Aristocracia obrera
Aristocracia obrera es un término que hace referencia a un sector de la clase obrera que disfruta de una mejor posición respecto al resto de los trabajadores.
El concepto de aristocracia obrera ha sido tratado por diferentes autores, los más relevantes son Lenin, Bakunin y Marcuse. En términos generales, hace referencia a aquellos obreros que, por unas u otras razones, se sitúan en la cúspide del proletariado, disfrutando así de una situación de superioridad y privilegio.
Esta teoría fue desarrollada en los siglos XIX y XX, y es un concepto ligado al marxismo. Con lo cual, no podemos hablar de aristocracia obrera con anterioridad al siglo XIX, que fue cuando Marx desarrolló una de las ideologías más influyentes, la cual perduraría hasta nuestros días.
Como hemos mencionado, son varios los autores que desarrollan y aportan su visión sobre este concepto, con lo cual, vamos a ver qué dice sobre él cada uno de ellos.
La aristocracia obrera para Mijaíl Bakunin
Este recorrido lo vamos a desarrollar en orden cronológico, pues parece el criterio más acertado cuando hablamos de conceptos que van ligados a la historia. Más aun cuando van ligados a la política o al mundo de las ideas.
Mijaíl Bakunin, filósofo revolucionario ruso del siglo XIX, fue el mayor teórico del anarquismo. Es también muy conocido por la gran rivalidad que tenía con Marx, producto de las diferencias acerca de la revolución, de sus formas y de cómo debía de ser el supuesto Estado posrevolucionario.
Para Bakunin, la aristocracia obrera designaba a un colectivo de forma negativa. Se refería a aquellos obreros que configuraban la vanguardia del proletariado. Aquellos que, por estar más preparados, adquirían unas posiciones de ventaja frente al resto. Para Marx y sus seguidores de la época, los obreros debían de organizarse y estar encabezados por aquellos más preparados. El autor anarquista critica esta idea, puesto que el anarquismo es una ideología que no reconoce ningún tipo de estructura de poder.
La aristocracia obrera para Lenin
Para Lenin, revolucionario y teórico ruso, instigador de la Revolución rusa y fundador de la URSS, el término «aristocracia obrera» tenía un significado diferente al anteriormente criticado por Bakunin.
Lenin sí que creía que el Estado obrero había de estar encabezado por los proletarios más preparados y cualificados, ya que de alguna manera había que organizar el aparato estatal y esta le parecía la forma más justa. Él la llamaba la vanguardia del proletariado.
Pero es en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde menciona el concepto que aquí nos ocupa. Lo utiliza con relación con el colonialismo y el imperialismo.
Para Lenin, la aristocracia obrera está compuesta por los trabajadores que disfrutan de privilegios frente al resto, pero, ¿cómo sucede esto? A través de la explotación del país que posee la colonia de los habitantes y los recursos de la propia colonia. Es decir, el país matriz repercute la plusvalía generada en las colonias en los obreros de la nación. Así, estos obreros disfrutan de unas mejores condiciones, disuadiéndose de la realización de prácticas revolucionarias. Y, peor aún, en el conflicto permanente entre la burguesía y el proletariado, estos obreros se sitúan a favor de los primeros, ya que les permiten tener una mejor posición.
Lenin llama a esta práctica la corrupción de la aristocracia obrera.
La aristocracia obrera para Marcuse
Herbert Marcuse fue un sociólogo y profesor alemán con nacionalidad estadounidense, componente de la primera generación de la escuela de Fráncfort.
Esta estaba compuesta por un conjunto de pensadores de corte marxista, muy críticos con numerosas ideologías y problemas más contemporáneos. Dado que los avances del siglo XX respecto al XIX fueron muy notables, más aun después de la Segunda Guerra Mundial.
Marcuse, en La sociedad industrial y el marxismo, recoge la crítica que realiza a la teoría leninista de que esta aristocracia obrera está compuesta por un número reducido de personas. Para el autor, conocedor de la sociedad norteamericana, los avances del capitalismo han extendido esta posición de privilegio y acomodamiento a la mayor parte de los obreros organizados. Además, esta situación los disuade de tomar conciencia de clase y llevar a cabo la revolución.