Definición de tartamudez
Tartamudez es la condición de la persona tartamuda. El verbo tartamudear, por su parte, refiere a la imposibilidad de leer o de hablar de manera fluida debido a la repetición de sílabas y a una pronunciación que se interrumpe con asiduidad.
La tartamudez, por lo tanto, es un trastorno que afecta la capacidad de comunicación de un individuo. Es importante destacar que las interrupciones y las repeticiones no son voluntarias, sino que tienen su origen en distintas causas orgánicas, sociales y psíquicas. La tartamudez, a su vez, influye en la personalidad del sujeto. Otros nombres que suelen usarse como sinónimos de tartamudez son disfemia, disfluencia en el habla o espasmofemia.
Los expertos afirman que la tartamudez puede estigmatizar a una persona. El tartamudo sufre burlas y un menosprecio de sus cualidades intelectuales y emocionales, haciendo que pueda volverse retraído e incluso depresivo.
El nerviosismo y la ansiedad no derivan en el desarrollo de tartamudez, pero sí la tartamudez puede provocar ambas sensaciones. Los especialistas han detectado factores genéticos que implican una mayor predisposición para la irrupción de la tartamudez. Cuando estos factores se combinan con otras cuestiones calificadas como ambientales (la educación, la sociabilización, etc.), la tartamudez finalmente se desencadena.
Desde un punto de vista neurofisiológico, la tartamudez se caracteriza por una deficiencia en el funcionamiento del hemisferio izquierdo del cerebro, más precisamente de los centros del habla allí presentes, y por buscar compensar esto a través de un uso poco común del hemisferio derecho. Con respecto a las causas de este trastorno, no existe una única postura, sino que hay una serie de datos de carácter estadístico que ayudan a delimitarlas; por ejemplo, se sabe que aparece con mucha más frecuencia en hombres que en mujeres.
Por otro lado, los estudios de la tartamudez centrados en la genética han revelado que si uno de dos gemelos monocigóticos tiene tartamudez, existe un 77% de probabilidades de que el otro también la sufra; en el caso de los hermanos dicigóticos, el riesgo desciende a un 32%. De padres a hijos también hay probabilidades de heredar la disfemia, y el rango va desde el 30% al 40%.
Uno de los mitos relacionados con la tartamudez afirma que los trastornos de lateralidad pueden aumentar las probabilidades de padecerla, aunque esto no ha sido probado. La lateralidad, por su parte, es la forma en la que el cerebro organiza los estímulos y los codifica de manera secuencial y direccional, e incluye la preferencia de una mano por sobre la otra; los trastornos de lateralidad son varios y pueden afectar el desarrollo de una persona, impidiéndole leer y escribir con claridad, entre otras muchas complicaciones.
Otra de las explicaciones que algunos especialistas ofrecen a la aparición de la tartamudez se vincula a la elevada inteligencia, ya que aseguran que la persona tartamuda piensa más rápido de lo que puede expresarse mediante la palabra.
Dicha razón no es del todo correcta, sino que se prefiere plantearla como un desequilibrio entre el pensamiento linguoespecular y el pensamiento sensoactorial. El primero tiene lugar cuando tomamos un significado y lo vinculamos a la palabra escrita usada para su representación, mientras que el segundo consiste en la asociación a una imagen. Por lo tanto, si el sujeto basa su inteligencia fuertemente en el pensamiento sensoactorial en detrimento del linguoespecular, es probable que no pueda articular de forma adecuada el lenguaje.
El tratamiento de la tartamudez abarca diferentes elementos. Se debe intentar que el tartamudo no se frustre ante las dificultades ni se ponga ansioso: para esto la terapia psicológica puede resultar muy útil. Un fonoaudiólogo, por su parte, debe sugerir diferentes tipos de ejercicios, incluyendo prácticas de distintas técnicas de respiración. La finalidad es que el tratamiento permita, de forma gradual, que la persona adquiera mejores habilidades para expresarse con fluidez.