Liquidación tributaria

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Una liquidación tributaria es el acto que realiza la Administración dirigido a un contribuyente en el cual se le notifica y cuantifica la existencia de una obligación tributaria.

Es decir, la Administración notifica al contribuyente, mediante la liquidación tributaria, que se ha producido un hecho imponible por el cual tiene que pagar un cierto impuesto.

Características de la liquidación tributaria

La liquidación tributaria tiene las siguientes características:

  • Es un acto que realiza la Administración dirigido a un contribuyente. Como veremos en el último apartado, cuando es el propio contribuyente el que realiza la liquidación se denomina auto-liquidación.
  • Notifica la existencia de una obligación tributaria. Si la Administración no lleva acabo el acto de liquidación tributaria no existe ningún deber de pago.
  • Cuantifica la obligación tributaria. En la liquidación, como mínimo, se tiene que cuantificar la base imponible, el tipo de gravamen y la cuota tributaria. Esta última es el importe que tiene que pagar el contribuyente en concepto de impuesto.

Además de todo lo anterior, en la liquidación tributaria se tienen que reflejar otros aspectos relevantes:

  • El impuesto sobre el que se realiza la liquidación tributaria y en base a qué normativa la Administración realiza dicha liquidación.
  • Una breve motivación de por qué se realiza la liquidación tributaria.
  • El plazo de pago y la forma de realizarlo (mediante abono, transferencia bancaria, etc.).
  • Los recursos de los que dispone el contribuyente si no está de acuerdo con la liquidación, así como el plazo para interponerlos.

Cada país puede poner requisitos adicionales a los anteriores para poder realizar una liquidación tributaria. Es importante destacar que, si la Administración no cumple alguno de los requisitos esenciales establecidos por la ley la liquidación, podría declararse nula.

Auto-liquidación

En ocasiones, el legislador establece que no es necesario que la Administración comunique al contribuyente que tiene que hacer frente a una obligación tributaria. La Administración puede obligar al contribuyente a que sea él mismo quien realice la liquidación del impuesto, sin que la Administración se lo requiera expresamente. Cuando esto sucede, se lleva a cabo una auto-liquidación tributaria.

En estos casos, el contribuyente está obligado a realizar la auto-liquidación y, por tanto, el pago del impuesto, sin que se lo notifique la Administración. La ley establece un plazo para que el contribuyente presente la autoliquidación. En caso de que no lo haga, se expone a una sanción por incumplir la ley y la Administración procederá a realizar la liquidación (debido a que la autoliquidación no ha sido realizada).

En los impuestos más importantes (Impuesto sobre la Renta, Impuesto de Sociedades, Impuesto sobre el Valor Añadido) se ha optado, en la mayoría de países, por el modelo de la autoliquidación, por ser más sencillo para la Administración.