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20 poemas de soledad originales y clásicos


La soledad es disfrutada por unas personas y detestada por otras. Algunas personas necesitan estar solas y buscan estar alejadas de los demás. Otras necesitan de los demás para sentirse tranquilas y felices.

En los siguientes poemas de soledad podrás observar las reflexiones que hicieron sobre este tema poetas clásicos como Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Mario Benedetti, John Keats, Edgar Allan Poe, Rosalía de Castro, entre otros. Además, podrás reflexionar con los poemas originales de nuestro autor.

Poemas de soledad de autores clásicos

“La soledad” (Juan Ramón Jiménez)

En ti estás todo, mar, y sin embargo,

¡qué sin ti estás, qué solo,

qué lejos, siempre, de ti mismo!

 

Abierto en mil heridas, cada instante,

cual mi frente,

tus olas van, como mis pensamientos,

y vienen, van y vienen,

besándose, apartándose,

en un eterno conocerse,

mar, y desconocerse.

 

Eres tú, y no lo sabes,

tu corazón te late y no lo siente…

¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!

  • Reflexión: el poeta humaniza al mar y en esa trasformación le atribuye soledad a cada elemento marino que es poetizado.

“Yo no tengo soledad” (Gabriela Mistral)

Es la noche desamparo

de las sierras hasta el mar.

Pero yo, la que te mece,

¡yo no tengo soledad!

es el cielo desamparo

si la luna cae al mar.

 

Pero yo, la que te estrecha,

¡yo no tengo soledad!

es el mundo desamparo

y la carne triste va.

Pero yo, la que te oprime,

¡yo no tengo soledad!

  • Reflexión: el poema expresa la soledad de la noche y lo desierto del mundo, pero que siempre hay alguien en quien encontrar refugio.

“Cava memorias” (Mario Benedetti)

La soledad es un oasis

está en litigio

no tiene sombra

y es puro hueso

la soledad es un oasis

no hace señales

pesa en la noche

lo ignora todo

la soledad no olvida nada

cava memorias

está desnuda

se encierra sola

  • Reflexión: el poema expresa lo que se puede recordar estando en soledad.

“A la soledad” (Francisco Sosa Escalante)

Tregua buscando al anhelar que siento

a ti un refugio, soledad, te pido;

rueden mis horas en quietud y olvido,

halle descanso en ti mi pensamiento.

 

Los que gozan de dicha y de contento

disfrutando el amor de un sér querido,

los que felices son, entre el rüido

del mundo, vivirán sin mi tormento.

 

Mas yo que miro conjurarse airadas

las penas todas contra el alma mía,

busco tus horas tristes y calladas.

 

Amable soledad, oculta pía

mis lágrimas que corren desbordadas;

que de ellas nadie por mi mal se ría.

  • Reflexión: el poema habla sobre alguien que está muy solo y aislado, viendo de lejos la felicidad de los demás.

“Soledad” (Jaime Torres Bodet)

Si das un paso más te quedas sola…

En el umbral de un tiempo

que no es el tuyo aún y no es ya el mío.

 

Sobre el primer peldaño

de una escalera rápida que nadie

podrá jamás decir si baja o sube.

 

En el principio de una primavera

que, para tu patético hemisferio,

nunca resultará

sino el reverso casto de un otoño…

 

Porque la frágil hora

en que tu pie se apoya es un espejo,

si das un paso más te quedas sola.

  • Reflexión: el poema señala a alguien que si se aleja perderá mucho y quedará en soledad.

A la Soledad (John Keats)

¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir,

que no sea en el desordenado sufrir

de turbias y sombrías moradas,

subamos juntos la escalera empinada;

observatorio de la naturaleza,

contemplando del valle su delicadeza,

sus floridas laderas,

su río cristalino corriendo;

permitid que vigile, soñoliento,

bajo el tejado de verdes ramas,

donde los ciervos pasan como ráfagas,

agitando a las abejas en sus campanas.

 

Pero, aunque con placer imagino

estas dulces escenas contigo,

el suave conversar de una mente,

cuyas palabras son imágenes inocentes,

es el placer de mi alma; y sin duda debe ser

el mayor gozo de la humanidad,

soñar que tu raza pueda sufrir

por dos espíritus que juntos deciden huir.

  • Reflexión: el poema representa el anhelo de que estar solo no sea algo triste, sino poder con ella observar cosas buenas y hermosas para reflexionar.

“Solo” (Edgar Allan Poe)

Desde el tiempo de mi infancia no he sido

como otros eran, no he visto

como otros veían, no pude traer

mis pasiones de una simple primavera.

 

De la misma fuente no he tomado

mi pesar, no podría despertar

mi corazón al júbilo con el mismo tono;

y todo lo que amé, lo amé Solo.

 

Entonces —en mi infancia— en el alba

de la vida más tempestuosa, se sacó

de cada profundidad de lo bueno y lo malo

el misterio que todavía me ata:

del torrente, o la fuente,

del risco rojo de la montaña,

Del sol que giraba a mí alrededor

en su otoño teñido de oro,

del rayo en el cielo

cuando pasaba volando cerca de mí,

del trueno y la tormenta,

y la nube que tomó la forma

(Cuando el resto del Cielo era azul)

de un demonio ante mi vista.

