Definición de selfie
Selfie es un término inglés que se emplea como sinónimo de autofoto o autorretrato. Se trata de una práctica que tiene más de un siglo de antigüedad, pero que ganó una gran popularidad en el siglo XXI gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales.
Una selfie consiste en sacarse una foto a uno mismo. La persona, de este modo, extiende su brazo y dispara la cámara fotográfica apuntando hacia su rostro o su cuerpo. Otra opción es apuntar la cámara hacia un espejo para que su imagen sea capturada en el reflejo.
En el siglo XIX, ya había personas que realizaban daguerrotipos de sí mismas. Más adelante comenzó la práctica de tomar selfies con las cámaras de cajón, generalmente sostenidas por un trípode. Luego, con las cámaras fotográficas de mano, la práctica se extendió.
Sin embargo, el auge de las selfies se produjo a partir de 2000. Con las cámaras digitales y los teléfonos móviles (celulares) que permiten sacar fotos y verlas en el momento, sin que existan demasiadas limitaciones en el almacenamiento y eliminando la necesidad de revelar las imágenes, millones de personas empezaron a tomarse selfies.
A las cámaras digitales —cada vez más populares— se sumó el desarrollo de las redes sociales en Internet. A través de estas plataformas, los usuarios comparten sus fotografías con otras personas. Así se volvió frecuente que un individuo se tome una selfie y luego la publique en una red social. De esta forma puede mostrar que se encuentra disfrutando de sus vacaciones en una playa, que está almorzando en un restaurante o que acaba de disputar un partido de tenis, por citar apenas algunas posibilidades.
A pesar de tratarse de una acción aparentemente espontánea y carente de técnica, la realidad es que la selfie se ha convertido en uno de los modos fundamentales de comunicación gráfica de los últimos tiempos, razón por la cual existe mucho más contenido del que podemos apreciar a simple vista.
En primer lugar, el sitio y la situación que escoge una persona para hacerse no suelen ser casuales, sino que son parte del mensaje que intentan enviar, algo que también depende del contexto en el cual la fotografía vaya a ser publicada.
Irónicamente, la selfie tiene como objetivo principal comunicarse con un gran número de gente aunque deja atrás la costumbre tan normal en el pasado de pedirle a un extraño que le haga una fotografía con su propia cámara. Esta contradicción se aprecia en la mayoría de las tendencias y productos populares del siglo XXI, a la cabeza de los cuales se encuentran las redes sociales, una auténtica contradicción en sí misma.
Dado que la vanidad es parte de nuestra naturaleza, aunque en algunos se vea mucho más pronunciada que en otros, no podemos negar que la mayoría de la gente utiliza la selfie como medio para mostrar a sus contactos cuánto han progresado en el gimnasio, cuán original es su último peinado o costoso su televisor de alta definición que «casualmente» aparece en el fondo. Internet nos invita a exhibirnos, a valorar más lo material que lo intelectual, y este tipo de fotografías es la forma ideal de dar el primer paso a ese estilo de vida artificial y bidimensional.
Uno de los aspectos más fascinantes —aunque no en un sentido positivo— de la selfie es que ha conseguido embrujar a la gente a tal punto que muchos no dudan en fotografiarse semidesnudos incluso para completar su perfil en sitios de trabajo: cuando vemos que una persona se autodenomina periodista en su cuenta de Twitter pero la foto de su perfil lo muestra tirado en una cama y sin camiseta, entendemos que nuestra especie ha perdido el rumbo seriamente.