Tronco del encéfalo: funciones, partes y anatomía
El tronco del encéfalo o tallo cerebral es un región cilíndrica del cerebro. Constituye la mayor ruta de comunicación entre el encéfalo y la médula espinal, y está formado por el mesencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo.
Esta estructura cerebral se encarga de controlar múltiples procesos básicos como la respiración, el ritmo cardíaco, el sistema cardiovascular o la percepción de sonidos. En su interior está formado principalmente por sustancia gris y sustancia blanca, y se trata de la parte del encéfalo que se encuentra en una posición más baja y cercana a las cervicales.
El tronco del encéfalo, tal y como su nombre indica, adopta una forma de tronco y se sitúa en la zona inferior del encéfalo.
Encima de él se encuentran regiones como el diencéfalo (formado por el epitálamo, el tálamo, el subtálamo y el hipotálamo), el telencéfalo y el cerebro anterior. Por debajo de él se encuentra la médula espinal, y lateralmente se localiza el cerebelo.
Así pues, el tronco del encéfalo posee una situación anatómica que indica la conexión entre el cerebro y la médula espinal. Todos los impulsos nerviosos enviados por esta última deben pasar por las regiones del tronco encefálico para llegar a las estructuras del encéfalo.
Índice del artículo
- 1 Características del trono del encéfalo
- 2 Partes del tronco del encéfalo: anatomía
- 3 Núcleos del tronco del encéfalo
- 4 Vías de asociación del tronco del encéfalo
- 5 Referencias
Características del trono del encéfalo
El tronco del encéfalo, también conocido como tronco cerebral, tronco encefálico o tallo cerebral es una de las principales estructuras del cerebro. Se trata de la región más subcortical del encéfalo, por lo que es la estructura que conecta de forma directa con la medula espinal y los nervios periféricos.
Las distintas regiones que forman el tronco encefálico presentan características similares: están formados por substancia blanca en la parte externa y presentan islotes de substancia gris esparcidos por toda su superficie.
En la substancia blanca se encuentran miles de fibras nerviosas que viajan por distintas regiones del tronco. Así mismo, estas fibras poseen la especial característica de transportarse tanto hacía otras regiones cerebrales como hacía la médula espinal.
Por lo que respecta la sustancia gris, esta se caracteriza por estar distribuida a través de masas de distintos tamaños por diferentes regiones del tronco del encéfalo. De todas ellas, la más conocida y la más importante es el núcleo rojo del mesencéfalo.
Así mismo, a pesar de que el tronco encefálico se caracteriza por presentar zonas de sustancia gris y sustancia blanca bien delimitadas. También contiene una mezcla de ambas sustancias, la cual recibe el nombre de formación reticular.
Partes del tronco del encéfalo: anatomía
El tronco del encéfalo está anatómicamente compuesto por tres regiones principales: el mesencéfalo, la protuberancia anular y el bulbo raquídeo.
– Mesencéfalo
El mesencéfalo, también conocido como cerebro medio, es la estructura superior del encéfalo y se encarga de unir el puente de Varolio y el cerebelo con el diencéfalo.
El límite de esta región con el puente de varolio está bien definido a través de un surco pontomensencefálico. Así mismo, el límite superior del mesencéfalo está delimitado por las cintillas ópticas.
En medio del mesencéfalo se encuentra el acueducto de Silvio, el cual atraviesa la región troncoencefálica. A través de este acueducto circula el líquido cefalorraquídeo, una sustancia vital para el funcionamiento cerebral.
Dentro del mesencéfalo se encuentra el tectum (techo), una estructura que se localiza en la porción dorsal del mesencéfalo y limita un parte superior, y el tegmentum (tegumento), una porción situada en su base que delimita su parte inferior.
Por otro lado, en el interior del mesencéfalo se encuentran varios núcleos que controlan los movimientos oculares. Estos son: la sustancia gris periacueductal, el núcleo rojo y la sustancia negra.
Las funciones principales de esta estructura consiste en conducir los impulsos motores desde la corteza cerebral hasta el puente de Varolio. Así como transportar estímulos sensitivos desde la médula espinal hasta el tálamo.
Concretamente, los tubérculos cuadrigéminos de las zonas superiores coordinan los movimientos de los globos oculares a través de los estímulos visuales percibidos. Los tubérculos cuadrigémino de las zonas inferiores coordinan los movimientos de la cabeza y tronco a través de la percepción de estímulos auditivos.