  • Reflexión: el poema expresa sentimientos y vivencias de alguien que creció solo.

“Soledad” (Ella Wheeler Wilcox)

Ríe, y el mundo ríe contigo:

llora, y llorarás solo.

Lo que la triste vieja tierra debe prestar es alegría

pero ella misma tiene suficientes problemas.

 

Canta, y las colinas te contestarán;

suspira, y se perderá en el aire.

Los ecos rebotan en un alegre sonido,

pero se encogen sin considerar la voz.

 

Alégrate, y los hombres te buscarán:

aflígete, y ellos darán la vuelta y se irán.

Ellos quieren por completo tu placer entero,

pero no necesitan tu infortunio.

 

Muéstrate feliz y muchos serán tus amigos;

muéstrate triste y los perderás a todos.

No hay nadie que decline tu néctar de vino,

pero debes beber la hiel de la vida en soledad.

 

Festeja, y tus salones estarán repletos,

ayuna, y el mundo te ignorará.

Ten éxito y da, y eso te ayuda a vivir,

pero nadie puede ayudarte a morir.

 

Hay espacio en los salones del placer

para un largo y digno tren,

Pero uno por uno todos tenemos que desfilar

por los estrechos pasillos del dolor.

  • Reflexión: el poema habla sobre la realidad que se vive cuando pasas por malos momentos en los que nadie te acompaña y terminas solo.

“Desde la soledad” (Carlos Bousoño)

Desde aquí, solitario, sin ti, te escribo ahora.

Estoy sin ti y tu vida de mi vivir se adueña.

Yo quisiera decirte que en mi pupila mora

tu figurita tan leve como la luz pequeña.

 

Nunca supe decirte cómo tu amor es mío,

cómo yo no he mirado la realidad por verte,

y cómo al contemplarte yo me sentí vacío,

y cuánto yo he querido ser para merecerte.

 

Y cuánto yo he querido ser alcanzar, porque fuese

tu mirada orgullosa de haberme amado un día;

de haberse detenido sobre mí, sobre ese

corazón tan menudo que nadie lo veía.

 

Corazón tan menudo que tanto has conocido

en su mínimo acento que tu presencia nombra,

y que es dentro del pecho como un leve quejido,

como una mano leve que arañase una sombra.

  • Reflexión: el poema es dedicado a alguien que ya no está.

“Soledad” (Rosalía de Castro)

Un manso río, una vereda estrecha,

un campo solitario y un pinar,

y el viejo puente rústico y sencillo

completando tan grata soledad.

 

¿Qué es soledad? Para llenar el mundo

basta a veces un solo pensamiento.

Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras

el puente, el río y el pinar desiertos.

 

No son nube ni flor los que enamoran;

eres tú, corazón, triste o dichoso,

ya del dolor y del placer el árbitro,

quien seca el mar y hace habitable el polo.

  • Reflexión: el poema describe la soledad.

Poemas sobre la soledad originales

“Yo no quepo en ti, soledad” (Juan Ortiz)

Yo no quepo en ti, soledad,

en tus espacios vacíos debajo de los ríos,

detrás del mar,

en el borde invisible de la noche,

si me buscas allí,

en tus vísceras,

no estoy.

 

Quepo donde la luz abunda

como un cristal ajeno a las partículas oscuras,

en lo blando del barco cuando le ama la sal,

en la palma de la ranchería,

en el ala del alcatraz,

en la sonrisa infante planeando el papalote,

del crío que ve a su madre,

quepo donde se podría decir que habrá vida,

por eso,

soledad,

si me buscas en ti,

no estoy.

  • Reflexión: el poeta se dirige a la soledad y le dice que él no se ve afectado por ella, ni está en los lugares en los que ella habita.

“Soledad de los barcos náufragos” (Juan Ortiz)

Soledad de los barcos náufragos,

dolor de agua de sal,

de piojo caracol,

tú sí que eres ágil para llenar de olvidos

el alma de la madera.

 

Miro al barco en la orilla,

triste,

quebrado en el costillar,

y más que el mal de estar tirado en la orilla sin poder andar,

le descifro en la faz tu uña gris incrustada,

el mordisco en el ala tierna del sueño,

carroñera de los seres libres mar a fondo,

sabes dónde atacar.

 

Soledad de los barcos náufragos,

parca de la teka,

del framire,

del iroko,

yo te sé el afán de ir de a poco

hasta el costillar,

cruenta loba de mar,

segunda muerte de la nave en la que habites.

  • Reflexión: el poema humaniza a los barcos que naufragan y habla cómo la soledad los deteriora más que los agentes naturales. Se da un poder destructivo a la soledad.

“La casa Soledad” (Juan Ortiz)

La casa Soledad parece sola desde la ventana,

su patio amplio le pertenece,

y se sabe porque no hay ni un ave que le vuele,

ni un árbol que le crezca,

es simple como el banco que no está allí,

como el hombre que una vez estuvo detrás de la puerta

y que luego de un respiro,

ya no.

