Definición de teocracia
Teocracia es un concepto derivado de un vocablo compuesto griego que puede traducirse como “dominio de Dios”. La noción refiere al gobierno que ejerce una divinidad de manera directa o a través de algún tipo de representante.
En la teocracia, por lo tanto, las autoridades gobiernan en el nombre de Dios. De este modo, el líder religioso es también el líder político. Estos sistemas no contemplan una separación entre el Estado y la institución religiosa.
Un ejemplo de teocracia es el Antiguo Egipto. Los faraones no sólo eran los dirigentes políticos más importantes, sino que también estaban considerados como representantes de las divinidades e incluso eran sacerdotes.
El Tíbet fue otro ejemplo de teocracia hasta 2011. El líder de esta región en el exilio recibe el título de Dalái Lama: se trata del máximo referente religioso y, hasta 2011, de la principal autoridad política. En dicho año, Tenzin Gyatso (el 14º Dalái Lama) tomó la decisión de declinar todos los cargos de tipo político.
El Vaticano, por su parte, es una teocracia que sigue en pleno funcionamiento. El Papa (actualmente Francisco) es el jefe del Estado y, además, la autoridad máxima a nivel religioso.
Es importante tener en cuenta que las teocracias no son democráticas: el pueblo no elige a sus representantes. Las personas, por otra parte, no pueden postularse para representar a sus compatriotas, ya que la característica principal de la teocracia es que los dirigentes no son más que emanaciones de Dios, o bien representantes suyos en la Tierra. Esta particularidad, a su vez, anula la posibilidad de ejercer la oposición debido a que, si el dirigente es Dios o su representante, nadie puede reemplazarlo.
En los gobiernos occidentales de la actualidad, si bien existen muchas particularidades y contradicciones, no es común que el Estado imponga la práctica de una religión: los gobernantes deben garantizar a sus ciudadanos el cumplimiento de sus derechos y ofrecerles un constante desarrollo del país, independientemente de sus creencias.
Con respecto al origen del sistema teocrático, es necesario remontarse a las sociedades tribales más antiguas, en las cuales muy frecuentemente existía un chamán que cumplía tanto el rol de jefe de la tribu como de líder espiritual, o bien poseía un poder superior al del jefe. Más tarde, en el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia, que se atribuyen a Moisés) se habla de un sistema de características similares.
La teocracia que se presenta en el Pentateuco describe una casta sacerdotal, o sea una comunidad, en este caso una tribu, que se dedica de manera estricta a la práctica espiritual y al servicio de la religión; los reyes de Israel, por su parte, son una institución posterior.
Con el surgimiento del Estado en las civilizaciones más antiguas comenzó a apreciarse esta particular dualidad de los poderes religioso y político, muchas veces unidos, pero con el tiempo delimitados claramente por medio de leyes y edificios (los templos y los palacios son un claro ejemplo del intento de «contener» cada poder en un entorno diferente). En la Antigua Grecia, no existía un clero o un dogma bien definidos, razón por la cual los cargos políticos también incluían funciones de tipo religioso.
En el Imperio islámico, hasta que en el año 1924 fue abolido el califato otomano, la figura del califa ejercía el gobierno máximo y, al mismo tiempo, representaba la jerarquía más alta del islam (era el «príncipe de los creyentes»); de todos modos, cabe aclarar que no lo reconocía el pueblo entero, sino el grupo de los musulmanes denominado suníes, el más numeroso de su comunidad a nivel mundial y caracterizado por su devoción a los hechos y dichos que se atribuyen al profeta Mahoma.