Definición de saldo insoluto
Saldo es un concepto que puede emplearse para nombrar a la conclusión que se obtiene de un análisis o al resultado de una cuenta o de un cálculo. En el plano de la contabilidad, se denomina saldo a la diferencia existente entre los ingresos (el haber) y los egresos (el debe).
Insoluto, por su parte, es un término que procede del latín insolūtus y que hace referencia a aquello que aún no ha sido pagado.
La idea de saldo insoluto, de este modo, aparece cuando se solicita cierto tipo de préstamo o crédito. En esta clase de operaciones, una persona o entidad pide dinero a un banco, que entrega dicho dinero cobrando intereses. Aquel que solicita el crédito, por lo tanto, contrae una deuda con el banco que debe saldar en un plazo establecido.
Puede decirse que cuando un individuo contrata un crédito, el monto que solicitó se convierte en la deuda original. Cada cuota del crédito que el sujeto abona incluye la devolución del capital más los intereses que cobra el banco: así la deuda original se va reduciendo con cada cuota, y de manera simultánea se pagan los intereses correspondientes (que se recalculan después de cada pago).
El saldo insoluto, en definitiva, es el monto que todavía no se ha pagado de la deuda original. Si una persona solicitó un préstamo de 100.000 dólares y ha devuelto 75.000 dólares, el saldo insoluto es de 25.000 dólares.
Es importante destacar que existen préstamos cuyos intereses se estiman de acuerdo al monto que se adeuda actualmente y otros que se basan en la deuda original. El cálculo de los intereses del primero se debe realizar mes a mes, mediante la multiplicación de la tasa de interés por el saldo insoluto.
Por esta razón, cuanto más hayamos pagado de nuestra deuda original, menor será el monto de intereses que deberemos afrontar. Es muy importante saber antes de contratar un préstamo si la institución que nos lo cederá cobra intereses sobre el saldo insoluto o en base a la cantidad solicitada, y entonces tomar la decisión que más nos convenga, según nuestras posibilidades y la regularidad con la que sepamos que seremos capaces de realizar el pago de las cuotas.
Algunas instituciones nos brindan la oportunidad de adelantar pagos siempre que dispongamos de un dinero extra, y esto sólo puede resultarnos beneficioso, ya que disminuye aún más los intereses que pagaremos en el futuro: si contamos con el dinero para saldar dos cuotas, por ejemplo, pasaremos por alto el interés correspondiente a la siguiente para llegar directamente a uno inevitablemente más bajo. De todos modos, es importante señalar que no todas las empresas nos permiten realizar operaciones de estas características, por lo cual siempre debemos preguntar antes.
Si, en efecto, la entidad prestamista nos da la posibilidad de pagar más dinero del correspondiente a una sola cuota, entonces también es probable que podamos saldar el resto de la deuda en un solo pago. No se trata de algo muy usual, pero es bueno contar con este beneficio, ya que en muchos contratos se prevé una penalización para cualquier adelanto de saldo.
En la política de intereses y comisiones de cada compañía se esconde la respuesta a «qué tipo de préstamo es el más conveniente», si el que acarrea el pago de intereses sobre el saldo insoluto o aquel en el cual se calculan sobre la deuda inicial. Por ejemplo, para balancear los beneficios del primer tipo, los pagos atrasados se traducen en altas comisiones y, por consiguiente, en un aumento de los intereses; en pocas palabras, solamente debemos decantarnos por esta modalidad si estamos seguros de poder cumplir con los plazos estipulados en el contrato.