 

La casa Soledad es estrecha en su habitación principal,

tanto como para que nunca quepan un hombre y una mujer juntos;

la alcoba no resiste la palabra amor,

se incendia hasta la ceniza si la siente o la escucha,

y luego resurge como una verruga de concreto,

cuadrada y perfecta,

cuando lame el nombre de la casa.

 

La casa Soledad tiene una sala ajustada en cada letra,

amplia para los suspiros y sollozos,

para el café que suplanta la lágrima,

y el calcetín que siempre sabe perderse solo;

estar allí,

desnudo,

leyendo el periódico que es la vida,

es bueno para desaparecer un rato

y levantarse asustado el algún cuarto por haber visto lo que no se debía.

 

La casa Soledad simula un vacío si la miras por la mirilla de la puerta de enfrente,

es solo que no se puede mirar mucho,

porque uno termina siendo la casa.

  • Reflexión: el poeta poetiza a la soledad humana como si fuera una casa. Se exploran parte de las vivencias habituales de estar solo, incluso el temor.

“Soledad, ¿dónde?” (Juan Ortiz)

Pareciera que sí,

que es posible tocar su nombre

con tan solo ir al cuarto,

cerrar la puerta

y colocar “No molestar” en la manilla.

 

Adentro,

se supone,

se encuentra uno con uno,

el yo definitivo se encarna,

la calma,

pues,

debería ser la reina

porque la soledad,

tras ese ritual,

se ha hecho presente.

 

Pero las cuentas agobian,

desde el centro de donde se piensa,

y desde afuera,

con su látigo verdugo;

ah, y los problemas,

¡las quejas de todos!,

¡la globalización!…

Ni hablar del resto de responsabilidades,

personas que aguardan,

rutinas…

el perro afuera,

el árbol que nos mira y nos culpa,

las cortinas,

¡todo!

¿Soledad? ¡Pamplinas!,

aquí no se está solo ni un día.

  • Reflexión: el poema plantea cómo, en realidad, por más que busquemos, nunca lograremos estar en soledad plenamente.

Te puse ‘Soledad’” (Juan Ortiz)

Te puse “Soledad” porque así te diste,

así te expandiste en cada ala de mi vuelo,

porque a esta sal que duerme en duelo

y a la que llamo vida, nunca más volviste.

  • Reflexión: los versos hablan de un desamor al que el poeta puso por nombre “Soledad” debido al mal que le causó.

“Soledad te quiero sola” (Juan Ortiz)

Soledad te quiero sola,

como el manzano de enfrente,

como la gota de mi frente

que baja rauda de la ola

que da el trabajo inclemente.

 

Soledad, remanente mío

del ser que fui antes de ser,

porque te sé antes de nacer,

antes de cruzar el vientre río,

blanco silencio hecho de hastío.

 

Soledad,

te quiero sola,

si no es así,

no te quiero ver.

  • Reflexión: los versos humanizan a la soledad, y se pide que se presente en su concepto primordial. De no ser así, que no se presente, porque no es ella.

“Tierra, te vendría bien la soledad” (Juan Ortiz)

Tierra, te vendría bien la soledad,

andar desnuda sin aquél que te dio nombre,

desvestirte del lamento que es el hombre,

estar tranquila sin la palabra humanidad.

  • Reflexión: se humaniza a la tierra y se indica que cuánto bien le haría al planeta que la humanidad no hubiese existido.

“Creíste dejarme solo” (Juan Ortiz)

Creíste dejarme solo, sí,

sonreíste bajo la puerta,

te diste media vuelta

y cruzaste gris el jardín.

Pero al irte de mí,

me llegó la soledad,

azul pañuelo de bondad

que me secó el mar en los ojos,

y me dijo: “No estás solo;

junto a ella, sí, es la verdad”.

  • Reflexión: en este poema los versos sirven de desahogo luego de una ruptura. Aquí se indica que la verdadera soledad se daba, en realidad, estando al lado de la persona equivocada.

“Prefiero a la soledad” (Juan Ortiz)

Prefiero a la soledad,

dama blanca, sin caretas,

silenciosa, no indiscreta,

silencio en la oscuridad.

 

Ella sabe que le sé,

que le he visto en este viaje,

se ha subido a mi carruaje,

y en mi mesa toma el té.

 

Prefiero a la soledad,

agua real para mi sed.

  • Reflexión: los versos hablan de aquellas personas que prefieren la soledad antes que la compañía.

“Soledad, mujer del monte” (Juan Ortiz)

Soledad, mujer del monte yermo, sabio, solitario,

dama animal de los presagios

que alberga el vuelo del sinsonte.

 

A ti fue el árido paisaje a encontrarse con el sol,

Soledad,

y en tu crisol se halló a sí mismo,

bendecido,

solo, pero agradecido,

todo señor ardiente del cardón.

  • Reflexión: los versos poetizan al monte y crean un nexo con la soledad por lo árido y solo de sus paisajes.

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