Definición de vital

Del latín vitalis, vital es aquello perteneciente o relativo a la vida o, en otras palabras, a la existencia o la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir de los seres orgánicos. También puede tratarse de una fuerza interna que permite obrar a aquel que la posee.

Por ejemplo: “La víctima llegó al hospital sin signos vitales”, “Cuando subieron a Juan a la ambulancia, los médicos advirtieron tenues rastros vitales que dieron esperanza a los familiares”, “El impacto alterará las funciones vitales del individuo, aunque lo más importante en este momento es lograr que pueda mantenerse con vida”.

Este adjetivo también nombra a aquello de mucha importancia o trascendencia: “La generación de empleo es una cuestión vital en las políticas de nuestro intendente”, “La recuperación del mediocampista será vital para las posibilidades del equipo en el torneo”, “La aprobación del proyecto de ley es un factor vital para nuestra industria, que puede determinar la quiebra o la supervivencia de una gran cantidad de empresas”.

Una persona vital, por otra parte, está dotada de gran energía, impulso o fortaleza: “El abuelo es un hombre vital y, pese a sus 90 años de edad, aún tiene muchos proyectos por delante”, “Quiero volver a ser la persona vital que solía ser antes del accidente”, “Necesitamos a alguien que sea vital y activo para sacar adelante la compañía”.

La muerte, la inacción, la inmovilidad, la desazón, la inactividad y la pasividad son algunos de los conceptos que resultan opuestos a la vitalidad.

El agua: un recurso vital

El agua representa un elemento indispensable para los seres vivos: lo necesitamos los animales y las plantas, y es útil para la agricultura y para generar energía. En pocas palabras, la Tierra no estaría viva si no fuera por el agua. Representa el 70% de nuestro organismo y la usamos a diario, desde que nacemos hasta que morimos.

La cantidad promedio de agua que necesitamos consumir por día no supera los pocos litros; sin embargo, tomando en cuenta la que se bebe y la que se destina al aseo personal y la limpieza del hogar, una sola persona usa un mínimo de 50 litros diarios. Como si esto fuera poco, el los países desarrollados estos números aumentan en un 1000%, evidenciando un claro desperdicio de un recurso que no podemos perder.

Es importante señalar que no todos los seres vivos necesitan del agua en iguales proporciones: algunas especies, por ejemplo, solo pueden habitar zonas muy húmedas, tales como lagos y ríos, mientras que para otras es suficiente consumirla directa o indirectamente a través de la alimentación.

Los intereses del ser humano en el agua, así como en todos los otros recursos naturales que ha descubierto, son muy altos. En algunos casos, como ocurre con la corteza de los sauces, se aprovecha la acción del agua sobre el árbol, que permite la formación de una sustancia denominada salicina, con la cual se producen medicamentos. Algo similar ocurre con las algas, que se aprovechan para el consumo alimenticio y la medicina.

Tres cuartos de nuestro planeta están cubiertos de agua: el 96%, salada; el 3%, congelada; y tan solo el 1%, dulce. Resulta interesante señalar que la mayor parte de las especies que habitamos la Tierra dependemos del agua dulce, no solo la más escasa, sino la que se reparte de forma menos pareja: en algunas regiones abunda, mientras que en otras escasea.

Si bien el agua presenta un ciclo continuo, la acción del ser humano causa que cada año contemos con un porcentaje menor: la contaminación, la destrucción de las cuencas y de los bosques, son tan solo algunos de los ejemplos, a los cuales se debe sumar el derroche.

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