Fascismo es el nombre que recibe un sistema sociopolítico nacionalista, militarista y de carácter totalitario, el cual surgió en Italia en el año 1921 bajo el liderazgo de Benito Mussolini, y culminó en el año 1945 con el fin de la segunda guerra mundial. Por extensión, se usa el término de “fascista” a las tendencias políticas que ponen en práctica algunas de las características propias del fascismo.

Entre las principales características del fascismo se pueden mencionar las siguientes.

Nacionalismo

El nacionalismo es la justificación ideológica del fascismo. La defensa de la nación como unidad, así como de su superioridad, es capitalizada rápidamente como una idea fuerza del sistema, por encima de cualquier otro argumento. Se vincula estrechamente con la ideologización de la familia como núcleo de la nación, lo que implica normar cómo esta se organiza y cómo se distribuyen los roles de sus miembros en función de las necesidades del Estado.

Vea también Nacionalismo.

Oposición al capitalismo y al comunismo

El fascismo pretende ser una alternativa frente a los modelos capitalista y comunista, es decir, una tercera vía. Del capitalismo rechaza el valor de la libertad individual. Del comunismo rechaza el principio de la lucha de clases y la reivindicación del proletariado. El Estado es, por lo tanto, el único garante del orden y la única autoridad.

Corporativismo

En consecuencia, el fascismo promueve el corporativismo, es decir, el sometimiento de todos los intereses laborales y económicos al arbitrio de un sindicato único que recibe instrucciones del gobierno, lo que diluye el principio de lucha de clases.

Racismo

El fascismo incluyó el racismo como parte de sus postulados nacionalistas. Desde el punto de vista del fascismo histórico, la raza aria era superior a las demás, lo que supuso la persecución y exterminio de otros grupos étnicos, muy especialmente, de los judíos y los gitanos.

Personalismo

El culto a la personalidad del líder carismático es esencial del modelo fascista, el cual requiere de una voz única a quien seguir, toda vez que la pluralidad de ideas le resulta incómoda. Así, todos los medios de propagación ideológica como la educación y los propios medios de comunicación social, están al servicio de fomentar el culto a la personalidad.

Autoritarismo

La disidencia es perseguida por el fascismo en todos sus niveles. Los actores políticos deben subordinarse a las líneas de pensamiento oficiales, así como las prácticas promovidas por el Estado.

Militarismo

Para hacer posible el ejercicio de la autoridad totalitaria, el fascismo refuerza el ámbito militar y promueve todos sus símbolos, propiciando a la vez el temor y el culto a la autoridad violenta.

Vea también Militarismo.

Totalitarismo

El Estado domina todas las áreas de la vida pública y privada, ejerciendo férreos controles en todos los ámbitos. Así, el Estado interviene en todo y unifica todos los poderes bajo el control de un solo sector político y su ideología. Desde esa posición de poder, el Estado dicta y arbitra las leyes, dirige al poder militar, regula la economía, controla la educación y los medios de comunicación, opina y norma sobre la vida privada, la sexualidad, las creencias religiosas, la familia, etc.

Vea también Totalitarismo.

Ilegalización de la oposición

En consecuencia, toda forma de oposición es perseguida, lo que implica su ilegalización. Por lo mismo, el fascismo promueve la conformación de un partido único de gobierno.

Vea también Características de la dictadura.

Control de los medios de comunicación y de la educación

Tanto los medios de comunicación como los programas educativos son controlados por el Estado, quien determina qué tipo de contenidos se distribuyen o se censuran. Solo los valores del fascismo pueden ser divulgados y promovidos. Esto implica que el fascismo depende, en gran medida, de un propagandismo eficaz.

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