Definición de riesgo social
La noción de riesgo se relaciona con la inminencia, la contigüidad o la cercanía de un daño potencial. El término, por lo tanto, está vinculado a la posibilidad de que se concrete un daño.
Social, por su parte, es aquello relativo a la sociedad (el grupo de individuos que interactúan entre sí y que comparten una misma cultura).
Los niños que crecen en campos de refugiados o en zonas en guerra están en riesgo social.
Qué es el riesgo social
Se entiende por riesgo social a la posibilidad de que una persona sufra un daño que tiene su origen en una causa social. Esto quiere decir que el riesgo social depende de las condiciones del entorno que rodea al individuo.
Las condiciones económicas, la falta de acceso a la educación, los problemas familiares y la contaminación ambiental son apenas algunas de las circunstancias que pueden generar un riesgo social.
Problema comunitario
Lo habitual es que el riesgo social se considere respecto a un grupo de personas. En un barrio con una elevada penetración de las drogas y con un alto índice de desocupación, los vecinos estarán en riesgo social. Existen grandes posibilidades de que la combinación entre el narcotráfico, la adicción y la falta de empleo derive en un incremento de la inseguridad, con casos de robos, asesinatos, etc.
El riesgo social, en otras palabras, supone la existencia de algo que podría derivar en que un conjunto de personas quede marginado de la sociedad. Si en una comunidad los niños no tienen acceso a las escuelas, dichos menores están en riesgo social: crecerán sin la formación necesaria para integrarse al mundo laboral y, por lo tanto, no tendrán la posibilidad de ganarse su sustento.
El riesgo social afecta de distintas maneras a quienes carecen de recursos económicos.
Cómo minimizar el riesgo social
Ante la posibilidad de que exista el riesgo social en una población —algo que resulta inevitable—, es necesario tomar más de una medida, siendo los dos extremos la prevención y la búsqueda de soluciones. El punto de partida de toda investigación relacionada con este tema debería ser siempre el entorno de crianza de los niños; ya sea que vivan con sus padres, familiares o tutores legales, las precauciones nunca parecen ser suficientes, porque el maltrato puede darse —y se da— en todos los ámbitos.
Para aquellos niños que tienen acceso a la educación escolarizada, los docentes juegan un papel fundamental en la detección de cualquier signo anómalo en su desarrollo, especialmente en lo que hace a manifestaciones de agresión física o psicológica. Como nos ha demostrado la psicología en más de una ocasión, los primeros años de vida son cruciales en nuestra formación, y por eso es tan importante cuidar de los más pequeños para atacar cualquier problema de índole social (aunque esto no significa que haya que descuidar a los adultos).
El cuidado de los adultos
Muchas veces, el riesgo social comienza no por una agresión directa, como puede ser el abuso sexual o el maltrato físico, sino por la negligencia, y esto puede acarrear peores consecuencias que cualquier otro tipo de daño. En la infancia, los seres humanos somos muy dependientes de nuestros mayores, no sólo para que nos alimenten y nos protejan del mundo exterior, sino para que nos demuestren que nuestra existencia es importante para ellos, que hemos nacido en un sitio en el cual nuestra presencia marca una diferencia.
Dicho esto, para que exista un riesgo, es preciso que se descuide una necesidad en primer lugar; veamos a continuación algunas de las necesidades físicobiológicas básicas de las personas: alimentación; higiene; actividad física; asistencia sanitaria; estimulación de los sentidos; seguridad emocional. Por otro lado, echemos un vistazo a las situaciones correspondientes que hablan de un riesgo social: desnutrición o alimentación insuficiente para la edad; parásitos; inmovilidad del cuerpo y falta de actividad; provocar síntomas, evitar las campañas de vacunación y los controles médicos; falta de exposición a la lectura y la escritura; rechazo.