Neuropsicología

Formación reticular


La formación reticular es un conjunto de neuronas que se extienden desde la médula espinal hasta el tálamo. Esta estructura permite que el cuerpo se pueda despertar después de un sueño prolongado, y mantenerse alerta durante el día.

La compleja red de neuronas de la formación reticular participa en el mantenimiento de la excitación y de la conciencia (ciclo sueño y vigilia). Además, interviene en el filtrado de los estímulos irrelevantes para que podamos centrarnos en los relevantes.

La formación reticular está formada por más de 100 pequeñas redes neuronales que se esparcen por el tallo cerebral y médula de manera poco uniforme. Sus núcleos influyen en el control cardiovascular y el control motor, así como en la modulación del dolor, el sueño y la habituación.

¿Dónde se encuentra la formación reticular?

Es muy difícil visualizar la ubicación exacta de la formación reticular, ya que se trata de grupos de neuronas que se encuentran en diferentes partes del tallo encefálico y médula espinal. Además, localizarla se complica aún más por sus numerosas conexiones con múltiples áreas cerebrales.

La formación reticular se encuentra en diferentes áreas como:

La médula espinal

En este punto las células no se encuentran en grupo, sino que están en el interior de la médula espinal. Concretamente en la zona intermedia de la sustancia gris medular. En esta área existen unos tractos llamados “reticuloespinales”, que están tanto en el cordón anterior como en el cordón lateral.

La mayoría de estos tractos transmiten los estímulos de forma descendente (desde la médula hasta el resto del cuerpo), aunque algunos también lo hacen de forma ascendente (desde el organismo hacia los núcleos del tronco encefálico).

El tronco encefálico

En el tronco encefálico es el principal lugar donde se localiza la formación reticular. Los estudios han demostrado que su organización no se da al azar. Es decir, según sus conexiones o funciones, presentan unas características que permiten dividirla en tres grupos de núcleos reticulares que se explican más adelante.

El hipotálamo

Parece existir un área de neuronas de la formación reticular llamada la zona incierta. Ésta se encuentra entre el núcleo subtalámico y el tálamo, y posee numerosas conexiones con los núcleos reticulares del tronco del encéfalo.

Núcleos o partes de la formación reticular

La formación reticular posee distintos núcleos de neuronas según las funciones, conexiones y estructuras de éstas. Se distinguen tres:

Grupo mediano de núcleos

También llamados núcleos del rafe, se sitúan en la columna medial del tallo encefálico. Es el lugar principal en el que se sintetiza la serotonina que tiene un papel fundamental en la regulación del humor.

A su vez, se pueden dividir en el núcleo oscuro del rafe y el núcleo magno del rafe.

Grupo central de núcleos

Se dividen según su estructura en núcleos mediales o gigantocelulares (de grandes células) y en núcleos posterolaterales (constituidos por grupos de células pequeñas llamadas parvocelulares).

Grupo lateral de núcleos

Están integrados a la formación reticular porque tienen una estructura muy peculiar. Estos son los núcleos reticulares, lateral y paramediano a la altura del bulbo, y el núcleo reticular del tegmento póntico.

El grupo lateral de la formación reticular posee conexiones principalmente con el cerebelo

Formación reticular y neurotransmisores

En la formación reticular residen diferentes grupos de células que producen neurotransmisores. Estas células (neuronas) poseen muchas conexiones en todo el sistema nervioso central. Además, intervienen en la regulación de la actividad de todo el cerebro.

Una de las zonas de producción de dopamina más importante es el área tegmental ventral y la sustancia negra, que está en la formación reticular. Mientras que el locus coeruleus es la zona principal que origina neuronas noradrenérgicas (que liberan y captan noradrenalina y adrenalina).

En cuanto a la serotonina, el principal núcleo que la segrega es el núcleo del rafe. Se sitúa en la línea media del tallo encefálico, en la formación reticular.

Por otro lado, en el cerebro medio de la formación reticular se produce acetilcolina, concretamente en los núcleos pedunculopontino y tegmental laterodorsal.

Estos neurotransmisores se producen en dichas zonas y luego se transmiten al sistema nervioso central para regular la percepción sensorial, la actividad motora y otras conductas.

Funciones

La formación reticular posee una gran variedad de funciones básicas, ya que desde un punto de vista filogenético es una de las áreas más antiguas del cerebro. Modula el nivel de conciencia, el sueño, el dolor, el control muscular, etc.

