Economía sumergida

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La economía sumergida es el volumen total de dinero negro que circula en un país, es decir, el conjunto de transacciones monetarias no declaradas de forma correspondiente a las autoridades fiscales o monetarias competentes.

Normalmente la economía sumergida suele traer graves consecuencias para un estado, ya que reduce la recaudación tributaria y dificulta la lucha contra actividades económicas ilícitas.

La economía legal de un país se mide por el producto interior bruto (PIB), que es lo que produce un país en un año. La economía sumergida no entra dentro de ese cálculo, ya que es una economía ilegal que no ha sido declarada y, por lo tanto, no está contabilizada de forma oficial por el gobierno. No obstante, cabe indicar que algunos países sí la estiman en su PIB.

Las partes de la economía sumergida

No debemos confundir mercado negro con economía sumergida. Aunque sean conceptos muy relacionados, no son lo mismo. Por tal cosa, realizamos la siguiente distinción:

  • Economía ilegal: Está formada por aquellas transacciones cuyo comercio está prohibido. Por ejemplo, el tráfico de drogas o armas es ilegal. Esto es lo que se comercia en el mercado negro.
  • Economía informal: Se trata de aquellas transacciones que siendo legales, no están declaradas. Y en la no declaración de impuestos por la transacción es donde está el delito. Por ejemplo, un trabajador que no cotiza por todas las horas de trabajo. Es decir, trabaja 8 horas, y cotiza 7. Pero sí cobra 8 horas. La hora restante la cobra en negro. Desde el punto de vista estrictamente conceptual, esto no formaría parte del mercado negro per se.

¿Qué efectos tiene la economía sumergida?

Este tipo de economía es especialmente peligrosa para los países ya que impide a los estados recaudar de forma justa y proporcional con respecto a su PIB real. Por lo cual, en ocasiones, las autoridades buscan resolver este problema aumentando la presión fiscal sobre la economía no sumergida.

Sin embargo, las medidas de este tipo suelen conseguir el efecto contrario, ya que una presión fiscal excesiva fomenta el crecimiento de la economía sumergida y se crea así un círculo vicioso donde las subidas de impuestos van reduciendo progresivamente la recaudación.

La existencia de economías sumergidas de gran tamaño con respecto al PIB suele evidenciar el atraso de un estado en materia fiscal. Esto constituye uno de los principales problemas de los países subdesarrollados, ya que sus recursos tributarios se ven reducidos y en ocasiones éstos deben recurrir a soluciones como el endeudamiento con acreedores extranjeros. En lugar, claro está, de recurrir a los ingresos de su país si éstos se declararan legalmente.

En cambio, el dinero de la economía sumergida en vez de ir a parar al gobierno y a los ciudadanos, va a parar a las manos de las personas que lo generan de manera ilegal. Esto les motiva para seguir realizando actividades ilícitas.

El problema del endeudamiento excesivo pone en duda la capacidad de las autoridades para hacer frente a sus deudas en el futuro, motivo por el cual en numerosas ocasiones los grandes préstamos a países subdesarrollados han venido condicionados a la aplicación de planes contra la economía sumergida.