Salario mínimo interprofesional (SMI)

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El salario mínimo interprofesional (SMI) hace referencia a un salario tope, por abajo, regulado por ley, que debería ganar un trabajador. En otras palabras, indica lo mínimo que se tiene que pagar a un trabajador por ley.

Existen muchas teorías económicas acerca de las ventajas e inconvenientes de establecer un salario mínimo. Vamos a analizarlas en detalle.

Ventajas del salario mínimo

Existen varios argumentos a favor del salario mínimo. Estos son los principales:

  • Es socialmente conveniente porque fijar un salario mínimo aumenta las rentas de los trabajadores de rentas bajas. Así todos los ciudadanos que trabajan tienen el poder adquisitivo suficiente para llevar una vida digna.
  • Al tener salarios más altos, se aumenta el consumo interno: Esto fortalece la demanda agregada, estimulando el crecimiento económico, aumentando la producción y la sucesiva generación de empleo.
  • Ayuda a la distribución de la riqueza: El capital que iba a ser destinado a los beneficios empresariales se destinará a pagar a los trabajadores.
  • Elimina la precariedad y la explotación laboral, al no poder existir nadie que cobre menos de un determinado importe.

En primer lugar, existe un argumento social que defiende que un salario menor a un determinado importe no es suficiente para poder afrontar los costes necesarios para llevar una vida digna, como por ejemplo tener capacidad para tener una vivienda y formar una familia en condiciones.

Los partidarios del SMI defienden que establecer un salario mínimo daría lugar a un incremento del consumo interno a través de un doble efecto: por una parte, el aumento de la renta nominal de los trabajadores mejoraría su poder adquisitivo; por otra parte, una redistribución de la renta hacia los sectores más desfavorecidos potenciaría el gasto debido a la mayor propensión marginal a consumir de estos grupos.

Es así como un aumento del SMI fortalecería la demanda agregada vía consumo interno, y por lo tanto reforzaría la recuperación de la producción y del empleo.

De la misma forma, argumentan que un SMI más elevado también tendría importantes efectos redistributivos sin necesidad de realizar ningún esfuerzo fiscal. Según este análisis, los recursos destinados por las empresas a cubrir el incremento salarial se sustraen de los beneficios empresariales. Esto significa que los trabajadores menos remunerados pasarían a recibir una renta que de otro modo iría a parar a los propietarios, los cuales suelen disfrutar de un nivel de ingresos más elevado. De esta manera un aumento del SMI contribuiría a reducir las desigualdades sociales sin necesidad de recurrir al gasto público, como ocurre con muchas políticas sociales destinadas a este fin.

Sin salario mínimo, los salarios podrían ser muy precarios porque estaría en manos del empresario fijar el salario. Parece que así el mercado laboral equilibrará el número de personas que quieren trabajar con las que quieren contratar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que puede que, con salarios tan bajos, los trabajadores no quieran trabajar. Por lo que, aumentaría la precariedad en el trabajo que podría afectar a la productividad y competitividad.

Por último, los defensores del SMI afirman que la existencia de un salario mínimo es un instrumento eficaz en la lucha contra la explotación laboral, ya que refuerza la posición de los trabajadores que de otra forma tendrían dificultades a la hora de negociar sus salarios. Al mismo tiempo un SMI más elevado contribuiría a aumentar la formación de capital humano y a reducir la temporalidad, ya que los empleadores suelen estar más abiertos a invertir a largo plazo en los trabajadores que tienen una remuneración más elevada.

Desventajas del salario mínimo

No obstante, el SMI también está abierto a análisis menos positivos. Los tres principales argumentos en contra del salario mínimo son los siguientes:

  • El efecto en el consumo solo sirve en el corto plazo y el único efecto en el medio plazo es generar inflación. Lo que disminuye el poder adquisitivo de las personas de renta baja que dependen de prestaciones fijas, como los pensionistas y desempleados.
  • El salario mínimo aumenta el desempleo: Menos empresas pueden contratar porque eso significaría pagar más de lo que son capaces de generar los empleados con ese trabajo. Además, al reducir los beneficios empresariales, reduce la capacidad de que haya nuevas contrataciones.
  • Genera un aumento de la economía sumergida, si existen trabajadores dispuestos a trabajar por menos del salario mínimo.

Vamos a analizar las tres principales desventajas en detalle:

En primer lugar, los detractores del salario mínimo señalan que el efecto positivo sobre el consumo solamente tendría lugar a corto plazo, ya que el coste aumentado de la mano de obra acabaría por trasladarse a los precios (generando inflación) y los trabajadores perderían el poder adquisitivo que habrían ganado en un primer momento.

A partir de entonces, el consumo interno solamente podría mejorar ligeramente gracias a la ilusión monetaria, y las autoridades deberían tomar medidas para no caer en un círculo vicioso de inflación y revisiones salariales.

Por otra parte, los efectos redistributivos del SMI tampoco están claros, ya que sus defensores suponen que el salario mínimo resta beneficios empresariales que de otro modo pasarían a manos de unos propietarios con mayor nivel de renta. Sin embargo, olvidan que en muchas ocasiones esos beneficios se reinvierten en la empresa (mejorando las condiciones de los propios trabajadores) y que frecuentemente muchos de los accionistas en realidad son personas de rentas medias e incluso bajas. Además, la inflación generada por un SMI más elevado podría mermar el poder adquisitivo de los sectores de renta baja que dependen de prestaciones fijas, como los pensionistas o los desempleados que sobreviven gracias a ayudas públicas.

Adicionalmente, puede argumentarse que un SMI demasiado elevado puede tener un efecto nocivo sobre el desempleo, ya que podría expulsar a los trabajadores menos remunerados del mercado laboral. Sin embargo, si no existe salario mínimo, o este es muy bajo, las empresas pagarían menos a los trabajadores, y de esta forma, al tener menos costes laborales querrían contratar a más personal, lo que conllevaría a reducir el desempleo.

Esto significa, por ejemplo, que un salario mínimo de 2.000 euros impediría acceder a un empleo a todas aquellas personas que no puedan exigir esa cantidad por su trabajo. Por el simple hecho de que este aporta un valor inferior a la empresa. Es decir, los ingresos que genera el trabajador para la empresa son menores al salario que le tiene que pagar la empresa por el trabajo. Además, si esto se alarga en el tiempo y pasa con muchos trabajadores de una misma empresa, esta situación puede llevarla a la quiebra y que acaben perdiendo el trabajo todos los empleados de la empresa.

Por este motivo, puede aumentar la economía sumergida. En muchas ocasiones (especialmente en países poco desarrollados) los aumentos del SMI que no siguen la evolución de la productividad real solamente acaban fomentando el trabajo en negro, y tienen poca incidencia sobre la vida de los trabajadores. Por lo que el salario mínimo puede acabar perjudicando precisamente a los que se pretende ayudar.