A continuación, se explican sus funciones con más detalle:

Regulación del estado de alerta

La formación reticular influye en gran medida en la excitación y en la conciencia. Cuando dormimos, se suprime el nivel de conciencia.

La formación reticular recibe multitud de fibras de tractos sensoriales, y envía estas señales hacia la corteza cerebral. De esta forma, permite que estemos despiertos. Una mayor actividad de la formación reticular se traduce en un estado de alerta más intenso.

Esta función se lleva a cabo a través del sistema reticular de activación (SAR), que también se conoce como sistema ascendente de excitación. Juega un importante papel en la atención y en la motivación. En este sistema convergen pensamientos, sensaciones internas e influencias externas.

La información se transmite a través de neurotransmisores como la acetilcolina y la noradrenalina. 

Las lesiones en el sistema reticular de activación pueden poner en grave peligro la conciencia. Un daño severo en esta zona puede derivar en coma o en un estado vegetativo persistente.

Control postural

Existen proyecciones descendentes desde la formación reticular hasta ciertas neuronas motoras. Esto puede facilitar o inhibir los movimientos musculares. Las principales fibras que se encargan del control motor se encuentran, sobre todo, en el tracto reticuloespinal.

Además, la formación reticular transmite señales visuales, auditivas y vestibulares al cerebelo para que se integren en la coordinación motora.

Esto es fundamental en el mantenimiento del equilibrio y la postura. Por ejemplo, nos ayuda a mantenernos de pie, movimientos estereotipados como caminar, y el control del tono muscular.

Control de movimientos faciales

La formación reticular establece circuitos con núcleos motores de los nervios craneales. De esa forma, modulan los movimientos de la cara y de la cabeza.

Esta área contribuye a las respuestas motoras orofaciales, coordinando la actividad de los nervios trigémino, facial e hipogloso. Como resultado, nos permite que llevemos a cabo correctos movimientos de la mandíbula, labios y lengua, para poder masticar y comer.

Por otro lado, esta estructura también controla el funcionamiento de los músculos faciales que facilitan las expresiones emocionales. Así, podemos hacer los movimientos correctos para expresar emociones como la risa o el llanto.

Como se encuentra bilateralmente en el cerebro, proporciona control motor a ambos lados de la cara de manera simétrica. También permite la coordinación de los movimientos de los ojos.

Regulación de funciones autonómicas

La formación reticular ejerce control motor de ciertas funciones autonómicas. Por ejemplo, las funciones de los órganos viscerales.

Las neuronas de la formación reticular contribuyen a la actividad motora relacionada con el nervio vago. Gracias a esta actividad, se consigue un adecuado funcionamiento del sistema gastrointestinal, del sistema respiratorio y de las funciones cardiovasculares.

Por tanto, la formación reticular interviene en la deglución o en el vómito. Al igual que en el estornudo, la tos o en el ritmo respiratorio. Mientras que, en el plano cardiovascular, la formación reticular mantendría una presión arterial idónea.

Modulación del dolor

Por medio de la formación reticular se envían señales de dolor de la parte inferior del cuerpo hasta la corteza cerebral.

También es el origen de las vías de analgesia descendentes. Las fibras nerviosas de esta zona actúan en la médula espinal para bloquear las señales de dolor que llegan al cerebro.

Esto es importante porque nos permite paliar el dolor en ciertas situaciones, por ejemplo durante una situación muy estresante o traumática (teoría de la compuerta). Se ha visto que el dolor se suprime si se inyectan ciertos fármacos en estas vías o se destruyen.

Habituación

Es un proceso por el cual el cerebro aprende a ignorar estímulos repetitivos, que considera irrelevantes en ese momento. A la vez que mantiene sensibilidad frente a los estímulos de interés. La habituación se consigue a través del mencionado sistema reticular de activación (SAR).

Impacto sobre el sistema endocrino

La formación reticular regula indirectamente el sistema nervioso endocrino, pues actúa sobre el hipotálamo para la liberación hormonal. Esto influye en la modulación somática y en las sensaciones viscerales. Esto es fundamental en la regulación de la percepción del dolor.

Referencias

  1. Reticular Formation. (s.f.). Recuperado de boundless.com.
  2. Reticular Formation. (s.f.). Recuperado de kenhub.com.