Liberalismo clásico

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El liberalismo clásico hace referencia al conjunto de ideas políticas que, durante los siglos XVII y XVIII, se oponían al poder absoluto y la intervención del Estado en los asuntos civiles. En otras palabras, promovía una sociedad libre.

De esta forma, el liberalismo clásico promovía suprimir el poder absoluto de los Estados o los monarcas, siendo su principal objetivo que el individuo pudiera desarrollar sus plenas capacidades individuales y su libertad en el ámbito político, religioso y económico.

Por tanto, de la misma forma que se oponía al Estado, el liberalismo clásico, o las ideas que se enmarcan bajo esta denominación de corriente libertaria, rechazaba todos aquellos colectivos que, amparados por el Estado, contaban con privilegios añadidos que no garantizaban aspectos clave para los liberales como es la igualdad ante la ley. Entre estos colectivos, el liberalismo clásico se oponía al poder del clero, aristócratas, así como los gremios. En otras palabras, grupos de privilegiados que trataban de controlar determinados aspectos de la sociedad.

Asimismo, impulsado por la Revolución Industrial, el liberalismo clásico comenzó a ganar adeptos, dado que surgió un capitalismo que hacía ricas a las potencias económicas de la época. Por esta razón, el liberalismo clásico, ya entrado el siglo XIX, se centra en la defensa de las libertades individuales, la limitación del poder del Estado y, por último, potenciar el libre mercado o, lo que es lo mismo, la economía de mercado.

El país que promueve el liberalismo clásico en sus inicios es Reino Unido que se suma, junto a otros países, a esa Revolución Industrial que, para los liberales, debía gestionarse aboliendo los intereses de los monarcas y, de esa forma, su poder absoluto.

Características del liberalismo clásico

A modo de esquema, las principales características del liberalismo clásico son las que se muestran a continuación:

  • Es una corriente de pensamiento libertaria.
  • Aunque nace en Inglaterra en el siglo XVII, hace referencia a las ideas políticas surgidas entre los siglos XVII y XVIII.
  • Se opone al poder absoluto y, por ende, defiende la libertad individual.
  • También, rechaza privilegios otorgados por el Estado.
  • Se impulsa gracias a la Revolución Industrial, promoviendo una economía de mercado capitalista.
  • Defiende el laissez-faire.
  • Influyó notablemente en la Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.
  • Se inspira en autores liberales como François Quesnay o Adam Smith que destacan como algunos de sus principales pensadores.

Liberalismo clásico y liberalismo

Dicho esto, debemos saber que hablamos de una corriente de pensamiento libertaria, por lo que se inspira en otros pensadores liberales para construir sus principios.

El liberalismo clásico, por tanto, basa sus pensamientos en algunos miembros liberales de la Escuela de Salamanca, por ejemplo. También se inspira en otros reconocidos pensadores como Adam Smith, padre del capitalismo, John Locke o David Ricardo. De la misma forma, también se seleccionan ideas propuestas por Thomas Malthus o Jean-Baptiste Say.

En resumen, el liberalismo clásico es una corriente de pensamiento libertaria que defiende ideas muy similares a las defendidas por otras corrientes libertarias. Quizá discrepan en el grado de intervención del Estado, entre otros detalles. Los anarcocapitalistas, por ejemplo, son libertarios que abogan por acabar con el Estado, mientras los minarquistas abogan por un Estado mínimo, aun siendo libertarios.

Por esta razón, grandes pensadores liberales como François Quesnay, padre de la Fisiocracia, o Adam Smith, padre del capitalismo, son considerados como los padres de esta corriente de pensamiento. Pues, como el liberalismo, defiende los principios liberales esenciales.

Principales pensadores del liberalismo clásico

De la misma forma que hacemos con Quesnay o Smith, podemos señalar grandes autores y pensadores que han contribuido, desde el liberalismo clásico, en la defensa de las libertades individuales.

Entre estos, destacan los siguientes:

Principios del liberalismo clásico

Entre los principios en los que se basa esta corriente, podemos señalar unos cuantos, que resumen perfectamente el pensamiento liberal clásico.

En el ámbito político, el liberalismo clásico se opone al poder absoluto de los Estados y los monarcas. Este poder absoluto viola, para los liberales, la libertad individual. De esta forma, se oponía a su existencia y abogaba, en el mejor de los casos, por limitar su poder.

En lo social, el liberalismo clásico aboga por una defensa de la libertad individual, sin necesidad de un Estado que intervenga en la sociedad y la interacción o asociación entre individuos.

Defiende la igualdad de todos los civiles ante la Ley. Para los liberales clásicos, el clero, así como otra clase de privilegiados, tampoco debían estar amparados por el Estado.

En lo económico, el laissez-faire dominaba el mercado. Dicho de otra forma, el liberalismo clásico aboga por la defensa de una economía de mercado, donde oferentes y demandantes puedan interactuar sin el control del Estado.

En lo religioso, por ejemplo, el liberalismo clásico, como liberales que son, aboga por la libertad religiosa y la libre elección del individuo.

Como hemos comentado, en esencia, su principal objetivo es que el individuo pueda desarrollar sus plenas capacidades individuales y su libertad en el ámbito político, religioso y económico.