Acta Única Europea

Dando un paso más en la integración económica, los países miembros de la entonces Comunidad Económica Europea, decidieron profundizar en la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Es aquí donde iba a entrar en juego el Acta Única Europea.

No solo se hicieron avances en el mercado interior y en la libertad de movimientos, pues también se dotó de un mayor poder político y económico a las instituciones europeas.

Si analizamos los objetivos del Acta Única Europea, veremos que son muy amplios. En este sentido, suponían importantes cambios respecto al modo en que se tomaban las decisiones en las instituciones europeas, al tiempo que se fijaban las atribuciones de la Comisión Europea y se especificaba cuáles iban a ser las funciones del Parlamento Europeo.

Tampoco se dejaba de lado el papel de Europa en el mundo. Así, se establecía una política exterior y de seguridad común, todo en aras de mantener una posición coherente y de mayor fuerza a nivel mundial.

Anteriormente hemos mencionado que se produjeron cambios en los mecanismos de toma de decisiones. Así pues, dando más flexibilidad, el Consejo ya no tenía que alcanzar un acuerdo unánime, pues bastaba con conseguir la mayoría cualificada.

Gracias a la mayoría cualificada era más sencillo progresar en la integración económica, haciendo grandes avances en cuestiones relacionadas con el mercado interior. De hecho, alcanzar acuerdos por unanimidad solo era condición necesaria en aspectos como la fiscalidad o la libertad de movimiento de los ciudadanos.

Otro aspecto a destacar es que, gracias al Acta Única Europea, por primera vez se reconoce al Consejo Europeo como institución. De este modo, se daba un carácter oficial a las reuniones en las que los mandatarios europeos abordaban las principales cuestiones políticas y económicas europeas. No obstante, habría que esperar al Tratado de Maastricht en 1992, donde se especificó claramente cuáles eran las funciones del Consejo Europeo.

El Parlamento Europeo, como institución representante de los ciudadanos europeos, pasó a tener un mayor peso, otorgándole la posibilidad de legislar junto al Consejo.

Si el poder legislativo quedaba en manos del Consejo y del Parlamento, la Comisión Europea pasaba a ser el órgano que tenía la responsabilidad de hacer que se ejecutasen las leyes aprobadas en Europa.

No solo se avanzó en cuestiones institucionales, puesto que también se profundizó en materia judicial. De este modo, se creó el Tribunal de Primera Instancia, que se ocupaba de atender recursos interpuestos por países, personas, sociedades, funcionarios europeos y también recursos relacionados con la propiedad intelectual.

Más allá de los importantes avances en el terreno político, también tuvieron lugar importantes acuerdos en el plano económico y social. Así, se apostó por llevar a cabo una serie de medidas que permitiesen profundizar en el mercado común, eliminando barreras a la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales.

Caminando hacia la unión monetaria, Europa se preparó para establecer una política monetaria común. Gracias al Acta Única Europea, se ponían los cimientos para una futura Unión Económica y Monetaria.

La cooperación europea era un proceso que requería coordinación, por lo que, desde el Acta Única Europea, se impulsaron otros aspectos adicionales a los económicos. Por ello, se abordaron a nivel europeo los derechos laborales, la sanidad, los problemas medioambientales y áreas tan necesarias para el progreso como la investigación y la tecnología.

Tratando de reducir las diferencias entre los distintos países, se apostó por lo que se conoce como la cohesión económica y social. Esto consistía en trabajar por la reducción de las diferencias de nivel de desarrollo entre los distintos estados miembros y sus ciudadanos.