Es decir, el mesencéfalo realiza funciones de transmisión de información de forma bidireccional: del encéfalo al puente de Varolio y de la médula al encéfalo. Anatómicamente, el mesencéfalo consta de cuatro caras distintas: la anterior, las laterales y la posterior.
Cara anterior
En esta región se observa una depresión profunda conocida como fosa interpeduncular. Limita a cada lado a través del pedúnculo cerebral y constituye un espacio triangular.
Está formada por el quiasma óptico y las cintillas ópticas. En la parte anterior de la fosa se encuentra también el tuber cinerum, y en la región posterior contiene una zona perforada por pequeños vasos sanguíneos.
En la cara anterior del mesencéfalo se encuentra también el origen del nervio motor ocular común, el cual corresponde al tercer par craneal.
Caras laterales
El mesencéfalo contiene dos caras laterales, una a la izquierda y otra en la derecha. A través de estas zonas ascienden los brazos conjuntivales superior e inferior.
El brazo conjuntival superior se encarga de conectar el tubérculo cuadrigémino anterior con el cuerpo geniculado lateral y la cintilla óptica. Por su parte, el brazo conjuntival inferior conecta los tubérculos cuadrigéminos inferiores con el cuerpo geniculado medial.
Cara posterior
En la región posterior del mesencéfalo se encuentran los tubérculos cuadrigéminos, unas eminencias redondeadas que están divididas en pares anteriores y posteriores. Se dividen a través del surco cruciforme y tienen su origen en el nervio patético.
– Protuberancia anular
La protuberancia anular, también conocida como puente troncoencefálico o puente de Varolio, constituye la porción del tronco del encéfalo que se ubica entre el mesencéfalo y el bulbo raquídeo.
De este modo, conforma la parte medial del tronco encefálico y tiene como función principal conectar sus otras dos regiones: el mesencéfalo con el bulbo raquídeo.
La protuberancia es el segmento más prominente del tronco del encéfalo. En su núcleo contiene la formación reticular (masa formada por sustancia blanca y sustancia gris) e incluye núcleos importantes para la regulación del sueño y los procesos de alerta
Se separa inferiormente del bulbo raquídeo por el surco bulboprotuberancial, y superiormente del mesencéfalo por el surco pontomesencefálico.
La cara anterior de la protuberancia se caracteriza por poseer múltiples fibras transversales que convergen hacia los lados y se encargan de formar los pedúnculos cerebelosos.
En la zona medial de la protuberancia se encuentra un surco poco profundo que contiene la arteria basilar. Finalmente, en la cara anterolateral se observa el nervio trigémino.
La superficie superior de la protuberancia forma parte del suelo del cuarto ventrículo. Limita hacia afuera por los pedúnculos cerebelosos y presenta una eminencia alargada.
– Bulbo raquídeo
El bulbo raquídeo o médula oblonga es la región más inferior del tronco del encéfalo. Encima de él se encuentra la protuberancia anular y debajo se halla la médula espinal.
De este forma, el bulo raquídeo constituye la última región (por abajo) del encéfalo. Esta estructura se caracteriza por estar en contacto directo con la médula espinal, por lo que resulta una estructura clave para comunicar el cerebro con el cuerpo.
Presenta una forma de cono truncado y sus funciones incluyen la transmisión de múltiples impulsos nerviosos. Concretamente, el bulbo raquídeo controla funciones como la regulación de los jugos digestivos, la tos, el vómito, el estornudo, la deglución, la presión arterial o la respiración.
De hecho, la lesión del bulbo raquídeo causa la muerte de forma inmediata en la persona por paro cardíaco y/o respiratorio.
El bulbo raquídeo limita con la médula espinal a través de la decusación de las pirámides y con la protuberancia anular mediante le surco bulboprotuberancial. Mientras la delimitación con esta última es neta y observable, el límite con la médula espinal resulta confuso y poco visible.
Por lo que respecta su estructura, consta de tres caras principales: la cara anterior, la cara lateral y la cara posterior.
Cara anterior
En esta zona, el bulbo raquídeo contiene un surco longitudinal que conecta de forma directa con el surco medio anterior de la medula espinal y termina en una zona conocida como caecum o agujero ciego.
En los lados de este surco se observan dos relieves: las pirámides. Estas regiones constituyen la vía piramidal que permite el intercambio de fibras nerviosas entre el encéfalo y la medula espinal.
