresados, la liberación de cortisol se incrementa de forma continua, por lo que sus niveles van aumentando y no vuelven a su estado inicial.

De este modo, ante el estrés, nuestro cerebro interpreta la existencia de una amenaza constante, por lo que la glándula suprarrenal libera cortisol de forma continua para proporcionar en todo momento la energía necesaria al cuerpo.

Sin embargo, realmente, en muchos momentos de estrés nuestro cuerpo no necesita un incremento de energía ya que no existe una amenaza real. Así pues, el cuerpo empieza a producir grandes cantidades de cortisol sin ningún motivo físico real, por lo que la hormona empieza a perjudicar nuestro organismo.

Consecuencias del cortisol alto

El exceso de cortisol en sangre produce efectos negativos como la elevación exagerada de azúcar en sangre, el aumento de la presión arterial, la osteoporosis, la producción excesiva de vello o la generación de estrías en la piel del abdomen.

Así mismo, niveles elevados de cortisol pueden provocar retención de agua en los párpados, debilidad muscular, aumento de peso en el tronco y agotamiento físico.

Por lo tanto, el estrés no solo daña la salud mental, sino que también puede dañar la salud física de una forma directa a través de la acción del cortisol.

¿Cómo podemos disminuir el cortisol?

El cortisol es una hormona que actúa según las necesidades de nuestro cuerpo, por lo que se puede regular su producción a través de ciertas conductas. Como hemos visto, niveles elevados de cortisol acarrean grandes problemas físicos, por lo que para disminuir tendremos que aumentar el cuidado de nuestro cuerpo.

Así pues, del mismo modo que ciertas conductas pueden convertirse en desfavorables para la salud a través del aumento de cortisol, otras pueden convertirse en conductas saludables que permitirán disminuirlo.

Existe una gran variedad de hipótesis sobre factores que pueden influir en la producción de cortisol, sin embargo, las más importantes puede dividirse en tres grandes grupos.

Evitar el estrés

Evidentemente, tal y como hemos visto a lo largo del artículo, si estás estresado tus niveles de cortisol aumentarán, por lo que si no lo estás protegerás más tu cuerpo del incremento de esta hormona. Así pues, es importante evitar el estrés así como atajarlo a tiempo cuando este empieza a aparecer.

Procura llenar tu agenda con una cantidad de actividades que puedas realizar de forma saludable sin excederte, invierte un rato cada día en hacer cosas que te gusten, organízate bien y realiza ejercicios de relajación o meditación cuando la ansiedad se apodere de ti.

Comer saludablemente

El cortisol juega un papel fundamental en la metabolización de los alimentos por lo que estos también son importantes a la hora de predecir el funcionamiento de esta hormona.

Intenta no abusar de los productos que contienen grandes cantidades de cafeína, reduce la cantidad de comidas procesadas, modera el consumo de carbohidratos refinados como el pan blanco, el chocolate o los dulces, e hidrátate bien durante el día.

Hacer ejercicio

Una investigación de “The Journal of the International Society of Sports Nutrition” demostró que la práctica de actividad física permite reducir los niveles de cortisol en sangre. No obstante, también se demostró que el ejercicio físico excesivamente intenso o duradero producía un efecto contrario y lo aumentaba.

De este modo, para disminuir los niveles de cortisol se recomienda realizar ejercicio de forma regular pero sin exceder los 45 minutos de entrenamiento.

Referencias

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