Cara lateral
Esta cara del bulbo raquídeo empieza a partir del nervio hipoglos. Contiene la oliva bulbar y el nervio glosofaríngeo perteneciente al noveno par craneal, el nervio vago referente al décimo par craneal y el nervio accesorio del undécimo par craneal.
Cara posterior
La cara posterior presenta un surco conocido como surco medio posterior, el cual está dividido por otro pequeño surco en cordón de Goll.
Núcleos del tronco del encéfalo
A parte de las tres regiones principales que constituyen el tronco del encéfalo, este puede subdividirse en función de tres núcleos diferentes: los núcleos somatomotores, los núcleos somatosensitivos y los núcleos visceromoteres.
Núcleos somatomotores
Los núcleos somatomotores se encargan de recoger información somática de la médula espinal e iniciar procesos relacionados con el movimiento. Concretamente, estos núcleos presentan una columna dorsal y una columna ventral.
- La columna dorsal se encuentra en la línea media y se encarga de la intervención motora de los músculos motores extrínsecos del ojo. Incluye el nervio oculomotor, el nervio patético, el nervio ocular externo y el nervio hipogloso mayor.
- La columna ventral está ubicada por fuera y hacía la zona delantera. Contiene el motor del trigémino que desempeña las funciones de masticación; el nervio facial que controla los músculos de la cara; el nervio ambiguo que constituye el origen de las fibras somatomotoras y el nervio espinal.
Núcleos somatosensitivos
Estos núcleos realizan la importante función de recoger información sensitiva del cuerpo para regular los procesos mentales pertenecientes.
La columna dorsal de los núcleos somatosensitivos posee los núcleos estatoacústicos que se encuentran relacionados con el equilibrio corporal y la integración de la percepción de estímulos auditivos.
Así mismo, contiene el núcleo del fascículo solitario que desempeña actividades perceptivas del sentido del gusto, y en la columna ventral presenta el núcleo trigémino, el cual se extiende a lo largo de todo el tronco del encéfalo.
Núcleos visceromotores
Estos últimos núcleos forman una última columna en el tronco del encéfalo y se caracterizan por realizar distintitas actividades relacionadas con el funcionamiento del ojo. Los núcleos visceromotores incluyen:
- Los núcleos de la motilidad intrínseca del ojo que están constituidos por al núcleo mediano de Perlia que se encargan de converger la mirada y los núcleos de Edinger que permiten la acomodación y la contracción pupilar.
- El núcleo lacrimomuconasal constituido por fibras que se suman a las del séptimo par craneal y regulan la secreción lagrimal y la mucosa de las fosas nasales.
- Los núcleos salivales que intervienen en la glándula submaxilar y sublingual (núcleo superior) e inervan a la glándula parótida (núcleo inferior).
- El núcleo cardioneumontérico que posee el origen de las fibras cardíacas, respiratorias y digestivas.
- Los núcleos vescerosensisitos que corresponden a la ala gris del cuarto ventrículo.
Vías de asociación del tronco del encéfalo
Finalmente, la conexión entre las fibras de los núcleos del tronco del encéfalo, permiten delimitar la existencia de distintas vías de asociación. Principalmente, existen dos tipos de vías que determinan el funcionamiento de esta área cerebral. Estas son:
Cintilla longitudinal posterior
Esta primera vía comprende las fibras que van desde el extremo del acueducto de Silvio hasta la médula cervical. Está especialmente relacionado con el control de los reflejos de los movimientos de la cabeza y el ojo.
Fascículo central de la calota
Esta segunda vía forma parte de las vías extrapiramidales. Se localiza justo por delante de la cintilla longitudinal medial y contiene fibras descendentes que conectan los núcleos del mesencéfalo con las regiones del tronco del encéfalo y la médula espinal.
Referencias
- Bear, M.F., Connors, B. i Paradiso, M. (2008) Neurociencia: la exploración del cerebro (3ª edició) Barcelona: Wolters Kluwer.
- Carlson, N.R. (2014) Fisiología de la conducta (11 edició) Madrid: Pearson Educación.
- Morgado Bernal, I. (Coordinador) (2005) Psicobiología: de los genes a la cognición y el comportamiento. Barcelona: Ariel.
- Kalat, J.W. (2004) Psicología Biológica. Madrid: Thomson Paraninfo.
- Rosenzweig, M.R.; Breedlove, S.M.; Watson, N.V. (2005) Psicobiología. Una introducción a la Neurociencia Conductual, Cognitiva y Clínica. Barcelona: Ariel (Cap. 2).